Papa Francisco en el Ángelus, 19-1-2020: «Jesús ha expiado los pecados del mundo para que seamos libres, no más esclavos del mal»

* «Juan manifiesta su asombro y su consentimiento a esta novedad impactante que trae Jesús, a través de una expresión significativa que repetimos cada vez en la Misa: “He aquí el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo”.  El testimonio de Juan el Bautista  nos invita a empezar una y otra vez en nuestro camino de fe: empezar de nuevo desde Jesucristo, el Cordero lleno de misericordia que el Padre ha dado por nosotros. Sorprendámonos una vez más por la elección de Dios de estar de nuestro lado, de solidarizarse con nosotros los pecadores, y de salvar al mundo del mal asumiéndose totalmente la responsabilidad»

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «Hoy se desarrolla en Berlín una conferencia para discutir la crisis en Libia. Deseo fervientemente que esta cumbre, que es tan importante, sea el inicio de un camino hacia el fin de la violencia y una solución negociada que conduzca a la paz y a la tan deseada estabilidad del país»

19 de enero de 2020.- (Camino Católico).– El Papa en su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, nos pide que contemplemos a Cristo “con los ojos y más aún con el corazón; y dejémonos instruir por el Espíritu Santo, que dentro nos dice: ¡Es Él! Es el Hijo de Dios hecho cordero, inmolado por amor. Sólo Él ha traído, sufrido, expiado el pecado del mundo, y también mis pecados. Ha tomados todos nuestros pecados y los alejó de nosotros, para que finalmente fuéramos libres, no más esclavos del mal”.

En el Evangelio de este segundo domingo del tiempo ordinario, se sigue hablando de “la manifestación de Jesús”.  Después de haber sido bautizado en el río Jordán, “fue consagrado por el Espíritu Santo que reposó sobre él y fue proclamado Hijo de Dios por la voz del Padre celestial”.

Juan vio algo impactante, es decir, el Hijo amado de Dios en solidaridad con los pecadores; y el Espíritu Santo le hizo comprender la novedad inaudita, un verdadero cambio de rumbo. El Santo Padre dijo al respecto, que mientras que en todas las religiones es el hombre quien ofrece y sacrifica algo a Dios, en el caso de Jesús “es Dios quien ofrece a su Hijo para la salvación de la humanidad”. “Juan manifiesta su asombro y su consentimiento a esta novedad impactante que trae Jesús, a través de una expresión significativa que repetimos cada vez en la Misa: «¡He aquí el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo!”.

El Pontífice nos dice que, el testimonio de Juan el Bautista, nos invita a empezar una y otra vez en nuestro camino de fe: empezar de nuevo desde Jesucristo, el Cordero lleno de misericordia que el Padre ha dado por nosotros. Y que nos sorprendamos cada día por la elección de “Dios de estar de nuestro lado, de solidarizarse con nosotros los pecadores, y de salvar al mundo del mal asumiéndose totalmente la responsabilidad”.

Francisco nos pide que aprendamos del Bautista a no dar por sentado “que ya conocemos a Jesús, que ya lo conocemos todo de Él. No es así. Detengámonos en el Evangelio, quizás incluso contemplando un icono de Cristo, un «Santo Rostro», una de las muchas representaciones maravillosas de las que es rica la historia del arte en Oriente y Occidente”.

El Papa Francisco, después de la oración del Ángelus,  ha expresado su preocupación por la paz en Libia y recordó que hoy se desarrolla en Berlín una conferencia para discutir la crisis en ese país del norte de África y expresó: “Espero que esta cumbre, que es tan importante, sea el inicio de un camino hacia el fin de la violencia y una solución negociada que conduzca a la paz y a la tan deseada estabilidad del país”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Este segundo domingo del tiempo ordinario está en continuidad con la Epifanía y con la Fiesta del Bautismo de Jesús, que celebramos el domingo pasado. El pasaje evangélico (cf. 1:29-34) todavía nos habla de la manifestación de Jesús en el Templo después de haber sido bautizado en el río Jordán, fue consagrado por el Espíritu Santo que reposó sobre él y fue proclamado Hijo de Dios por la voz del Padre celestial (cf. Mt 3,16-17 y par.). El evangelista Juan, a diferencia de los otros tres, no describe el acontecimiento, sino que propone el testimonio de Juan el Bautista. Él fue el primer testigo de Cristo. Dios lo había llamado y preparado para esto.

