Papa Francisco en el Ángelus: «Abrirnos a la luz de Cristo para llevar fruto a nuestra vida»

«Yo os sugiero tomar el Evangelio de Juan, leed ese pasaje del capítulo 9 que es este. Os hará bien porque así veis este camino de la ceguera a la luz, y ese otro camino malo hacia una más profunda ceguera. Y preguntémonos cómo es nuestro corazón. ¿Yo tengo un corazón abierto o un corazón cerrado? ¿Abierto o cerrado hacia Dios? ¿Abierto o cerrado hacia el prójimo?»

30 de marzo de 2014.- (13 TV /Radio Vaticano Camino Católico)  En sus palabras antes del rezo del Ángelus refiriéndose al Evangelio del día, el Santo Padre Francisco recordó ante miles de fieles y peregrinos que mientras el ciego curado se acerca gradualmente a la luz, los fariseos al contrario se hunden cada vez más en la ceguera interior. Encerrados en su presunción, creen tener ya la luz; por esto no se abren a la verdad de Jesús.

«Nuestra vida, a veces, es parecida a aquella del ciego que se ha abierto a la luz, a Dios y a su gracia. A veces, lamentablemente, es un poco como aquella de los fariseos: desde lo alto de nuestro orgullo juzgamos a los demás, y ¡hasta al Señor!» «Hoy, estamos invitados a abrirnos a la luz de Cristo para llevar fruto a nuestra vida, para eliminar los comportamientos que no son cristianos,para caminar decididamente sobre el camino de la santidad», que tiene su inicio en el Bautismo. En el vídeo se visualiza y escucha toda la meditación y la oración del Ángelus del Papa, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!:

El Evangelio de hoy nos presenta el episodio del hombre ciego de nacimiento, a quien Jesús dona la vista. El largo relato inicia con un ciego que comienza a ver y si concluye con los presuntos videntes que continúan permaneciendo ciegos en el alma. El milagro es narrado por Juan en apenas dos versículos, porque el evangelista quiere atraer la atención no sobre el milagro en sí, sino sobre aquello que ocurre después, sobre las discusiones que origina.

El ciego curado es en primer lugar interrogado por la multitud sorprendida, luego por los fariseos; y los fariseos interrogan también a sus padres. Al final el ciego curado llega a la fe, y ésta es la gracia más grande que le viene dada por Jesús: no sólo poder ver, sino conocer a Él, que es «la luz del mundo» (Jn 9,5).

Mientras el ciego se acerca gradualmente a la luz, los fariseos al contrario se hunden cada vez más en la ceguera interior. Encerrados en su presunción, creen tener ya la luz; por esto no se abren a la verdad de Jesús. Ellos hacen todo lo posible por negar la evidencia. Ponen en duda la identidad del hombre curado; después niegan la acción de Dios en la curación, tomando como pretexto que Dios no obra el sábado; llegan incluso a dudar que aquel hombre hubiese nacido ciego. Su cerrazón a la luz se vuelve agresiva y desemboca en la expulsión del hombre curado del templo.

El camino del ciego en cambio es un camino por etapas, que parte del conocimiento del nombre de Jesús. No conoce a otro que a Él; de hecho dice: « Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos» (v. 11). Como consecuencia de las insistentes preguntas de los fariseos, primero lo considera un profeta (v. 17) y después un hombre cercano a Dios (v. 31). Luego que ha sido alejado del templo, Jesús lo vuelve a encontrar y le “abre los ojos” por segunda vez, revelándole la propia identidad. A este punto aquel que había sido ciego exclama: «¡Creo, Señor!» (v. 38), y se inclina ante Jesús.

Queridos hermanos, nuestra vida, a veces, es parecida a aquella del ciego que se ha abierto a la luz, a Dios y a su gracia. A veces, lamentablemente, es un poco como aquella de los fariseos: desde lo alto de nuestro orgullo juzgamos a los demás, y ¡hasta al Señor! Hoy, estamos invitados a abrirnos a la luz de Cristo para llevar fruto a nuestra vida, para eliminar los comportamientos que no son cristianos, para caminar decididamente sobre el camino de la santidad. Ella tiene su inicio en el Bautismo. De hecho también nosotros hemos sido “iluminados” por Cristo en el Bautismo, para que, como nos recuerda san Pablo, podamos comportarnos como «hijos de la luz» (Ef 5,8), con humildad, paciencia, misericordia.

Estos doctores de la ley no tenían ni humildad, ni paciencia, ni misericordia. Yo os sugiero hoy cuando volváis a casa tomar el Evangelio de Juan, leed ese pasaje del capítulo 9 que es este. Os hará bien porque así veis este camino de la ceguera a la luz, y ese otro camino malo hacia una más profunda ceguera. Y preguntémonos cómo es nuestro corazón, ¿cómo es mi corazón? ¿Cómo es tu corazón? ¿Yo tengo un corazón abierto o un corazón cerrado? ¿Abierto o cerrado hacia Dios? ¿Abierto o cerrado hacia el prójimo? Siempre tenemos en nosotros alguna clausura que nace del pecado, nacida de las equivocaciones, de los errores. No tengamos miedo, no tengamos miedo. Abrámonos a la luz del Señor, Él nos espera siempre, Él nos espera siempre para hacernos ver mejor, para darnos más luz, para perdonarnos. No olvidéis esto. Él nos espera siempre.

Confiemos a la Virgen María el camino cuaresmal, para que también nosotros, como el ciego curado, podamos con la gracia de Cristo “venir a la luz”, renacer a la vida nueva.

(A continuación el Santo Padre rezó la oración del ángelus y después dijo:)

Queridos hermanos y hermanas:

Saludo cordialmente a las familias, los grupos parroquiales, las asociaciones y los fieles particulares procedente de Italia y de tantos países, en particular a los de Ponferrada y Valladolid; los estudiantes y los profesores de los colegios de Murcia, Castelfranco de Córdoba y Leganés; los alumnos de los colegios de París y los emigrantes portugueses de Londres.

Saludo al Movimiento Juvenil Lasalliano, el grupo «Jóvenes, arte y fe de Santa Paola Frassinetti», los universitarios de Venecia.

Dirijo un saludo particular a los militares italianos que han realizado un peregrinaje a pie desde Loreto a Roma, rezando por la pacífica y justa resolución de las controversias.  Y esto es muy bonito, Jesús en las bienaventuranzas dice que son bienaventurados aquellos que trabajan por la paz.

Un pensamiento va a los grupos de fieles de Potenza, Atella, Sulmona, Lomagna, Conegliano, Locara, Nápoles, Afragola, Ercolano y Torre del Greco; a los jóvenes de confirmación de Gardone Valtrompia, Ostia, Reggio Emilia, Fane, Serramazzoni y Parma; a los estudiantes de Massa Carrara y Génova-Pegli.

Saludo finalmente a la Coral de Brembo, la Polisportiva Laurentino de Roma, los motoristas de Terni-Narni; los representantes del WWF-Italia, animándoles en su compromiso a favor del ambiente.

Y no olvidéis hoy en casa tomar el Evangelio de Juan, capítulo 9 y leer esta historia del ciego que se ha convertido en vidente y de los presuntos videntes que se han caído más en su ceguera. Capítulo 9 del Evangelio de Juan.

A todos os deseo un feliz domingo y buena comida. ¡Hasta pronto!

Papa Francisco

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