Papa Francisco en el Ángelus, 27-2-2022: «Jesús nos invita a reconocer nuestras miserias y a mirar a los demás como Él, que no ve antes que nada el mal sino el bien»

* «Dios nos mira así: no ve en nosotros errores irremediables, sino que ve hijos que se equivocan. El punto de vista cambia: no se concentra en los errores, sino en los hijos que se equivocan. Dios distingue siempre la persona de sus errores. Salva siempre la persona. Cree siempre en la persona y está siempre dispuesto a perdonar los errores. Sabemos que Dios perdona siempre. Y nos invita a hacer lo mismo: a no buscar en los demás el mal, sino el bien… Jesús también nos invita hoy a reflexionar sobre nuestro modo de hablar. El Señor explica que ‘de la abundancia del corazón habla la boca’. Las palabras que usamos dicen la persona que somos. Las palabras tienen un peso: nos permiten expresar pensamientos y sentimientos, dar voz a los miedos que sentimos y a los proyectos que queremos realizar, bendecir a Dios y a los demás. Lamentablemente, con la lengua también potemos alimentar los prejuicios, alzar barreras, agredir e incluso destruir; con la lengua podemos destruir a los hermanos: ¡las murmuraciones hieren y la calumnia puede ser más cortante que un cuchillo!»

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «En estos días hemos sido conmocionados por algo trágico: la guerra. Una y otra vez hemos rezado para que no se tome este camino. Y no dejamos de orar; al contrario, rogamos a Dios con más intensidad. Hemos rezado varias veces para que no se tome este camino. Por eso renuevo mi invitación a todos a hacer el 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, una jornada de oración y ayuno por la paz en Ucrania. Un día para estar cerca del sufrimiento del pueblo ucraniano, para sentir que todos somos hermanos y para implorar a Dios el fin de la guerra»

27 de febrero de 2022.- (Camino Católico)  En su alocución previa a la oración Ángelus del VIII domingo del tiempo ordinario, el Papa Francisco ha reflexionó sobre el Evangelio del día en el que Jesús nos invita a detenernos sobre la importancia de nuestra mirada y de nuestro hablar.

El Señor, explicó el Santo Padre, nos habla del riesgo que corremos de concentrarnos en mirar la brizna de paja en el ojo del hermano sin darnos cuenta de la viga que hay en el nuestro (cfr. Lc 6,41). Es decir, “estamos muy atentos a los defectos de los demás, incluso a los que son pequeños como una brizna de paja, e ignoramos serenamente los nuestros otorgándoles poco peso”.

El Pontífice ha subrayado que la invitación de Jesús es por tanto “mirar a los demás como lo hace Él, que no ve antes que nada el mal sino el bien”, y ha precisado: “Dios nos mira así: no ve en nosotros errores irremediables, sino hijos que se equivocan. Dios distingue siempre la persona de sus errores. Cree siempre en la persona y está siempre dispuesto a perdonar los errores. Y nos invita a hacer lo mismo: a no buscar en los demás el mal, sino el bien”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el Evangelio de la liturgia de hoy, Jesús nos invita a reflexionar sobre nuestra mirada y sobre nuestro hablar. Mirada y hablar.

Ante todo, nuestra mirada. El riesgo que corremos, dice el Señor, es el de concentrarnos en mirar la brizna de paja en el ojo del hermano sin darnos cuenta de la viga que hay en el nuestro (cfr. Lc 6,41). En otras palabras, estamos muy atentos a los defectos de los demás, incluso a los que son pequeños como una brizna de paja, e ignoramos serenamente los nuestros otorgándoles poco peso. Es verdad lo que dice Jesús: encontramos siempre motivos para culpabilizar a los demás y justificarnos a nosotros mismos. Y muchas veces nos quejamos de las cosas que no funcionan en nuestra sociedad, en la Iglesia, en el mundo, sin cuestionarnos antes a nosotros mismos y sin comprometernos en primer lugar a cambiar -todo cambio fecundo, positivo, debe comenzar por nosotros mismos; de lo contrario, no habrá cambio-. Pero Jesús explica que haciendo esto nuestra mirada es ciega. Y si estamos ciegos no podemos pretender ser guías y maestros para los demás: de hecho, un ciego no puede guiar a otro ciego, dice el Señor (cfr. v. 39).

Queridos hermanos y hermanas, el Señor nos invita a limpiar nuestra mirada. Limpiar nuestra mirada. En primer lugar, nos pide que miremos nuestro interior para reconocer nuestras miserias. Porque si no somos capaces de ver nuestros defectos, tenderemos siempre a exagerar los de los demás. En cambio, si reconocemos nuestros errores y nuestras miserias, se abre para nosotros la puerta de la misericordia. Y, después de que hayamos mirado nuestro interior, Jesús nos invita a mirar a los demás como lo hace Él -este es el secreto: mirar a los demás como lo hace Él-, que no ve antes que nada el mal sino el bien. Dios nos mira así: no ve en nosotros errores irremediables, sino que ve hijos que se equivocan. El punto de vista cambia: no se concentra en los errores, sino en los hijos que se equivocan. Dios distingue siempre la persona de sus errores. Salva siempre la persona. Cree siempre en la persona y está siempre dispuesto a perdonar los errores. Sabemos que Dios perdona siempre. Y nos invita a hacer lo mismo: a no buscar en los demás el mal, sino el bien.

