Papa Francisco en el Ángelus 24-3-19: «El Señor nos invita a la conversión. Cada uno ha de corregir aquello que deba»

* «Todos nosotros necesitamos convertirnos, dar un paso hacia delante y la paciencia de Dios y la misericordia nos acompañan en esto. A pesar de la esterilidad, que a veces marca nuestra existencia, Dios tiene paciencia y nos ofrece la posibilidad de cambiar y progresar en el camino del bien. Pero el retraso implorado y concedido a la espera de que el árbol dé finalmente sus frutos indica también la urgencia de la conversión. El viñador le dice al dueño: “Déjala este año” (v. 8). La posibilidad de conversión no es ilimitada; por lo tanto, es necesario aprovecharla inmediatamente; de lo contrario, se perdería para siempre. Nosotros podemos pensar en esta Cuaresma: ¿Qué debo hacer yo para acercarme más al Señor, para convertirme, para cortar con aquellas cosas que no van? “No, no esperaré a la próxima Cuaresma”. ¿Estarás vivo en la próxima Cuaresma? Pensemos cada uno de nosotros: ¿Hoy que cosa debo hacer ante esta misericordia de Dios que me espera y siempre perdona? ¿Qué debo hacer? Nosotros podemos confiar mucho en la misericordia de Dios, pero sin abusar de ella. No debemos justificar la pereza espiritual sino aumentar nuestro compromiso, de responder prontamente a esta misericordia con sinceridad de corazón»

Video completo de la transmisión en directo traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «Ayer en Tarragona, España, fue beatificado Mariano Mullerat y Soldevila, padre de familia y médico, joven, 39 años, que trataba de aliviar los sufrimientos físicos y morales de los hermanos, testimoniando con la vida y con el martirio la primacía de la caridad y del perdón. Un ejemplo para nosotros, que tanto nos cuesta perdonar. Que interceda por nosotros y que nos ayude a recorrer el camino del amor y de la fraternidad a pesar de las dificultades y de las tribulaciones. Un aplauso para el nuevo Beato!»

24 de marzo de 2019.- (Camino Católico)  A pesar de la esterilidad que a veces marca nuestra existencia, Dios tiene paciencia y nos ofrece la posibilidad de cambiar y progresar en el camino del bien. Lo dijo el Papa Francisco este mediodía en su Ángelus dominical ante miles de peregrinos en la plaza de San Pedro, al hablar de la misericordia de Dios y nuestra conversión, podemos confiar mucho en su misericordia, pero sin abusar de ella.

Tomando la parábola del Evangelio de hoy, que habla de la higuera estéril, el Papa afirma que el dueño de la higuera representa a Dios Padre y el viñador es la imagen de Jesús, mientras que la higuera es el símbolo de la humanidad indiferente y árida. Jesús intercede ante el Padre por la humanidad y le pide que espere y le dé más tiempo, para que en él broten los frutos del amor y de la justicia. Podemos confiar mucho en la misericordia de Dios, pero sin abusar de ella. No debemos justificar la pereza espiritual, dijo Francisco, sino aumentar nuestro compromiso de responder prontamente a esta misericordia con sinceridad de corazón.

“En el tiempo de Cuaresma, el Señor nos invita a la conversión. Cada uno de nosotros debe sentirse interpelado por esta llamada, corrigiendo algo en su vida, en su manera de pensar, actuar y vivir las relaciones con el prójimo. Al mismo tiempo, debemos imitar la paciencia de Dios, que confía en la capacidad de todos para «levantarse» y reanudar su camino.  Dios es Padre y no apaga la llama débil, sino que acompaña y cuida a los débiles para que se fortalezcan y aporten su contribución de amor a la comunidad”.

