Papa Francisco en homilía de misa de acción de gracias por canonización de Wojtyla: «Que san Juan Pablo II nos ayude a ser viandantes resucitados»

“Somos viandantes, no errantes. En camino, pero sabemos dónde vamos. Los errantes no lo saben. Somos peregrinos pero no vagabundos, come decía san Juan Pablo II. También nosotros podemos caminar junto a los hermanos y hermanas que están tristes y desesperados, y encender sus corazones con el Evangelio, y partir el pan con ellos, el pan de la fraternidad”
4 de mayo de 2014.-(Radio Vaticano/ Camino Católico) Esta mañana el Santo Padre Francisco presidió en la Iglesia de San Estanislao en Roma, la misa de agradecimiento por la Canonización de Juan Pablo II. Luego de la celebración, el Papa regresó al Vaticano para el rezo del Regina Coeli.
La Iglesia de San Estanislao, en la calle Botteghe Oscure de Roma, mejor conocida como la “iglesia de los polacos”, es la iglesia nacional de Polonia, punto de referencia para los casi 20.000 polacos residentes en Roma, cuya historia se remonta al siglo XVI, cuando el Cardenal Estanislao Osio pidió al Papa Gregorio XIII que diera a la comunidad polaca un lugar en donde poder recibir ayuda espiritual y material. Juan Pablo II visitó esta Iglesia tres veces cuando era Papa.
Así, Francisco ha invitado a los fieles congregados en la llamada “iglesia de los polacos” a seguir el camino de Jesús, pero ha explicado que Juan Pablo II decía que hay que ser «caminantes, no errantes y que somos peregrinos pero no vagabundos». «Que san Juan Pablo II nos ayude a ser caminantes resucitados», ha concluido el Papa. El texto completo de la homilía del Santo Padre es el siguiente:
En el pasaje de los Hechos de los Apóstoles hemos escuchado la voz de Pedro, que anuncia con fuerza la resurrección de Jesús. Y en la segunda lectura es también Pedro que confirma a los fieles en la fe en Cristo, escribiendo: “ustedes por obra suya creen en Dios, que lo ha resucitado de entre los muertos, de modo que su fe y su esperanza están dirigidas a Dios”.
Pedro es el punto de referencia firme en la comunidad porque está fundado en la Roca que es Cristo. Así estuvo Juan Pablo II, verdadera piedra, anclado a la gran Roca.
Una semana después de la canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II, estamos reunidos en esta iglesia de los polacos en Roma, para agradecer al Señor el don del santo Obispo de Roma hijo de vuestra nación. ¡En esta iglesia donde él vino más de 80 veces! Él siempre vino aquí en diversos momentos de su vida y de la vida de Polonia. En los momentos de tristeza y de abatimiento, cuando todo parecía perdido, él no perdía la esperanza. Él no perdía la esperanza, porque su fe y su esperanza estaban fijas en Dios. Y así era piedra, roca, para esta comunidad. Era piedra, roca para esta comunidad, que aquí reza, que aquí escucha la Palabra, prepara los Sacramentos y los administra, recibe a los necesitados, canta y hace fiesta, y desde aquí sale a las periferias de Roma.
Ustedes, hermanos y hermanas, hacen parte de un pueblo que ha sido muy probado en su historia. El pueblo polaco sabe bien que para entrar en la gloria es necesario pasar a través de la pasión y la cruz. Y no lo saben porque lo han estudiado, sino porque lo han vivido. San Juan Pablo II, como digno hijo de su patria terrena, siguió este camino. Lo siguió de un modo ejemplar, recibiendo de Dios el despojo total. Por esto su carne reposa en la esperanza.
Y nosotros ¿estamos dispuestos a seguir este camino? Ustedes, queridos hermanos, que forman hoy la comunidad cristiana de polacos en Roma ¿quieren seguir este camino?
San Pedro, también con la voz de san Juan Pablo II, les dice “compórtense con temor de Dios en el tiempo en que viven aquí abajo como extranjeros”. Es verdad, somos viandantes, no errantes. En camino, pero sabemos dónde vamos. Los errantes no lo saben. Somos peregrinos pero no vagabundos, come decía san Juan Pablo II.
Los dos discípulos de Emaús en la ida eran errantes, no sabían dónde terminarían, pero al regreso ¡no! Al regreso eran ¡testigos de la esperanza que es Cristo! Porque lo habían encontrado a Él, el Viandante resucitado. Este Jesús, es el Viandante resucitado que camina con nosotros. Jesús hoy está aquí, está aquí entre nosotros. Está aquí con su Palabra, camina con nosotros, es el Viandante resucitado.
También nosotros podemos convertirnos en viandantes resucitados si su Palabra enciende nuestro corazón, y la Eucaristía nos abre los ojos a la fe y nos nutre de esperanza y de caridad. También nosotros podemos caminar junto a los hermanos y hermanas que están tristes y desesperados, y encender sus corazones con el Evangelio, y partir el pan con ellos, el pan de la fraternidad.
Que san Juan Pablo II nos ayude a ser viandantes resucitados. Amén.
Papa Francisco