Papa Francisco en el Ángelus 2-12-18: «En Adviento, orar, esperar a Jesús, abrirse a los demás, estar vigilantes, no cerrados en nosotros mismos»

Uniéndose a la iniciativa de la organización “Ayuda a la Iglesia necesitada”, el Santo Padre encendió un cirio con signo de esperanza para alcanzar la paz en Siria y Oriente Medio

* «El Adviento nos invita a un compromiso de vigilancia, mirando fuera de nosotros mismos, ampliando nuestras mentes y corazones para abrirnos a las necesidades de nuestros hermanos y al deseo de un mundo nuevo. Es el deseo de muchos pueblos martirizados por el hambre, la injusticia y la guerra; es el deseo de los pobres, los débiles, los abandonados. Este tiempo, es oportuno para abrir nuestros corazones, para hacernos preguntas concretas sobre cómo y por quién donamos nuestras vidas. Pero si nosotros pensamos en la Navidad en un clima de consumismo de ver qué cosa puedo comprar para hacer esto y esto otro, de fiesta mundana, Jesús pasará y no lo encontraremos. Nosotros esperamos a Jesús y lo queremos esperar en la oración, que está estrechamente ligada a la vigilancia»

Video completo de la transmisión en directo de  13 TV  traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «Oremos y ayudemos a los cristianos a permanecer en Siria y en Oriente Medio como testigos de misericordia, perdón y reconciliación. Que la llama de la esperanza llegue también a todos los que sufren en estos días conflictos y tensiones en otras partes del mundo, cercanas y lejanas. Que la oración de la Iglesia les ayude a sentir la cercanía del Dios fiel y toque toda conciencia para un compromiso sincero a favor de la paz. Y que Dios, nuestro Señor, perdone a quienes hacen la guerra, a los que hacen las armas para destruirse y convierta sus corazones. Oremos por la paz en la amada Siria»

2 de diciembre de 2018.- (Camino Católico)  “Que la Virgen María, mujer de espera y de oración, nos ayude a fortalecer nuestra esperanza en las promesas de su Hijo Jesús, para hacernos experimentar que, a través de las pruebas de la historia, Dios permanece fiel y se sirve de los errores humanos para manifestar su misericordia”, lo dijo el Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del Ángelus del I Domingo de Adviento, Domingo en el cual también se celebra el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud.

Al inicio del Adviento, el Santo Padre recordó que, este tiempo litúrgico nos prepara para la Navidad, invitándonos a levantar la mirada y abrir nuestros corazones para acoger a Jesús, el esperado por los pueblos. “En Adviento – señaló el Pontífice – no vivimos sólo la expectativa de la Navidad, sino que estamos invitados a despertar la espera del glorioso regreso de Cristo, preparándonos para el encuentro final con Él con elecciones coherentes y valientes. En estas cuatro semanas estamos llamados a dejar atrás un estilo de vida resignado y rutinario, alimentando esperanzas y sueños para un futuro nuevo”.

Por ello, el Papa Francisco dice que durante este tiempo litúrgico, es necesario estar despiertos y orar: es así como se vive este tiempo desde hoy hasta la Navidad. “El sueño interior nace de girar siempre en torno a nosotros mismos y de quedar bloqueados en el encierro de la propia vida, con sus problemas, sus alegrías y sus dolores. Aquí yace la raíz del letargo y la pereza de que habla el Evangelio. El Adviento – señaló el Pontífice – nos invita a un compromiso de vigilancia, mirando fuera de nosotros mismos, ampliando nuestras mentes y corazones para abrirnos a las necesidades de nuestros hermanos y al deseo de un mundo nuevo”. Es el deseo de muchos pueblos martirizados por el hambre, la injusticia y la guerra; es el deseo de los pobres, los débiles, los abandonados. Este tiempo, agregó el Papa, es oportuno para abrir nuestros corazones, para hacernos preguntas concretas sobre cómo y por quién donamos nuestras vidas.

La segunda actitud para vivir bien el tiempo de espera del Señor, puntualizó el Papa Francisco, es la de la oración, como dice el Evangelio de Lucas: “Levántense y alcen la cabeza, porque su liberación está cerca”. “Se trata de levantarse y orar – indicó el Pontífice – volviendo nuestros pensamientos y corazones a Jesús que está a punto de venir. Nos levantamos cuando se espera algo o alguien. Nosotros esperamos a Jesús y queremos esperarlo en la oración, que está estrechamente ligada a la vigilancia”. Orar, esperar a Jesús, abrirse a los demás, estar vigilantes, no cerrados en nosotros mismos. Pero si nosotros pensamos a la Navidad en un clima de consumismo, dijo el Papa, de ver qué cosa puedo comprar para hacer esto y esto otro, de fiesta mundana, Jesús pasará y no lo encontraremos. Nosotros esperamos a Jesús y lo queremos esperar en la oración, que está estrechamente ligada a la vigilancia.

