Papa Francisco en el Ángelus 7-10-18: «el amor matrimonial herido puede ser sanado por Dios con la misericordia y el perdón»

* «En el proyecto original del Creador no existe el hombre que se casa con una mujer y si las cosas no van bien la repudia. No. En cambio sí hay un hombre y una mujer llamados a reconocerse, a complementarse a ayudarse mutuamente en el matrimonio. Esta enseñanza de Jesús es muy clara y defiende la dignidad del matrimonio como una unión de amor que implica fidelidad. Lo que permite a los esposos permanecer unidos en el matrimonio es un amor de donación reciproca sostenido por la gracia de Cristo. Si por el contrario, prevalecen los cónyuges el interés individual su propia satisfacción entonces esa unión no podrá resistir. La Iglesia ante tantos fracasos matrimoniales dolorosos se siente llamada a vivir su presencia de caridad y misericordia para redirigir hacia Dios los corazones heridos y perdidos»

Video completo de la transmisión en directo traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «Hoy, fiesta de Nuestra Señora del Rosario, renuevo la invitación a rezar el Rosario todos los días en octubre, concluyendo con la antífona Bajo tu protección y la oración a San Miguel Arcángel, para repeler los ataques del diablo que quiere dividir a la Iglesia»

7 de octubre de 2018.- (Camino Católico) El 7 de octubre, XXVII domingo del tiempo ordinario, el Papa Francisco rezó la oración mariana del Ángelus junto a miles de fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro. Comentando la lectura del Evangelio (cf. Mc 10,2-16), que relata cómo Jesús responde con sabiduría y autoridad a los fariseos ante sus provocativas cuestiones sobre el matrimonio, interrogándolo sobre si es lícito que un marido repudie a su mujer, como lo dispone la ley de Moisés (cf. vv. 2-4).

En este contexto, el Santo Padre explica que Jesús, en primer lugar, «redimensiona la ley mosaica», afirmando que el antiguo legislador «escribió para ustedes esta norma a causa de la dureza de su corazón». En otras palabras, es una concesión que sirve para tapar las lagunas producidas por nuestro egoísmo, pero no corresponde a la intención original del Creador.

Por ello, Jesús retoma el libro del Génesis: «Desde el principio de la creación, Dios, los hizo varón y mujer; por eso el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne» (vv. 6-7). Y concluye: «Por tanto, el hombre no debe dividir lo que Dios ha unido» (v. 9).

«En el proyecto original del Creador, no existe el hombre que se casa con una mujer y, si las cosas no van bien, la repudia. ¡No! En cambio, si hay un hombre y una mujer llamados a reconocerse, a completarse, a ayudarse mutuamente en el matrimonio», argumento Francisco haciendo hincapié en que esta enseñanza de Jesús es muy clara y defiende la dignidad del matrimonio, como una unión de amor que implica fidelidad.

«Lo que permite a los esposos permanecer unidos en el matrimonio es un amor de donación recíproca sostenido por la gracia de Cristo. Si por el contrario prevalece en los cónyuges el interés individual, su propia satisfacción, entonces su unión no podrá resistir».

Asimismo, el Papa señala que Jesús no admite el repudio ni todo lo que puede llevar al naufragio de la relación. «Lo hace para confirmar el plan de Dios, en el que destaca la fuerza y la belleza de las relaciones humanas», subraya el Pontífice destacando que la Iglesia, madre y maestra que comparte las alegrías y los esfuerzos de las personas, por un lado, «no se cansa de confirmar la belleza de la familia tal como nos ha sido transmitida por la Escritura y la Tradición; a la vez que se esfuerza por hacer sentir su cercanía materna de manera concreta a quienes viven la experiencia de relaciones rotas o llevadas a cabo de una manera dolorosa y cansada».

«La manera en que Dios mismo actúa con su pueblo infiel -es decir, con nosotros – nos enseña que el amor herido puede ser sanado por Dios a través de la misericordia y el perdón», añade el Obispo de Roma asegurando que ante tantos fracasos matrimoniales dolorosos, la Iglesia está llamada a vivir su presencia de caridad y misericordia, para redirigir hacia Dios los corazones heridos y perdidos. «Invoquemos a la Virgen María, para que ayude a los esposos a vivir y renovar siempre su unión a partir del don original de Dios», concluyó el Pontífice.

