Papa Francisco en el Ángelus 4-2-18: «Los milagros de Jesús son signos que invitan a la fe y a la conversión»

* «Ante la trágica situación prolongada en diferentes partes del mundo, invito a todos los fieles a un día especial de oración y ayuno por la paz el 23 de febrero próximo, viernes de la primera semana de Cuaresma. Lo ofreceremos especialmente para las poblaciones de la República Democrática del Congo y Sudán del Sur. Como en otras ocasiones similares, también invito a hermanos y hermanas no católicos y no cristianos a unirse a esta iniciativa de la manera que consideren más apropiada, pero todos juntos»

Video completo de las palabras del Papa traducidas al español

4 de febrero de 2018.- (Vatican News / Camino Católico) Durante el rezo del Ángelus, este domingo 4 de febrero en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el Papa Francisco recordó que la predicación de Jesús se sustenta en el camino y por ello, sus discípulos y la Iglesia, deben sostener el anuncio del Evangelio en el camino, en el movimiento, nunca desde la parálisis. “El anuncio del Reino de Dios por parte de Jesús encuentra su lugar en el camino”, explicó el Santo Padre.

El Papa recordó cómo, en el Evangelio de este domingo, “a los discípulos que le buscaban para llevarlo a la ciudad, a Cafarnaúm, Él les responde: “‘Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique’”. “Ese es el camino del Hijo de Dios y ese será el camino de sus discípulos: el camino como lugar del feliz anuncio del Evangelio, sitúa la misión de la Iglesia bajo el signo del ‘caminar’, del ‘movimiento’ y nunca de la parálisis”.

En el fragmento del Evangelio de San Marcos leído este domingo se realiza una descripción de un día de Jesús en Cafarnaúm, “era un sábado, la fiesta semanal de los hebreos. En esta ocasión, el evangelista Marcos pone de relieve la relación entre la actividad taumatúrgica de Jesús y el despertar de la fe de las personas con las que se encuentra”. “De hecho, con los signos de curación que realiza para los enfermos de todo tipo, el Señor quiere suscitar como respuesta la fe”, destacó Francisco.

Como ejemplo de esto se sitúa la curación de la suegra de Pedro, “que no sólo refleja el extraordinario poder de Cristo sobre un cuerpo enfermo. Por medio de esta breve narración, Marcos hace surgir un significado general de los milagros: la curación del cuerpo se dirige a la curación del corazón”.

De hecho, “los milagros son signos que invitan a la respuesta de fe, signos que siempre están acompañados de las palabras que iluminan, y juntos, signos y palabras, provocan la fe y la conversión por medio de la gracia divina de Cristo”.

Tras la oración del Ángelus, el Papa Francisco  convocó una jornada especial de oración y ayuno por la paz para el próximo 23 de febrero, viernes de la Primera Semana de Cuaresma, ante las trágicas situaciones de conflictos prolongados en diferentes lugares del mundo. La jornada de oración y ayuno se dedicará de forma especial “por la población de la República Democrática del Congo y de Sudán del Sur”, ambos países africanos duramente golpeados por conflictos civiles. En el video superior se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo continúa la descripción de una jornada de Jesús en Cafarnaúm, un sábado, fiesta semanal para los judíos (cf. Mc 1,21-39). Esta vez el evangelista Marcos pone de relieve la relación entre la actividad taumatúrgica de Jesús y el despertar de la fe en las personas que encuentra. En efecto, con los signos de curación que cumple en los enfermos de todo tipo, el Señor quiere suscitar como respuesta la fe.

La jornada de Jesús en Cafarnaúm comienza por la curación de la suegra de Pedro y termina con la escena de toda la ciudad que se agolpa delante de la casa donde él se alojaba, para llevarle a todos los enfermos (cf. V. 33). La gente, marcada por sufrimientos físicos y miserias espirituales, constituye, por así decir, “el ambiente vital” en el que se cumple la misión de Jesús, hechos de palabras y de gestos que sanan y consuelan. Jesús no ha venido a traer la salvación en un laboratorio; no predica en un laboratorio, separado de la gente: ¡está en medio de la multitud en medio del pueblo! Pensad que la mayor parte de la vida pública de Jesús la ha pasado en el camino, para estar con  la gente, para predicar el Evangelio, para curar las heridas físicas y espirituales. Es una humanidad marcada por los sufrimientos, esta multitud, de la cual el Evangelio habla muchas veces. Es una humanidad marcada de sufrimientos, trabajos y problemas: la acción poderosa, liberadora y renovadora de Jesús está dirigida a esta pobre humanidad. Así, en medio de la gente hasta el anochecer, se concluye ese sábado. ¿Y qué hace Jesús después?.

