Papa Francisco en el Ángelus, 6-6-2021: «La Eucaristía sana, une a Jesús y hace asimilar su manera de vivir, su capacidad de responder al mal con el bien»
* «Cada vez que recibimos el Pan de Vida, Jesús viene a dar un nuevo sentido a nuestras fragilidades. Nos recuerda que a sus ojos somos más valiosos de lo que pensamos. Nos dice que se complace si compartimos con Él nuestras fragilidades. Nos repite que su misericordia no teme nuestras miserias. Y, sobre todo, nos cura con amor de aquellas fragilidades que no podemos curar por nosotros mismos ¿Qué fragilidades? Pensemos. La de sentir resentimiento hacia quienes nos han hecho daño; la de distanciarnos de los demás y aislarnos en nuestro interior; la de llorar sobre nosotros mismos y quejarnos sin encontrar la paz. Solos no podemos curarlas. Es Él el que nos cura con su presencia, con su pan, con la Eucaristía»
Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus
* «Sigo con dolor las noticias procedentes de Canadá sobre el espantoso descubrimiento de los restos de 215 niños, alumnos del Colegio Residencial Indio de Kamloops, en la provincia de Columbia Británica. Me uno a los obispos canadienses y a toda la Iglesia católica de Canadá para expresar mi cercanía al pueblo canadiense, que ha quedado traumatizado por esta impactante noticia. Encomendamos al Señor las almas de todos los niños fallecidos en las escuelas residenciales de Canadá y oramos por las familias y comunidades indígenas de Canadá, afligidas por el dolor. Recemos en silencio. Deseo asegurar mis oraciones por las víctimas de la masacre que tuvo lugar en la noche del viernes al sábado en una pequeña ciudad de Burkina Faso. Estoy cerca de sus familias y de todo el pueblo de Burkina Faso, que está sufriendo mucho por estos repetidos ataques. África necesita paz y no violencia»
6 de junio de 2021.- (Camino Católico) En la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Corpus Domini que se celebra hoy, en Italia y en otros países, tal como ha explicado el Papa antes de la oración mariana del ángelus dominical, Francisco ha comentado el Evangelio según San Marcos que nos presenta el relato de la Última Cena (Mc 14, 12-16, 22-26). Y ha afirmado que “las palabras y los gestos del Señor nos tocan el corazón”.
“Hoy encontramos la grandeza de Dios en un trozo de pan, en una fragilidad que desborda de amor y de compartir”. El Señor “sabe que lo necesitamos” – ha afirmado el Papa – “porque la Eucaristía no es el premio de los santos, sino el Pan de los pecadores”.
El Señor “nos cura con amor de aquellas fragilidades que no podemos curar por nosotros mismos”: “La de sentir resentimiento hacia quienes nos han hecho daño; la de distanciarnos de los demás y aislarnos en nuestro interior; la de llorar sobre nosotros mismos y quejarnos sin encontrar la paz”.
Por esta razón ha asegurado que “la Eucaristía es una medicina eficaz contra estas cerrazones. El Pan de Vida, de hecho, cura las rigideces y las transforma en docilidad. La Eucaristía sana porque nos une a Jesús: nos hace asimilar su manera de vivir, su capacidad de partirse y entregarse a los hermanos, de responder al mal con el bien”. Además, el Santo Padre ha dicho que la Eucaristía: “Nos da el valor de salir de nosotros mismos y de inclinarnos con amor hacia la fragilidad de los demás. Como hace Dios con nosotros”.
Hacia el final de su alocución, y antes de rezar a la Madre de Dios con los fieles y peregrinos que, distanciados prudentemente, seguían sus enseñanzas en la Plaza de San Pedro, el Papa se ha referido a “la lógica de la Eucaristía”. Que es la que nos permite recibir “a Jesús que nos ama y sana nuestras fragilidades para amar a los demás y ayudarles en sus fragilidades”. “Que la Santísima Virgen, en quien Dios se hizo carne, nos ayude a acoger con corazón agradecido el don de la Eucaristía y a hacer también de nuestra vida un don”.