Tras rezar la oración mariana del Ángelus, con motivo de la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, el Santo Padre dirigió un saludo especial a los fieles reunidos en el Santuario de Pompeya para la tradicional Súplica, presidida en esta ocasión por el Cardenal Mario Zenari, Nuncio Apostólico en Siria. «Renuevo la invitación a rezar el Rosario todos los días en octubre, concluyendo con la antífona Bajo tu protección y la oración a San Miguel Arcángel, para repeler los ataques del diablo que quiere dividir a la Iglesia», dijo el Pontífice. En el vídeo se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo (cf. Mc 10, 2-16) nos ofrece la palabra de Jesús sobre el matrimonio. La historia comienza con la provocación de los fariseos que le preguntan a Jesús si es lícito que un esposo se repudie a su esposa, como lo dispone la ley de Moisés (véanse los versículos 2-4). En primer lugar, Jesús con la sabiduría y la autoridad que le viene del Padre redimensiona la prescripción mosaica diciendo: “Por la dureza de su corazón, él, es decir, el antiguo legislador, escribió para ustedes esta norma” (v. 5). En otras palabras, es una concesión que sirve para tapar las lagunas producidas por nuestro egoísmo, pero no corresponde a la intención original del Creador.

Y aquí Jesús retoma el libro del Génesis: “Desde el principio de la creación (Dios) los hizo varón y mujer por eso el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne” (v 6-7). Y concluye, “no debe dividir el hombre lo que Dios a unido” (v 9). En el proyecto original del Creador no existe el hombre que se casa con una mujer y si las cosas no van bien la repudia. No. En cambio sí hay un hombre y una mujer llamados a reconocerse, a complementarse a ayudarse mutuamente en el matrimonio.

Esta enseñanza de Jesús es muy clara y defiende la dignidad del matrimonio como una unión de amor que implica fidelidad. Lo que permite a los esposos permanecer unidos en el matrimonio es un amor de donación reciproca sostenido por la gracia de Cristo. Si por el contrario, prevalecen los cónyuges el interés individual su propia satisfacción entonces esa unión no podrá resistir.

Y es en la misma página del Evangelio que nos recuerda con gran realismo que el hombre y la mujer llamados a vivir la experiencia de la relación y del amor pueden hacer dolorosamente gestos que la ponen en crisis. Jesús no admite el repudio y todo lo que lleva al naufragio de la relación, lo hace para confirmar el plan de Dios en el que destaca la fuerza y la belleza de las relaciones humanas.

La Iglesia Madre y Maestra que comparte las alegrías y los esfuerzos de las personas por un lado, no se cansa de confirmar la belleza de la familia tal como nos ha sido transmitida por la Escritura y la Tradición; al mismo tiempo se esfuerza por hacer sentir su cercanía materna de manera concreta a quienes viven la experiencia, relaciones rotas o llevadas a cabo de una manera dolorosa y cansada.

La manera en que Dios mismo actúa con su pueblo infiel, -es decir, con nosotros-, nos enseña que el amor herido puede ser sanado por Dios a través de la misericordia y el perdón. Por eso, a la Iglesia, en estas situaciones no se le pide inmediatamente y solo la condena.  Al contrario, ante tantos fracasos matrimoniales dolorosos se siente llamada a vivir su presencia de caridad y misericordia para redirigir hacia Dios los corazones heridos y perdidos.

Invoquemos a la virgen María para que ayude a los esposos a vivir y renovar siempre su unión a partir del don original de Dios.

Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy, fiesta de Nuestra Señora del Rosario, dirijo un especial saludo a los fieles reunidos en el Santuario de Pompeya para la tradicional súplica, presidida en esta ocasión por el Cardenal Mario Zenari, Nuncio Apostólico en Siria. Renuevo la invitación a rezar el Rosario todos los días en octubre, concluyendo con la antífona Bajo tu protección y la oración a San Miguel Arcángel, para repeler los ataques del diablo que quiere dividir a la Iglesia.

El próximo sábado, tendrá lugar en Roma la primera jornada de las catacumbas. Muchos sitios estarán abiertos al público, con talleres educativos y eventos culturales. Agradezco a la Comisión Pontificia  para la Arqueología Sagrada esta iniciativa y deseo que tenga mucho éxito.

Os saludo con afecto a todos, romanos y peregrinos, especialmente a las familias y grupos parroquiales de Italia y de diversas partes del mundo. Saludo a los greco-católicos de Eslovaquia, a los fieles de Poznan y de  Fortaleza (Brasil); a los abuelos de Malta y los estudiantes de Neuilly (Francia); y a las Hermanas de San Pablo de Chartres de Australia.

Saludo a la peregrinación promovida por los Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y María, al coro «Calliope» de Gussago (Brescia), a los muchachos de la «Juventud Estudiantil» de Lazio y a los fieles de Abbiategrasso.

A todos os deseo un buen domingo y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Una buena comida y hasta la vista!

Francisco

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