Papa Francisco en el Ángelus, 29-6-2020: «Dios nos invita a buscarlo a Él, sus dones y a confiarle no sólo los problemas, sino a confiarle la vida»

* «Hoy, ante los Apóstoles, podemos preguntarnos: ‘Y yo, ¿cómo presento la vida? ¿Pienso sólo en las necesidades del momento o creo que mi verdadera necesidad es Jesús, que hace de mí un don? ¿Y cómo construyo mi vida, sobre mis capacidades o sobre el Dios vivo?’. Que la Virgen, que se confió completamente a Dios, nos ayude a situarlo en la base de cada día. Que Ella interceda por nosotros para que nosotros podamos con la gracia de Dios hacer de nuestra vida un don»

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «En este aniversario, es tradición que una delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla venga a Roma, pero este año no fue posible debido a la pandemia. Por lo tanto, envío un abrazo espiritual a mi querido hermano el Patriarca Bartolomé, con la esperanza de que puedan reanudar las visitas mutuas lo antes posible. Celebrando la solemnidad de San Pedro y San Pablo, quisiera recordar a tantos mártires que fueron decapitados, quemados vivos y asesinados, especialmente en la época del emperador Nerón, justamente en esta tierra donde ahora os encontráis. Esta es tierra ensangrentada por nuestros hermanos cristianos. Mañana celebraremos su conmemoración»

29 de junio de 2020.- (Camino Católico)  La Iglesia celebra hoy, a los santos patrones de Roma, los Apóstoles Pedro y Pablo. El Papa Francisco nos pregunta a cada uno de nosotros en su meditación antes de rezar el Ángelus: “Hoy, ante los Apóstoles, podemos preguntarnos: “Yo, ¿cómo presento la vida? ¿Pienso sólo en las necesidades del momento o creo que mi verdadera necesidad es Jesús, que hace de mí un don? ¿Y cómo construyo mi vida, sobre mis capacidades o sobre el Dios vivo?”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy celebramos a los santos patrones de Roma, los apóstoles Pedro y Pablo. Y es un regalo encontrarnos rezando aquí, cerca del lugar donde Pedro murió como mártir y está enterrado. Sin embargo, la liturgia de hoy recuerda un episodio completamente diferente: relata que varios años antes Pedro fue liberado de la muerte. Había sido arrestado, estaba encarcelado y la Iglesia, preocupada por su vida, rezaba incesantemente por él. Entonces un ángel bajó para liberarlo de la prisión (cf. Hechos 12, 1-11). Pero incluso años después, cuando Pedro estuvo prisionero en Roma, la Iglesia ciertamente habría rezado. Sin embargo, en aquella ocasión, no se le perdonó la vida. ¿Cómo es que fue liberado de la primera sentencia y luego no?

Porque hay un camino en la vida de Pedro que puede iluminar el camino de nuestra vida. El Señor le concedió grandes gracias y lo liberó del mal: también lo hace con nosotros. De hecho, a menudo acudimos a Él sólo en momentos de necesidad para pedir ayuda. Pero Dios ve más allá y nos invita a llegar más lejos, a buscar no sólo sus dones, sino a Él; a confiarle no sólo los problemas, sino a confiarle la vida. De esta manera, Él puede finalmente darnos la mayor gracia, la de dar la vida. Sí, lo más importante en la vida es hacer de la vida un don. Y esto es válido para todos: para los padres con sus hijos y para los hijos con sus padres ancianos –y me vienen a la mente tantos ancianos que han sido dejados solos, alejados de la familia, como, por ejemplo, me permito decir, materiales descartados. Esto es un drama de nuestros tiempos, la soledad de los ancianos–; para los casados y para los consagrados; es válido para todos, en casa y en el trabajo, y para todos los que nos rodean. Dios desea hacernos crecer en el don: sólo así podemos ser grandes. Nosotros crecemos si nos donamos a los demás. Miremos a San Pedro: no se convirtió en un héroe porque fue liberado de la prisión, sino porque dio su vida allí. Su don ha transformado un lugar de ejecución en el hermoso lugar de esperanza en el que nos encontramos.