El Bautista no pudo frenar el urgente deseo de dar testimonio de Jesús y declara: «He visto y he dado testimonio» (v. 34). Juan, vio algo impactante, es decir, el Hijo amado de Dios en solidaridad con los pecadores; y el Espíritu Santo le hizo comprender la novedad inaudita, un verdadero cambio de rumbo. De hecho, mientras que en todas las religiones es el hombre quien ofrece y sacrifica algo a Dios, en el caso de Jesús es Dios quién ofrece a su Hijo para la salvación de la humanidad. Juan manifiesta su asombro y su consentimiento a esta novedad impactante que trae Jesús, a través de una expresión significativa que repetimos cada vez en la Misa: «He aquí el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo». (v. 29).

El testimonio de Juan el Bautista  nos invita a empezar una y otra vez en nuestro camino de fe: empezar de nuevo desde Jesucristo, el Cordero lleno de misericordia que el Padre ha dado por nosotros. Sorprendámonos una vez más por la elección de Dios de estar de nuestro lado, de solidarizarse con nosotros los pecadores, y de salvar al mundo del mal asumiéndose totalmente la responsabilidad.

Aprendamos del Bautista a no dar por sentado que ya conocemos a Jesús, que ya lo conocemos todo de Él (cf. v. 31). No, no es así. Detengámonos en el Evangelio, quizás incluso contemplando un icono de Cristo, un «Santo Rostro», una de las muchas representaciones maravillosas de las que es rica la historia del arte en Oriente y en el Occidente. Contemplemos con los ojos y más aún con el corazón; y dejémonos instruir por el Espíritu Santo, que dentro nos dice: ¡Es Él! Es el Hijo de Dios hecho cordero, inmolado por amor. Él, sólo Él ha traído, sufrido, expiado el pecado del mundo, y también mis pecados. Todos.  Ha tomado todos nuestros pecados y los alejó de nosotros, para que finalmente fuéramos libres, no más esclavos del mal. Sí, ¡todavía pobres pecadores, pero no esclavos, no, sino hijos, hijos de Dios!

Que la Virgen María nos obtenga la fuerza para dar testimonio de su Hijo Jesús; para anunciarlo con alegría con una vida liberada del mal y con una palabra llena de fe, de asombro y de gratitud.

Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy se desarrolla en Berlín una conferencia para discutir la crisis en Libia. Deseo fervientemente que esta cumbre, que es tan importante, sea el inicio de un camino hacia el fin de la violencia y una solución negociada que conduzca a la paz y a la tan deseada estabilidad del país.

Os saludo a todos, queridos peregrinos y fieles romanos. En particular, a los miembros de algunas cofradías de Sevilla, España; a los fieles de Bielsko-Biała y Poznań, Polonia; a los alumnos del «Loras College» de Dubuque, Estados Unidos, y a  los de Vila Pouca de Aguiar, en Portugal.

Saludo a los grupos parroquiales de Scandicci y Quarto d’Altino, a los de San Giuseppe al Trionfale y San Melchiade en Roma, así como a los ministros de Corva, diócesis de Concordia-Pordenone, con sus familias.

Me complace recordar que el año 2020 ha sido designado internacionalmente como el «Año de la enfermera y la matrona». Las enfermeras son las trabajadoras de la salud más numerosas y las más cercanas a los enfermos, y las matronas son quizás las profesiones más nobles. Oremos por todas ellas, para que puedan hacer su valioso trabajo de la mejor modo posible.

Os deseo a todos un buen domingo. Y por favor no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

Francisco


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