Luego Francisco dijo en su alocución previa al Ángelus, que la higuera que el dueño de la parábola quiere erradicar representa una existencia estéril, incapaz de dar, de hacer el bien. Es el símbolo del que vive para sí mismo, lleno y tranquilo, tumbado en su propia comodidad, incapaz de volver los ojos y el corazón a los que están a su lado y que están en estado de sufrimiento, pobreza, incomodidad. Esta actitud de egoísmo y esterilidad espiritual contrasta con el gran amor del viñador por la higuera: tiene paciencia, sabe esperar, le dedica su tiempo y su trabajo. Prometió a su señor que cuidaría especialmente de ese árbol infeliz.

Esta semejanza manifiesta la misericordia de Dios, que nos deja un tiempo de conversión. A pesar de la esterilidad que a veces marca nuestra existencia, Dios tiene paciencia y nos ofrece la posibilidad de cambiar y progresar en el camino del bien. Pero el retraso implorado y concedido a la espera de que el árbol dé finalmente sus frutos indica también la urgencia de la conversión, añade el Papa y dijo:  El viñador dice al dueño: «Déjalo de nuevo este año«. La posibilidad de conversión no es ilimitada; por lo tanto, es necesario aprovecharla inmediatamente; de lo contrario, se perdería para siempre. En el vídeo se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este tercer domingo de Cuaresma (ver Lc 13: 1-9) nos habla de la misericordia de Dios y de nuestra conversión. Jesús cuenta la parábola de la higuera estéril. Un hombre ha plantado una higuera en su propio viñedo, y con gran confianza todos los veranos va a buscar sus frutos, pero no encuentra ninguno, porque ese árbol es estéril. Impulsado por esa decepción que se repite durante tres años, piensa en cortar la higuera para plantar otra. Luego llama al agricultor que está en el viñedo y expresa su insatisfacción, ordenándole que corte el árbol, para que no explote la tierra innecesariamente. Pero el viñador le pide al dueño que sea paciente y le solicita una prórroga de un año, durante la cual él mismo se encargará de cuidar la higuera con más cuidado y delicadeza para estimular su productividad. Esta es la parábola. Y, ¿qué representa esta parábola? ¿Qué representan los personajes de esta parábola?

El dueño representa a Dios Padre y el viñador es la imagen de Jesús, mientras que la higuera es el símbolo de la humanidad indiferente y árida. Jesús intercede ante el Padre en favor de la humanidad y le ruega que la espere y le dé un poco más de tiempo para que los frutos del amor y la justicia broten en ella. La higuera que el dueño de la parábola quiere erradicar representa una existencia estéril sin frutos, incapaz de dar, incapaz de hacer el bien. Es el símbolo de quien vive solo para sí mismo, satisfecho y tranquilo, en su propia comodidad, incapaz de dirigir sus ojos, la mirada y su corazón hacia quienes están a su lado y que están en estado de sufrimiento, en condiciones de pobreza, de dificultad. Esta actitud de egoísmo y esterilidad espiritual contrasta con el gran amor del viñador por la higuera: tiene paciencia, sabe esperar, le dedica su tiempo y su trabajo. Prometió a su amo que cuidaría especialmente de ese árbol infeliz.

Esta semejanza del viñador manifiesta la misericordia de Dios, que nos deja un tiempo para la conversión. Todos nosotros necesitamos convertirnos, dar un paso hacia delante y la paciencia de Dios y la misericordia nos acompañan en esto. A pesar de la esterilidad, que a veces marca nuestra existencia, Dios tiene paciencia y nos ofrece la posibilidad de cambiar y progresar en el camino del bien. Pero el retraso implorado y concedido a la espera de que el árbol dé finalmente sus frutos indica también la urgencia de la conversión. El viñador le dice al dueño: “Déjala este año” (v. 8). La posibilidad de conversión no es ilimitada; por lo tanto, es necesario aprovecharla inmediatamente; de lo contrario, se perdería para siempre. Nosotros podemos pensar en esta Cuaresma: ¿Qué debo hacer yo para acercarme más al Señor, para convertirme, para cortar con aquellas cosas que no van? “No, no esperaré a la próxima Cuaresma”. ¿Estarás vivo en la próxima Cuaresma?. Pensemos cada uno de nosotros: ¿Hoy que cosa debo hacer ante esta misericordia de Dios que me espera y siempre perdona? ¿Qué debo hacer? Nosotros podemos confiar mucho en la misericordia de Dios, pero sin abusar de ella. No debemos justificar la pereza espiritual sino aumentar nuestro compromiso, de responder prontamente a esta misericordia con sinceridad de corazón.