A continuación, lo que hay que pedirle a Dios: no sólo la gracia del momento, sino la gracia de la vida. El Evangelio de hoy nos muestra precisamente el diálogo que cambió la vida de Pedro. Se encontró ante la siguiente pregunta de Jesús: “Quién dices que soy yo?”. Y respondió: “Tú eres el Hijo de Dios vivo”. Y Jesús contestó: “Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás” (Mateo 16, 16-17). Jesús dice bienaventurado, es decir, literalmente, feliz. Tomemos nota: Jesús dice Bienaventurado eres a Pedro, que le había dicho: Tú eres el Dios vivo. ¿Cuál es entonces el secreto de una vida dichosa, feliz? Reconocer a Jesús, pero a Jesús como Dios vivo. Porque no importa saber que Jesús fue grande en la historia, no importa apreciar lo que dijo o hizo: importa el lugar que le concedo en mi vida. En ese momento Simón escuchó a Jesús decir: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (v. 18). No le llamó “Piedra” porque fuera un hombre sólido y de confianza. No; porque cometerá muchos errores después, llegará incluso a negar al Maestro. Pero eligió construir su vida sobre Jesús; la Piedra, y no –como dice el texto– sobre “la carne ni la sangre”, es decir, sobre sí mismo, sobre sus capacidades; sino sobre Jesús (cfr. v. 17). Jesús es la roca en la que Simón se convirtió en piedra.

Hoy podemos decir lo mismo del apóstol Pablo, que se donó completamente al Evangelio considerando todo el resto como basura con tal de ganarse a Cristo.

Hoy, ante los Apóstoles, podemos preguntarnos: “Y yo, ¿cómo presento la vida? ¿Pienso sólo en las necesidades del momento o creo que mi verdadera necesidad es Jesús, que hace de mí un don? ¿Y cómo construyo mi vida, sobre mis capacidades o sobre el Dios vivo?”. Que la Virgen, que se confió completamente a Dios, nos ayude a situarlo en la base de cada día. Que Ella interceda por nosotros para que nosotros podamos con la gracia de Dios hacer de nuestra vida un don.

Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

En primer lugar, saludo a todos los romanos y a todos los que viven en esta ciudad, en la fiesta de los santos patronos, los apóstoles Pedro y Pablo. Por su intercesión, rezo para que en Roma cada persona pueda vivir con dignidad y pueda encontrar el feliz testimonio del Evangelio.

En este aniversario, es tradición que una delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla venga a Roma, pero este año no fue posible debido a la pandemia. Por lo tanto, envío un abrazo espiritual a mi querido hermano el Patriarca Bartolomé, con la esperanza de que puedan reanudar las visitas mutuas lo antes posible.

Celebrando la solemnidad de San Pedro y San Pablo, quisiera recordar a tantos mártires que fueron decapitados, quemados vivos y asesinados, especialmente en la época del emperador Nerón, justamente en esta tierra donde ahora os encontráis. Esta es tierra ensangrentada por nuestros hermanos cristianos. Mañana celebraremos su conmemoración.

Os saludo, queridos peregrinos presentes aquí: veo banderas de Canadá, Venezuela, Colombia y otros de muchos países… ¡Muchos saludos! Que la visita a las tumbas de los apóstoles fortalecerá su fe y testimonio.

Y os deseo a todos una feliz fiesta. Por favor, no os olvides de rezar por mí. Que tengáis un buen almuerzo y adiós.

Francisco

Papa Francisco en homilía de los Santos Pedro y Pablo Apóstoles, 29-6-20: «La oración permite que el Espíritu Santo intervenga y nos mantenga unidos en las dificultades»

Santa Misa presidida por el Papa Francisco en la solemnidad de los Santos Pedro y Pablo Apóstoles, 29-6-2020


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