Papa Francisco en el Ángelus 17-2-19: «Fiarse totalmente del Señor, derrumbar los ídolos mundanos para abrir el corazón al Dios vivo»

* «Estamos llamados a la felicidad, a ser bienaventurados, y lo conseguimos en la medida en que nos situamos de parte de Dios, de su Reino, de la parte de aquello que no es efímero, sino que dura para la vida eterna. Somos felices si nos reconocemos necesitados ante Dios  -y esto es muy importante: «Señor, te necesito»- y si, como Él y con Él, estamos cerca de los pobres, de los afligidos y de los hambrientos. También nosotros somos esto delante de Dios: pobres, afligidos, tenemos hambre ante Dios. Somos capaces de la alegría cada vez que, poseyendo bienes en este mundo, no nos hacemos ídolos a los que entregar nuestra alma, sino que somos capaces de compartirlo con nuestros hermanos»

Video completo de la transmisión en directo traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «Del jueves al domingo próximo se celebrará en el Vaticano una reunión de los presidentes de todas las conferencias episcopales sobre el tema de la protección de los menores en la Iglesia. Les invito a rezar por este evento, que he querido como un fuerte acto de responsabilidad pastoral ante un desafío urgente de nuestro tiempo»

17 de febrero de 2019.- (Camino Católico)  “Las Bienaventuranzas de Jesús nos alientan a no depositar nuestra confianza en las cosas materiales y a no buscar la felicidad siguiendo a los vendedores de humo”. Es la enseñanza que ha expresado el Papa Francisco este domingo 17 de febrero, VI del tiempo ordinario, desde la ventana del Palacio Apostólico a la hora del rezo del Ángelus.

Reflexionando sobre el Evangelio del día según San Lucas, que presenta cuatro bienaventuranzas bajo la expresión “¡ay de ti!”, el Santo Padre asegura que en ellas “Jesús nos abre los ojos, nos hace ver con su mirada, más allá de las apariencias, más allá de la superficie, y nos enseña a discernir las situaciones con fe”.

El Papa Francisco explica que la página del Evangelio de hoy “nos invita a reflexionar sobre el sentido profundo de tener fe”, que consiste – ha puntualizado – “en confiar totalmente en el Señor”: “Se trata de romper los ídolos mundanos para abrir nuestros corazones al Dios vivo y verdadero; sólo Él puede dar a nuestra existencia la plenitud tan deseada, pero difícil de alcanzar”. Además, Francisco ha advertido que incluso en nuestros días, “hay muchos que se proponen como dispensadores de felicidad: prometen éxito a corto plazo, grandes beneficios a la mano y soluciones mágicas a todos los problemas”; un peligro que puede llevarnos a caer en el pecado del primer mandamiento: “la idolatría, substituyendo a Dios por un ídolo” ha dicho el Santo Padre.

Desde el Balcón del Palacio Apostólico el Papa también ha explicado que la razón de estas paradójicas bienaventuranzas está en el hecho de que “Dios está cerca de los que sufren e interviene para liberarlos de su esclavitud; Jesús ve esto, ve la bienaventuranza más allá de la realidad negativa”. Y del mismo modo – continúa el Papa – “el «ay de ti», dirigido a los que hoy están bien, sirve para «despertarlos» del peligroso engaño del egoísmo y abrirlos a la lógica del amor, mientras están a tiempo”.

Por último, el Pontífice ha subrayado que estamos llamados a la felicidad, pero sólo somos felices cuando nos ponemos del lado de Dios, de Su Reino y de lo que no es efímero sino que dura para la vida eterna: “Somos felices si nos reconocemos necesitados ante Dios y si, como Él y con Él, estamos cerca de los pobres, de los afligidos y de los hambrientos”.

A pocos días de que tenga lugar en el Vaticano la reunión convocada por el Papa con los presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo para tratar el tema de abusos a menores, Francisco invita a rezar por el evento:  “Les invito a rezar por este evento, que he querido como un fuerte acto de responsabilidad pastoral ante un desafío urgente de nuestro tiempo” ha expresado Francisco después del rezo del Ángelus, ante los fieles presentes en la Plaza de San Pedro. En el vídeo se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy (cf. Lc 6, 17-20-26) presenta las Bienaventuranzas en la versión de San Lucas. El texto se articula en cuatro Bienaventuranzas y cuatro advertencias formuladas con la expresión ‘ay de vosotros’. Con estas palabras, fuertes e incisivas, Jesús nos abre los ojos, nos hace ver con su mirada más allá de las apariencias, más allá de la superficie, y nos enseña a discernir las situaciones con fe.