Después de rezar el Ángelus de este domingo, el Papa ha orado y expresado su dolor por los restos de los niños encontrados en Canadá y por Burkina Faso que como toda África necesita paz. El Papa también ha recordado a la beata María Laura Mainetti, de las Hijas de la Cruz, asesinada hace 21 años por tres chicas influidas por una secta satánica. Y antes de despedirse ha destacado que el 8 de junio, a las 13 horas, la Acción Católica Internacional invita a todos a dedicar un minuto por la paz, cada uno según su propia tradición religiosa. “Recemos en particular por Tierra Santa y por Myanmar”, ha dicho Francisco. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:
Queridos hermanos y hermanas, ¡Buenos días!
Hoy, en Italia y en otros países, celebramos la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo. El Evangelio nos presenta el relato de la Última Cena (Mc 14, 12-16, 22-26). Las palabras y los gestos del Señor tocan nuestro corazón: toma el pan en sus manos, pronuncia la bendición, lo parte y lo ofrece a los discípulos, diciendo: “Tomad; este es mi cuerpo” (v. 22).
Y así, con sencillez, Jesús nos da el mayor sacramento. El suyo es un gesto humilde de donación, de compartir. En la culminación de su vida, no reparte pan en abundancia para alimentar a las multitudes, sino que se parte a sí mismo en la cena de la Pascua con los discípulos. De este modo, Jesús nos muestra que el objetivo de la vida es el donarse, que lo más grande es servir. Y hoy encontramos la grandeza de Dios en un trozo de pan, en una fragilidad que desborda de amor y de compartir. Fragilidad es precisamente la palabra que me gustaría subrayar. Jesús se hace frágil como el pan que se rompe y se desmigaja. Pero precisamente ahí radica su fuerza. En la Eucaristía la fragilidad es fuerza: fuerza del amor que se hace pequeño para ser acogido y no temido; fuerza del amor que se parte y se divide para alimentar y dar vida; fuerza del amor que se fragmenta para reunirnos en la unidad.
Y hay otra fuerza que destaca en la fragilidad de la Eucaristía: la fuerza de amar a quien se equivoca. Es en la noche en que fue traicionado que Jesús nos da el Pan de Vida. Él nos hace el mayor regalo mientras siente en su corazón el abismo más profundo: el discípulo que come con él, que moja su bocado en el mismo plato, lo está traicionando. Y la traición es el mayor dolor para los que aman. ¿Y qué hace Jesús? Reacciona ante el mal con un bien mayor. Al ‘no’ de Judas responde con el ‘sí’ de la misericordia. No castiga al pecador, sino que da su vida por él. Paga por él. Cuando recibimos la Eucaristía, Jesús hace lo mismo con nosotros: nos conoce, sabe que somos pecadores y que cometemos muchos errores, pero no renuncia a unir su vida a la nuestra. Él sabe que lo necesitamos, porque la Eucaristía no es el premio de los santos, sino el Pan de los pecadores. Por eso nos exhorta: ‘Tomen y coman’.
Cada vez que recibimos el Pan de Vida, Jesús viene a dar un nuevo sentido a nuestras fragilidades. Nos recuerda que a sus ojos somos más valiosos de lo que pensamos. Nos dice que se complace si compartimos con Él nuestras fragilidades. Nos repite que su misericordia no teme nuestras miserias. Y, sobre todo, nos cura con amor de aquellas fragilidades que no podemos curar por nosotros mismos ¿Qué fragilidades? Pensemos. La de sentir resentimiento hacia quienes nos han hecho daño; la de distanciarnos de los demás y aislarnos en nuestro interior; la de llorar sobre nosotros mismos y quejarnos sin encontrar la paz. Solos no podemos curarlas. Es Él el que nos cura con su presencia, con su pan, con la Eucaristía. La Eucaristía es una medicina eficaz contra estas cerrazones. El Pan de Vida, de hecho, cura las rigideces y las transforma en docilidad.
La Eucaristía sana porque nos une a Jesús: nos hace asimilar su manera de vivir, su capacidad de partirse y entregarse a los hermanos, de responder al mal con el bien. Nos da el valor de salir de nosotros mismos y de inclinarnos con amor hacia la fragilidad de los demás. Como hace Dios con nosotros.
