Papa Francisco en el Ángelus, 20-12-2020: «Vayamos a rezar, preparemos el corazón para Navidad, como hizo María: libre del mal, acogiendo a Jesús en el necesitado»

* «Sé que me hace bien rezar, pero hoy no tengo tiempo… “mañana, mañana, mañana, mañana…” Aplazamos las cosas: mañana lo hago; sé que ayudar a alguien es importante – sí, tengo que hacerlo, lo haré mañana- Es la misma cadena de los mañana…Aplazar las cosas.  Hoy, a las puertas de la Navidad, María nos invita a no aplazar, a decir «sí».  “¿Tengo que rezar?”, “Sí, y rezo”. “¿Tengo que ayudar a los demás?”. “Sí”. ¿Cómo hacerlo? Lo hago. Sin aplazar. Cada «sí» cuesta . Cada  “sí” cuesta pero siempre es menos de lo que le costó a ella ese «sí» valiente, ese “sí”, decidido, ese «hágase en mí según tu palabra» que nos trajo la salvación. No nos dejemos “arrastrar” por el consumismo: “Tengo que comprar los regalos, tengo que hacer esto y lo otro…” Ese frenesí por hacer tantas cosas… lo importante es Jesús. El consumismo, hermanos y hermanas, nos ha secuestrado la Navidad. No hay consumismo en el pesebre de Belén: allí está la realidad, la pobreza, el amor»

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «La Navidad, que ya está cerca, sea para cada uno ocasión de renovación interior, de oración, de conversión, de pasos adelante en la fe y de fraternidad entre nosotros. Miremos a nuestro alrededor, miremos sobre todo a los indigentes: el hermano que sufre, dondequiera que esté, nos pertenece. Es Jesús en el pesebre: el que sufre es Jesús. Pensemos un poco en esto. Y que la Navidad sea una cercanía a Jesús en este hermano y en esta hermana. Está allí, en el hermano necesitado, el pesebre al que tenemos que ir con solidaridad. Este es el belén viviente: el belén en el que realmente encontraremos al Redentor en las personas de los necesitados. Caminemos, pues, hacia la Noche Santa y esperemos el cumplimiento del misterio de la Salvación»

20 de diciembre de 2020.- (Camino Católico) El Papa Francisco ha rezado la oración mariana del Ángelus ante cientos de fieles, que se congregaron en la Plaza de San Pedro, este 20 de diciembre, cuarto domingo de Adviento. El Obispo de Roma, comentando el Evangelio, ha recordado que el relato bíblico “nos propone una vez más la historia de la Anunciación. «Alégrate- dice el ángel a María- concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús» (Lc 1, 28. 31).

Francisco ha puntualizado dos elementos: primero, “Parece un anuncio de alegría pura, destinado a hacer feliz a la virgen”. Segundo, “junto con la alegría, estas palabras predicen a María una gran prueba”. Entonces profundiza sobre la razón de la prueba: “Porque en aquel momento estaba «desposada» (v. 27) con José. En una situación como esa, la Ley de Moisés establecía que no debía haber relación ni cohabitación. Por lo tanto, si tenía un hijo, María habría transgredido la Ley, y las penas para las mujeres eran terribles: se preveía la lapidación (cf. Dt 22, 20-21). Ciertamente el mensaje divino habrá colmado el corazón de María de luz y fuerza; sin embargo, se encontró ante una decisión crucial: decir «sí» a Dios, arriesgándolo todo, incluso su vida, o declinar la invitación y seguir con su camino ordinario”. “María no dice: «Si tiene que hacerse, que se haga…, si no puede ser de otra manera…». No, no expresa una aceptación débil y desganada, sino un deseo fuerte y vivo. No es pasiva, sino activa. Se adhiere a Dios. Es una enamorada dispuesta a servir a su Señor en todo e inmediatamente”.

El Papa, refiriéndose a las respuestas que damos a las llamadas del Señor, afirma: “¡Cuántas veces nuestra vida está hecha de postergaciones, incluso nuestra vida espiritual! Sé que me hace bien rezar, pero hoy no tengo tiempo; sé que ayudar a alguien es importante, pero hoy no puedo. Lo haré mañana, es decir, nunca. Hoy, a las puertas de la Navidad, María nos invita a no aplazar, a decir «sí». Todo «sí» cuesta, pero siempre es menos de lo que le costó a ella ese valiente y decidido «sí», ese «hágase en mí según tu palabra» que nos trajo la salvación”.

