Papa Francisco / En homilía en Santa Marta 3-10-17: «Pedir a Jesús el coraje de seguirlo desde cerca»

* «¿Cuántas veces yo trato de hacer tantas cosas y no miro, lo que Tú has hecho por mí? ¿Tú que has entrado en la paciencia – el hombre paciente, Dios paciente – que con tanta paciencia toleras mis pecados, mis fracasos? Y hablar con Jesús así. Él siempre está decidido a ir adelante, poner el rostro, y nosotros debemos agradecérselo. Transcurramos hoy un poco de tiempo, poco minutos – cinco, diez, quince – ante  el Crucifijo, tal vez, o con la imaginación ver a Jesús caminando decididamente hacia Jerusalén, y pedir la gracia de tener el coraje de seguirlo desde cerca»

3 de octubre de 2017.- (Laudate Dominum / Radio Vaticano Camino Católico) Jesús está en camino con sus discípulos hacia Jerusalén porque “se cumplían los días en que habría sido elevado en alto”. Se trata del inicio del Evangelio propuesto por la liturgia del día que refiere el aproximarse del momento de la pasión y de la cruz, ante el cual – como destacó el Papa –  en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta el primer martes de octubre – Jesús realiza dos acciones: “Toma la firme decisión de ponerse en camino”; de manera que acepta la voluntad del Padre y va adelante; y después, “anuncia esto a sus discípulos”.

“Sólo una vez”– recordó Francisco – se permitió pedir al Padre que alejara un poco esta cruz: ‘Padre –en el Huerto de los Olivos – si es posible, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya’. Obediente: lo que el Padre quiere. Decidido y obediente y nada más. Y así, hasta el final. El Señor entra en la paciencia… Entra en la paciencia. Es un ejemplo de camino, no sólo morir sufriendo en la cruz, sino caminar en la paciencia”.

Sin embargo, ante esta decisión, y con la perspectiva del camino hacia Jerusalén y hacia la cruz, los discípulos no siguen a su Maestro, tal como lo relatan diversas páginas de los Evangelios que citó el Santo Padre. A veces los discípulos “no entendían lo que quería decir o no querían entender, porque estaban asustados”; mientras otras veces “escondían la verdad” o se distraían haciendo “cosas alienantes”; o, como se lee en el Evangelio, “buscaban una coartada para no pensar” en lo que le esperaba al Señor.

“Y Jesús solo. No estaba acompañado en esta decisión porque nadie comprendía el misterio de Jesús. La soledad de Jesús en el camino hacia Jerusalén: solo. Y esto, hasta el final. Pensemos después en el abandono de los discípulos, en la traición de Pedro… Solo. El Evangelio nos dice que se le apareció sólo un ángel del cielo para confortarlo en el Huerto de los Olivos. Sólo aquella compañía. Solo”.

Vale la pena – y fue ésta la sugerencia final del Papa, “tomarse un poco de tiempo para pensar” en Jesús que “tanto nos ha amado”, “que ha caminado solo hacia la cruz” en medio de la incomprensión de los suyos. “Pensar”, “ver”,  “agradecer” a Jesús, obediente y valiente, y “realizar un coloquio con Él”. Y Francisco sugirió las palabras con las que hacerlo:

“¿Cuántas veces yo trato de hacer tantas cosas y no miro, lo que Tú has hecho por mí? ¿Tú que has entrado en la paciencia – el hombre paciente, Dios paciente – que con tanta paciencia toleras mis pecados, mis fracasos? Y hablar con Jesús así. Él siempre está decidido a ir adelante, poner el rostro, y nosotros debemos agradecérselo. Transcurramos hoy un poco de tiempo, poco minutos – cinco, diez, quince – ante  el Crucifijo, tal vez, o con la imaginación ver a Jesús caminando decididamente hacia Jerusalén, y pedir la gracia de tener el coraje de seguirlo desde cerca”.

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