Antes del alba del día siguiente, sale de incógnito por la puerta de la ciudad y se retira a un lugar apartado para orar. Jesús ora. De esta manera, aleja su persona y su misión a una visión triunfalista, que malinterpreta el sentido de los milagros y de su poder carismático. Los milagros, en efecto, son “signos” que invitan a la respuesta de la fe; signos que están siempre acompañados por la palabra, que les ilumina; y juntos, signos y palabras, provocan la fe y la conversión por la fuerza divina de la gracia de Dios.

La conclusión del pasaje evangélico de hoy (vv.35-39) indica que el anuncio del Reino de Dios por parte de Jesús encuentra su lugar propio en el camino. A los discípulos que le buscan para llevarle a la ciudad – los discípulos han ido a buscarle al lugar donde oraba, querían llevarle a la ciudad – ¿qué responde Jesús? “Vamos a otra parte a las aldeas cercanas para que también allí yo proclame el Evangelio” (v. 38). Este ha sido el camino del Hijo de Dios y este será el camino de sus discípulos. Y este deberá ser el camino de todo cristiano. El camino, como lugar del anuncio gozoso del Evangelio, coloca la misión de la Iglesia bajo el signo del “ír”,  la Iglesia en camino, bajo el signo de “movimiento” y nunca de la inmovilidad.

Que la Virgen María nos ayude a estar abiertos a la voz del Espíritu Santo, que impulsa a la Iglesia a dirigir siempre más su tienda en medio de la gente, para llevar a todos la palabra de curación de Jesús, médico de las almas y de los cuerpos.

(Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:)

Queridos hermanos y hermanas:

Ayer, en Vigevano, fue proclamado Beato el joven Teresio Olivelli, asesinado por su fe cristiana en 1945, en el campo de concentración de Hersbruck. Dio testimonio de Cristo en amor por los más débiles y se une a la larga lísta de mártires del siglo pasado. Su sacrificio heroico es una semilla de esperanza y fraternidad especialmente para los jóvenes.

Hoy se celebra en Italia el Día de la Vida, que tiene como tema «El evangelio de la vida, alegría para el mundo». Me uno al Mensaje de los Obispos, y expreso mi aprecio y respaldo a la diversidad de las realidades eclesiales que de tantas maneras promueven y apoyan la vida, en particular al Movimiento por la Vida, a cuyos miembros presentes hoy aquí, no demasiados, saludo. Eso es precisamente lo que me preocupa, que no son muchos los que luchan por la vida en un mundo donde cada día se construyen más armas, cada día se hacen más leyes contra la vida, cada día va adelante esta cultura del descarte, de descartar aquello que no sirve, aquello que molesta. Por favor, recemos para que nuestro pueblo sea consciente de la defensa de la vida en este momento de destrucción y de descarte de la humanidad.

Deseo asegurar mi cercanía a la población de Madagascar, recientemente azotada por un fuerte ciclón, que ha causado víctimas, desplazados y daños extensos. Que el Señor los consuele y los sostenga.

Y ahora un anuncio. Ante la trágica situación prolongada en diferentes partes del mundo, invito a todos los fieles a un día especial de oración y ayuno por la paz el 23 de febrero próximo, viernes de la primera semana de Cuaresma. Lo ofreceremos especialmente para las poblaciones de la República Democrática del Congo y Sudán del Sur. Como en otras ocasiones similares, también invito a hermanos y hermanas no católicos y no cristianos a unirse a esta iniciativa de la manera que consideren más apropiada, pero todos juntos.    

Nuestro Padre Celestial siempre escucha a sus hijos que le imploran en el dolor y en la angustia, «sana los corazones rotos y sana sus heridas» (Salmo 147.3). Dirijo un cordial llamado para que también nosotros escuchemos este grito y que, cada uno en su propia conciencia, ante Dios, nos preguntemos: ‘¿Qué puedo hacer yo por la paz?’. Seguramente podamos rezar, pero no solo: cada uno puede decir concretamente ‘no’ a la violencia por cuanto de él o de ella dependa. Porque las victorias obtenidas con la violencia son falsas victorias, ¡trabajar por la paz hace bien a todos!

Saludo a todos ustedes, los fieles de Roma y los peregrinos de Italia y de varios países. Saludo al grupo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta (España), los estudiantes de la universidad «Charles Péguy» en París, los fieles de Sestri Levante, Empoli, Milán y Palermo, y la representación de la ciudad de Agrigento, a quien expreso mi reconocimiento por el compromiso de acoger e integrar a los migrantes. Gracias! Gracias por lo que hacéis. Un saludo cordial a los voluntarios y colaboradores de la asociación «Fraterna Domus» que ha trabajado en Roma por hospitalidad y solidaridad durante 50 años.

A todos les deseo un buen domingo.  Os ruego, no os olvides de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto!

Francisco

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