Jesús también nos invita hoy a reflexionar sobre nuestro modo de hablar. El Señor explica que “de la abundancia del corazón habla la boca” (v. 45). Es verdad, por el modo de hablar de alguien enseguida te das cuenta de lo que tiene en el corazón. Las palabras que usamos dicen la persona que somos.

Sin embargo, a veces prestamos poca atención a nuestras palabras y las empleamos de modo superficial. Pero las palabras tienen un peso: nos permiten expresar pensamientos y sentimientos, dar voz a los miedos que sentimos y a los proyectos que queremos realizar, bendecir a Dios y a los demás. Lamentablemente, con la lengua también potemos alimentar los prejuicios, alzar barreras, agredir e incluso destruir; con la lengua podemos destruir a los hermanos: ¡las murmuraciones hieren y la calumnia puede ser más cortante que un cuchillo! Hoy en día, especialmente en el mundo digital, las palabras corren veloces; pero demasiadas vehiculan rabia y agresividad, alimentan noticias falsas y aprovechan los miedos colectivos para propagar ideas distorsionadas. Un diplomático, que fue Secretario General de las Naciones Unidas y ganó el premio Nobel de la Paz, dijo que “abusar de la palabra equivale a despreciar al ser humano” (D. Hammarskjöld, Marcas en el camino, Magnano BI 1992, 131).

Preguntémonos entonces qué tipo de palabras utilizamos: ¿palabras que expresan atención, respeto, comprensión, cercanía, compasión? ¿O más bien palabras cuya finalidad principal es hacernos quedar bien ante los demás? Y además, ¿hablamos con mansedumbre o contaminamos el mundo esparciendo venenos: criticando, lamentándonos, alimentando la agresividad difusa?

Que la Virgen María, cuya humildad miró Dios, la Virgen del silencio a quien ahora rezamos, nos ayude a purificar nuestra mirada y nuestro modo de hablar.

Oración del Ángelus:

Angelus Dómini nuntiávit Mariæ.
Et concépit de Spíritu Sancto.
Ave Maria…

Ecce ancílla Dómini.
Fiat mihi secúndum verbum tuum.
Ave Maria…

Et Verbum caro factum est.
Et habitávit in nobis.
Ave Maria…

Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.
Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.

Orémus.
Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine,
méntibus nostris infunde;
ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum.

Amen.

Gloria Patri… (ter)
Requiem aeternam…

Benedictio Apostolica seu Papalis

Dominus vobiscum.Et cum spiritu tuo.
Sit nomen Benedicat vos omnipotens Deus,
Pa ter, et Fi lius, et Spiritus Sanctus.

Amen.

Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:

¡Queridos hermanos y hermanas!

En estos días hemos sido conmocionados por algo trágico: la guerra. Una y otra vez hemos rezado para que no se tome este camino. Y no dejamos de orar; al contrario, rogamos a Dios con más intensidad. Hemos rezado varias veces para que no se tome este camino. Por eso renuevo mi invitación a todos a hacer el 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, una jornada de oración y ayuno por la paz en Ucrania. Un día para estar cerca del sufrimiento del pueblo ucraniano, para sentir que todos somos hermanos y para implorar a Dios el fin de la guerra.

Quien hace la guerra olvida a la humanidad. No parte de la gente, no mira la vida concreta de las personas, sino que antepone a todo, los intereses partidistas y el poder. Se confía a la lógica diabólica y perversa de las armas, que es la más alejada de la voluntad de Dios. Y se aleja de la gente de a pie, que quiere la paz; y que en todos los conflictos -la gente de a pie- son las verdaderas víctimas, que pagan en su propia piel las locuras de la guerra. Pienso en los ancianos, en los que buscan refugio en estas horas, en las madres que huyen con sus hijos… Son hermanos y hermanas para los que es urgente abrir corredores humanitarios y que deben ser acogidos.

Con el corazón roto por lo que sucede en Ucrania -y no olvidemos las guerras en otras partes del mundo, como en Yemen, Siria, Etiopía…-, repito: ¡Silencien las armas! Dios está con los que hacen la paz, no con los que usan la violencia. Porque quienes aman la paz, como dice la Constitución italiana, repudian la guerra como instrumento de agresión contra la libertad de otros pueblos y como medio de solución de las controversias internacionales (art. 11).

Ayer, en Granada, España, fueron proclamados beatos el sacerdote Gaetano Giménez Martín y quince compañeros mártires, asesinados por odio a la fe en el contexto de la persecución religiosa de la década de 1930 en España. Que el testimonio de estos heroicos discípulos de Cristo suscite en todos el deseo de servir al Evangelio con fidelidad y valentía. Un aplauso para los nuevos beatos.

¡Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos!

Saludo en particular a las niñas Quinceañeras de Panamá; a los jóvenes universitarios de la diócesis de Oporto; a los fieles de Mérida-Badajoz y Madrid, España; a los de París y Polonia;a los grupos de Reggio Calabria, Sicilia y la Unidad Pastoral Alta Langa; a los confirmados de Urgnano y los muchachos de Petosino, diócesis de Bérgamo.

Un saludo especial a todos los que habéis venido con motivo de la Jornada de las Enfermedades Raras, que se celebra mañana: Animo a las distintas asociaciones de pacientes y sus familias, así como a los investigadores que trabajan en este campo. ¡Soy cercano a vosotros! Saludo a los pueblos aquí presentes… ¡También veo muchas banderas de Ucrania! (en ucraniano) ¡Alabado sea Jesucristo!

Os deseo a todos un feliz domingo. Por favor, no od olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta la vista.

Francisco


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