Francisco nos anima a que “hagamos algo por los que tienen menos: no el enésimo regalo para nosotros y nuestros amigos, sino para una persona necesitada en la que nadie piensa.  Y otro consejo: para que Jesús nazca en nosotros, vayamos a confesarnos, porque sólo así nuestro corazón se parecerá al de María: libre del mal, acogedor, dispuesto a acoger a Dios”.

El Papa ha indicado que para que Jesús nazca en nosotros «preparemos el corazón: vayamos a rezar. No nos dejemos “arrastrar” por el consumismo: “Tengo que comprar los regalos, tengo que hacer esto y lo otro…” Ese frenesí por hacer tantas cosas… lo importante es Jesús. El consumismo, hermanos y hermanas, nos ha secuestrado la Navidad. No hay consumismo en el pesebre de Belén: allí está la realidad, la pobreza, el amor. Preparemos el corazón como hizo María: libre del mal, acogedor, dispuesto a acoger a Dios», ha insistido el Papa.

«Hágase en mí según tu palabra”. Es la última frase de la Virgen en este último domingo de Adviento, y es la invitación a dar un paso concreto hacia la Navidad. Porque si el nacimiento de Jesús no toca la vida, pasa en vano”, ha afirmado Francisco.  En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En este cuarto y último domingo de Adviento, el Evangelio nos propone una vez más la historia de la Anunciación. «Alégrate- dice el ángel a María- concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús» (Lc 1, 28. 31). Parece un anuncio de alegría pura, destinado a hacer feliz a la Virgen: ¿Quién entre las mujeres de esa época no soñaba con convertirse en la madre del Mesías? Pero, junto con la alegría, esas palabras  predicen a María una gran prueba. ¿Por qué? Porque en aquel momento estaba «desposada» (v. 27) con José. En una situación como esa, la Ley de Moisés establecía que no debía haber relación ni cohabitación. Por lo tanto, si tenía un hijo, María habría transgredido la Ley, y las penas para las mujeres eran terribles: se preveía la lapidación (cf. Dt 22, 20-21). Ciertamente el mensaje divino habrá colmado el corazón de María de luz y fuerza; sin embargo, se encontró ante una decisión crucial: decir «sí» a Dios, arriesgándolo todo, incluso su vida, o declinar la invitación y seguir con su camino ordinario.

¿Qué hace? Responde así: «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). Hágase: este es el famoso fiatde María. Pero en la lengua en que está escrito el Evangelio, no es simplemente un “suceda”.  La expresión verbal indica un fuerte deseo,  indica la voluntad de que algo se cumpla. En otras palabras, María no dice: «Si tiene que hacerse, que se haga.., si no puede ser de otra manera…».No es resignación. No, no expresa una aceptación débil y sometida, expresa un deseo fuerte, un deseo vivo. No es pasiva, sino activa. No sufre a Dios, se adhiere a Dios. Es una enamorada dispuesta a servir a su Señor en todo e inmediatamente. Podría haber pedido más tiempo para pensarlo, o más explicaciones sobre lo que pasaría; quizás podría haber puesto algunas condiciones… En cambio, no se toma tiempo, no hace esperar a Dios, no aplaza.

¡Cuantas veces  – ahora pensemos en nosotros- cuántas veces nuestra vida está hecha de aplazamientos, incluso nuestra vida espiritual! Por ejemplo: sé que me hace bien rezar, pero hoy no tengo tiempo… “mañana, mañana, mañana, mañana…” Aplazamos las cosas : mañana lo hago; sé que ayudar a alguien es importante – sí, tengo que hacerlo, lo haré mañana- Es la misma cadena de los mañana…Aplazar las cosas.  Hoy, a las puertas de la Navidad, María nos invita a no aplazar, a decir «sí».  “¿Tengo que rezar?”, “Sí, y rezo”. “¿Tengo que ayudar a los demás?”. “Sí”. ¿Cómo hacerlo? Lo hago. Sin aplazar. Cada «sí» cuesta . Cada  “sí” cuesta pero siempre es menos de lo que le costó a ella ese «sí» valiente, ese “sí”, decidido, ese «hágase en mí según tu palabra» que nos trajo la salvación.