Uniéndose a la iniciativa de la organización “Ayuda a la Iglesia necesitada”, el Santo Padre encendió un cirio con signo de esperanza para alcanzar la paz en Siria y Oriente Medio. “El Adviento es tiempo de esperanza. En este momento – precisó el Papa – quiero hacer mía la esperanza de paz de los niños de Siria, martirizada por una guerra que dura ya desde hace ocho años. Por esto, uniéndome a la iniciativa de Ayuda a la Iglesia necesitada, encenderé ahora un cirio, junto a tantos niños sirios y fieles de todo el mundo que encienden hoy sus velas.” En el vídeo de  13 TV se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy comienza el Adviento, el tiempo litúrgico que nos prepara para la Navidad, invitándonos a levantar la mirada y abrir nuestros corazones para acoger a Jesús. En Adviento no vivimos sólo la expectativa de la Navidad, sino que estamos invitados a despertar la espera del glorioso regreso de Cristo, preparándonos para el encuentro final con Él con elecciones coherentes y valientes. Esperamos la Navidad y el glorioso regreso de Cristo, y también nuestro encuentro personal: el día en que el Señor llamará. En estas cuatro semanas estamos llamados a dejar atrás un estilo de vida resignado y rutinario, alimentando esperanzas y sueños para un futuro nuevo. El Evangelio de este domingo (cf. Lc 21, 25-28.34-36) va precisamente en esta dirección y nos advierte contra el dejarnos oprimir por un estilo de vida egocéntrico y por los ritmos febriles de la jornada. Las palabras de Jesús resuenan particularmente incisivas: “Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes. […] Estén despiertos todo el tiempo y oren incesantemente” (versículos 34.36).

Estar despierto y orar: así es como se vive este tiempo de hoy hasta la Navidad. Estar despierto y orar. El sueño interior nace de girar siempre en torno a nosotros mismos y de quedar bloqueados en el encierro de la propia vida, con sus problemas, sus alegrías y sus dolores y siempre girar en torno a nosotros mismos. Y esto cansa, aburre y cierra la esperanza. Aquí yace la raíz del letargo y la pereza de que habla el Evangelio. El Adviento nos invita a un compromiso de vigilancia, mirando fuera de nosotros mismos, ampliando nuestras mentes y corazones para abrirnos a las necesidades de nuestros hermanos y al deseo de un mundo nuevo. Es el deseo de muchos pueblos martirizados por el hambre, la injusticia y la guerra; es el deseo de los pobres, los débiles, los abandonados. Este tiempo, es oportuno para abrir nuestros corazones, para hacernos preguntas concretas sobre cómo y por quién donamos nuestras vidas.

La segunda actitud para vivir bien el tiempo de espera del Señor es la de la oración: “Levántense y alcen la cabeza, porque su liberación está cerca” (versículo 28), advierte el Evangelio de Lucas. Se trata de levantarse y orar volviendo nuestros pensamientos y corazones a Jesús que está a punto de venir. Nos levantamos cuando se espera algo o alguien. Nosotros esperamos a Jesús y queremos esperarlo en la oración, que está estrechamente ligada a la vigilancia. Orar, esperar a Jesús, abrirse a los demás, estar vigilantes, no cerrados en nosotros mismos. Pero si nosotros pensamos en la Navidad en un clima de consumismo de ver qué cosa puedo comprar para hacer esto y esto otro, de fiesta mundana, Jesús pasará y no lo encontraremos. Nosotros esperamos a Jesús y lo queremos esperar en la oración, que está estrechamente ligada a la vigilancia.

¿Pero cuál es el horizonte de nuestra espera orante? Lo indican en la Biblia las voces de los profetas. Hoy es aquella de Jeremías, que habla al pueblo duramente golpeado por el exilio y que corre el riesgo de perder su identidad. Incluso nosotros los cristianos, que también somos pueblo de Dios corremos el riesgo de mundanizarnos y perder nuestra identidad, es más, de paganizar el estilo cristiano. Por eso necesitamos la Palabra de Dios que a través del profeta nos anuncia: “Ya llegan días en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo que hará justicia y derecho en la tierra” (33: 14-15). Y esa simiente justa es Jesús, es Jesús quien viene y que nosotros esperamos. Que la Virgen María, mujer de espera y de oración, nos ayude a fortalecer nuestra esperanza en las promesas de su Hijo Jesús, para hacernos experimentar que, a través de las pruebas de la historia, Dios permanece fiel y se sirve de los errores humanos para manifestar su misericordia.

Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

El Adviento es tiempo de esperanza. En este momento quiero hacer mía la esperanza de paz de los niños de Siria, de la amada Siria, martirizada por una guerra que ha durado ocho años. Por eso, uniéndome a la iniciativa de «Ayuda a la Iglesia Necesitada», ahora encenderé una vela, junto con muchos niños que harán lo mismo, niños sirios y muchos fieles en el mundo que hoy encienden sus velas.

¡Que estas llamas de esperanza disipen las tinieblas de la guerra! Oremos y ayudemos a los cristianos a permanecer en Siria y en Oriente Medio como testigos de misericordia, perdón y reconciliación. Que la llama de la esperanza llegue también a todos los que sufren en estos días conflictos y tensiones en otras partes del mundo, cercanas y lejanas. Que la oración de la Iglesia les ayude a sentir la cercanía del Dios fiel y toque toda conciencia para un compromiso sincero a favor de la paz. Y que Dios, nuestro Señor, perdone a quienes hacen la guerra, a los que hacen las armas para destruirse y convierta sus corazones. Oremos por la paz en la amada Siria.

Ave María…

Os saludo a vosotros, romanos y peregrinos, aquí presentes; en particular los procedentes de Linden, en los Estados Unidos de América, Valencia y Pamplona; así como a los estudiantes y profesores del Colegio «Claret» de Madrid.

Saludo al coro polifónico de Modica, a los fieles de Altamura, Conversano y Laterza.

Les deseo a todos un buen domingo y un buen camino de Adviento. Por favor no os olvidéis de orar por mi. Buena comida y hasta pronto!

Francisco

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