Jesús declara bienaventurados a los pobres, a los hambrientos, a los afligidos, a los perseguidos; y advierte a aquellos que son ricos, siempre sonrientes, que están saciados, y que son aclamados por la gente. La razón de estas bienaventuranzas paradójicas está en el hecho de que Dios es cercano a aquellos que sufren, e interviene para liberarlos de su esclavitud; Jesús ve esto, ve la bienaventuranza más allá de la realidad negativa. E igualmente el ‘ay de vosotros’, dirigido a aquellos que lo pasan bien, sirve para despertarlos del peligroso engaño del egoísmo y abrirlos a la lógica del amor, mientras estan a tiempo de hacerlo.

La página del Evangelio de hoy nos invita, por lo tanto, a reflexionar sobre el sentido profundo de tener fe, que consiste en confiar totalmente en el Señor. Se trata de derrumbar los ídolos mundanos para abrir el corazón al Dios vivo y verdadero; sólo Él puede dar a nuestra existencia la plenitud tan deseada y, al mismo tiempo, tan difícil de alcanzar. Hermanos y hermanas, de hecho, incluso en nuestros días, hay muchos que se proponen como dispensadores de felicidad: prometen éxito a corto plazo, grandes beneficios a la mano y soluciones mágicas a todos los problemas. Y aquí es fácil deslizarse sin darse cuenta hacia el pecado contra el primer Mandamiento: la idolatría, sustituyendo a Dios por un ídolo. Idolatría e ídolos parecen cosas de otros tiempos, pero en realidad pertenecen a todos los tiempos. También de hoy. Describen algunas actitudes contemporáneas mejor que muchos análisis sociológicos.

Es por eso que Jesús nos abre los ojos a la realidad. Estamos llamados a la felicidad, a ser bienaventurados, y lo conseguimos en la medida en que nos situamos de parte de Dios, de su Reino, de la parte de aquello que no es efímero, sino que dura para la vida eterna. Somos felices si nos reconocemos necesitados ante Dios  -y esto es muy importante: «Señor, te necesito»- y si, como Él y con Él, estamos cerca de los pobres, de los afligidos y de los hambrientos. También nosotros somos esto delante de Dios: pobres, afligidos, tenemos hambre ante Dios. Somos capaces de la alegría cada vez que, poseyendo bienes en este mundo, no nos hacemos ídolos a los que entregar nuestra alma, sino que somos capaces de compartirlo con nuestros hermanos. En este día de hoy, la liturgia nos invita una vez más a interrogarnos a nosotros mismos y hacer la verdad en nuestros corazones.

Las Bienaventuranzas de Jesús son un mensaje decisivo, que nos alienta a no depositar nuestra confianza en las cosas materiales y pasajeras, a no buscar la felicidad siguiendo a los vendedores de humo -que muchas veces son vendedores de muerte- y a los profesionales de la ilusión. No les sigáis. Son incapaces de dar esperanza. El Señor nos ayuda a abrir los ojos, a adquirir una mirada más penetrante de la realidad, a sanar de la miopía crónica que el espíritu mundano nos contagia. Con su palabra paradójica nos sacude y nos hace reconocer lo que realmente nos enriquece, nos satisface, nos da alegría y dignidad. En resumen, lo que realmente da sentido y plenitud a nuestras vidas. Que la Virgen María nos ayude a escuchar este Evangelio con una mente y un corazón abiertos, para que fructifique en nuestras vidas y seamos testigos de la felicidad que no defrauda, la de Dios que nunca defrauda.

Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

Del jueves al domingo próximo se celebrará en el Vaticano una reunión de los presidentes de todas las conferencias episcopales sobre el tema de la protección de los menores en la Iglesia. Les invito a rezar por este evento, que he querido como un fuerte acto de responsabilidad pastoral ante un desafío urgente de nuestro tiempo.

Saludo a las familias, parroquias, asociaciones y a los que vinieron de Roma, Italia y muchas partes del mundo; en particular, peregrinos de Croacia, de Toulon, Marsella y Londres; Los alumnos de París y Badajoz. Saludo a los fieles de Sassari, Fermo, Castiglione del Lago, Concorezzo; las familias de Trentino Alto Adige y los peregrinos de la diócesis de Vicenza.

Os deseo a todos un feliz domingo. Por favor no os olvidéis de orar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!

Francisco

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