Y nosotros ¿qué «sí» podemos decir? En estos tiempos difíciles, en lugar de quejarnos de lo que la pandemia nos impide hacer, hagamos algo por los que tienen menos: no el enésimo regalo para nosotros y nuestros amigos, sino para una persona necesitada en la que nadie piensa. Y otro consejo: para que Jesús nazca en nosotros, preparemos el corazón: vayamos a rezar. No nos dejemos “arrastrar” por el consumismo: “Tengo que comprar los regalos, tengo que hacer esto y lo otro…” Ese frenesí por hacer tantas cosas… lo importante es Jesús. El consumismo, hermanos y hermanas, nos ha secuestrado la Navidad. No hay consumismo en el pesebre de Belén: allí está la realidad, la pobreza, el amor. Preparemos el corazón como hizo María: libre del mal, acogedor, dispuesto a acoger a Dios.

«Hágase en mí según tu palabra”. Es la última frase de la Virgen en este último domingo de Adviento, y es la invitación a dar un paso concreto hacia la Navidad. Porque si el nacimiento de Jesús no toca nuestra vida, -la mía, la tuya, la de todos- si no toca la vida pasa en vano. En el Ángelus también nosotros diremos ahora: «Hágase en mí según tu palabra«: que la Virgen nos ayude a decirlo con nuestra vida, con la actitu de estos últimos días para prepararnos bien a la Navidad.

Oración del Ángelus:

Angelus Dómini nuntiávit Mariæ.
Et concépit de Spíritu Sancto.
Ave Maria…

Ecce ancílla Dómini.
Fiat mihi secúndum verbum tuum.
Ave Maria…

Et Verbum caro factum est.
Et habitávit in nobis.
Ave Maria…

Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.
Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.

Orémus.
Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine,
méntibus nostris infunde;
ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum.

Amen.

Gloria Patri… (ter)
Requiem aeternam…

Benedictio Apostolica seu Papalis

Dominus vobiscum.Et cum spiritu tuo.
Sit nomen Benedicat vos omnipotens Deus,
Pa ter, et Fi lius, et Spiritus Sanctus.

Amen.

Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas, la pandemia del coronavirus ha causado un pesar especial a los trabajadores marítimos. Muchos de ellos – se estima que unos cuatrocientos mil en todo el mundo – están bloqueados en las naves fuera de los términos de sus contratos y no pueden regresar a casa. Pido a la Virgen María, Stella Maris, que consuele a estas personas y a todos aquellos en situaciones difíciles, e insto a los gobiernos a hacer todo lo posible para que puedan volver a estar con sus seres queridos.

Este año los organizadores han tenido la buena idea de montar la exposición «Cien belenes» bajo la columnata. Son muchos los belenes que sirven como catequesis de la fe al pueblo de Dios. Os invito a visitar los nacimientos bajo la columnata, para entender cómo la gente procura a través del arte mostrar cómo nació Jesús. Los belenes que están bajo la columnata son una gran catequesis de nuestra fe.

Os saludo a todos, romanos y peregrinos de varios países, familias, grupos parroquiales, asociaciones y fieles. La Navidad, que ya está cerca, sea para cada uno ocasión de renovación interior, de oración, de conversión, de pasos adelante en la fe y de fraternidad entre nosotros. Miremos a nuestro alrededor, miremos sobre todo a los indigentes: el hermano que sufre, dondequiera que esté, nos pertenece. Es Jesús en el pesebre: el que sufre es Jesús. Pensemos un poco en esto. Y que la Navidad sea una cercanía a Jesús en este hermano y en esta hermana. Está allí, en el hermano necesitado, el pesebre al que tenemos que ir con solidaridad. Este es el belén viviente: el belén en el que realmente encontraremos al Redentor en las personas de los necesitados. Caminemos, pues, hacia la Noche Santa y esperemos el cumplimiento del misterio de la Salvación.

Os deseo a todos un buen domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí.

¡Buen almuerzo y hasta pronto!

Francisco


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