Esta es la lógica de la Eucaristía: recibimos a Jesús que nos ama y sana nuestras fragilidades para amar a los demás y ayudarles en sus fragilidades. Y esto durante toda la vida. Hoy, en la liturgia de las horas hemos rezado un himno, cuatro versos que son el resumen de toda la vida de Jesús. Nos dicen que Jesús naciendo se hizo compañero de viaje en la vida. Después, en la cena, se dio como alimento. Luego, en la Cruz, en su muerte, se hizo precio, ha pagado por nosotros. Y ahora, reinando en el cielo, es nuestro premio que nosotros vamos a buscar [cf. Himno en las Laudes del Corpus Christi,Verbum Supernum Prodiens].
Que la Santísima Virgen, en quien Dios se hizo carne, nos ayude a acoger con corazón agradecido el don de la Eucaristía y a hacer también de nuestra vida un don. Que la Eucaristía nos haga don para todos los demás.
Oración del Ángelus:
Angelus Dómini nuntiávit Mariæ.
Et concépit de Spíritu Sancto.
Ave Maria…
Ecce ancílla Dómini.
Fiat mihi secúndum verbum tuum.
Ave Maria…
Et Verbum caro factum est.
Et habitávit in nobis.
Ave Maria…
Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.
Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.
Orémus.
Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine,
méntibus nostris infunde;
ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum.
Amen.
Gloria Patri… (ter)
Requiem aeternam…
Benedictio Apostolica seu Papalis
Dominus vobiscum.Et cum spiritu tuo.
Sit nomen Benedicat vos omnipotens Deus,
Pa ter, et Fi lius, et Spiritus Sanctus.
Amen.
Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:
Sigo con dolor las noticias procedentes de Canadá sobre el espantoso descubrimiento de los restos de 215 niños, alumnos del Colegio Residencial Indio de Kamloops, en la provincia de Columbia Británica. Me uno a los obispos canadienses y a toda la Iglesia católica de Canadá para expresar mi cercanía al pueblo canadiense, que ha quedado traumatizado por esta impactante noticia. El triste descubrimiento aumenta nuestra conciencia del dolor y el sufrimiento del pasado. Que las autoridades políticas y religiosas de Canadá sigan colaborando con determinación para arrojar luz sobre este triste suceso y comprometerse humildemente en un camino de reconciliación y sanación. Estos momentos difíciles son un fuerte llamado para que todos nos alejemos del modelo colonizador e incluso de las colonizaciones ideológicas de hoy, y caminemos juntos en el diálogo, el respeto mutuo y el reconocimiento de los derechos y valores culturales de todas las hijas e hijos de Canadá. Encomendamos al Señor las almas de todos los niños fallecidos en las escuelas residenciales de Canadá y oramos por las familias y comunidades indígenas de Canadá, afligidas por el dolor. Recemos en silencio.
Deseo asegurar mis oraciones por las víctimas de la masacre que tuvo lugar en la noche del viernes al sábado en una pequeña ciudad de Burkina Faso. Estoy cerca de sus familias y de todo el pueblo de Burkina Faso, que está sufriendo mucho por estos repetidos ataques. África necesita paz y no violencia.
Hoy en Chiavenna, en la diócesis de Como, es beatificada sor María Laura Mainetti, de las Hijas de la Cruz, asesinada hace 21 años por tres chicas influidas por una secta satánica. Crueldad. Ella, que amaba a los jóvenes por encima de todo, y que amaba y perdonaba a esas mismas chicas prisioneras del mal, nos deja su programa de vida: hacer cada pequeña cosa con fe, amor y entusiasmo. Que el Señor nos dé a todos fe, amor y entusiasmo. ¡Aplaudamos a la nueva beata!
Pasado mañana, martes 8 de junio, a las 13:00 horas, Acción Católica Internacional invita a todos a dedicar un minuto por la paz, cada uno según su propia tradición religiosa. Oremos en particular por Tierra Santa y por Myanmar.
Saludo cordialmente a todos vosotros procedentes de Roma, de Italia y de otros países. De modo especial, saludo a los jóvenes del Proyecto Contacto de Turín y al Grupo de devotos de Nuestra Señora de los Milagros de Corbetta, a las familias de Cerignola y a la Asociación Nacional Italiana Ambulante, con numerosos trabajadores de las ferias artísticas y artistas callejeros. Muchas gracias por los dones que han traído. ¡Y también saludo a la gente de Salento en el sur de Apulia que está bailando “La Pizzica” allí! ¡Bien hecho!
A todos os deseo un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de orar por mí. ¡Buen almuerzo! ¡Y hasta pronto!
Francisco