En el tiempo de Cuaresma, el Señor nos invita a la conversión. Cada uno de nosotros debe sentirse interpelado por esta llamada, corrigiendo algo en su vida, en su manera de pensar, actuar y vivir las relaciones con el prójimo. Al mismo tiempo, debemos imitar la paciencia de Dios, que confía en la capacidad de todos para «levantarse» y reanudar su camino.  Dios es Padre y no apaga la llama débil, sino que acompaña y cuida a los débiles para que se fortalezcan y aporten su contribución de amor a la comunidad. Que la Virgen María nos ayude a vivir estos días de preparación para la Pascua como un tiempo de renovación espiritual y de confianza abierta a la gracia de Dios y a su misericordia.

Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

Desde el 27 de febrero, Nicaragua mantiene importantes conversaciones para resolver la grave crisis sociopolítica en la que se encuentra el país. Acompaño la iniciativa con mi oración y animo a las partes a encontrar una solución pacífica lo antes posible para el bien de todos.

Ayer en Tarragona, España, fue beatificado Mariano Mullerat y Soldevila, padre de familia y médico, joven, 39 años, que trataba de aliviar los sufrimientos físicos y morales de los hermanos, testimoniando con la vida y con el martirio la primacía de la caridad y del perdón. Un ejemplo para nosotros, que tanto nos cuesta perdonar. Que interceda por nosotros y que nos ayude a recorrer el camino del amor y de la fraternidad a pesar de las dificultades y de las tribulaciones. Un aplauso para el nuevo Beato!

Hoy se celebra la jornada en memoria de los misioneros mártires. Durante 2018, en todo el mundo, numerosos obispos, sacerdotes, monjas y fieles laicos sufrieron violencia; mientras que cuarenta misioneros fueron asesinados, casi el doble en comparación con el año anterior. Recordar este calvario contemporáneo de hermanos y hermanas perseguidos o asesinados por causa de su fe en Jesús es un deber de gratitud de toda la Iglesia, pero también es un estímulo para testimoniar con valentía nuestra fe y nuestra esperanza en aquel que, desde la Cruz, derrotó para siempre el odio y la violencia con su amor.

Oramos por las numerosas víctimas de los últimos atentados inhumanos en Nigeria y Mali. El Señor acoja a estas víctimas, sane a los heridos, consuele a las familias y convierta los corazones crueles. Oremos: «¡Ave María!…»

Os saludo a todos vosotros provenientes de Roma, de Italia y de diferentes países, en particular a los peregrinos de Pula (Croacia), Coslada (España) y la comunidad del Seminario Pontificio Francés. Saludo a los fieles de Dogana, Carpi, Faenza, Castellammare di Stabia; al grupo de mujeres asociadas a enfrentar su patología peculiar; los scouts de Campobasso, los confirmandos de Cervarese Santa Croce, los muchachos de la profesión de fe de Renate, Veduggio y Rastignano, los alumnos de los Institutos de los Hermanos de las Escuelas Cristianas de Turín y Vercelli, y los de la escuela de S. Dorotea de Montecchio Emilia.

Mañana, fiesta de la Anunciación del Señor, iré a Loreto, a la Casa de la Virgen. Elegí este lugar para la firma de la Exhortación Apostólica dedicada a los jóvenes. Pido vuestra oración para que el «sí» de María se convierta en el «sí» de muchos de nosotros.

Deseo a todos un buen domingo. Por favor, no os olvidéis de orar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!

Francisco

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