Papa Francisco en homilía en Santa Marta 6-4-17: «Pensar diez minutos sin tele y descubrir la fidelidad de Dios en las pruebas»

* «Les invito a tomar, hoy, cinco minutos, diez minutos, sentados, sin radio, sin tv; sentados, y pensar en su propia historia: las bendiciones y las desgracias, todo. Las gracias y los pecados: todo. Y miren allí la fidelidad de ese Dios que ha sido fiel a su alianza, fue fiel a la promesa que hizo a Abraham, fue fiel a la salvación que prometió en su Hijo Jesús. Estoy seguro de que en medio a las cosas quizás malas – porque todos las tenemos, muchas cosas malas en la vida – si hoy hacemos esto, descubriremos la belleza del amor de Dios, la belleza de su misericordia, la belleza de la esperanza. Y estoy seguro de que todos nosotros nos llenaremos de alegría»

6 de abril de 2017.- (Radio Vaticano Camino CatólicoDios siempre es fiel a su alianza: fue fiel con Abraham y a la salvación prometida en su Hijo Jesús. Así habló el  Papa en la homilía de la Misa en Casa Santa Marta. Francisco exhorta a detenerse hoy, durante diez minutos, y pensar en la propia historia para descubrir la belleza del amor de Dios, también en las pruebas.

Abraham, centro de la liturgia de hoy, es la figura alrededor de la cual gira la homilía de Francisco. En la primera lectura se narra la alianza que Dios hizo con Abraham, llamado  “padre” por Jesús y por los fariseos, en el Evangelio, porque es el que empezó a engendrar “este pueblo que hoy es la Iglesia”. Abraham, se fía, obedece, cuando es llamado a irse a otra tierra que habría recibido en herencia.

Abraham, hombre de fe, experimenta que Dios no le había engañado

Hombre de fe y de esperanza, cree cuando se le dice que tendría un hijo “a los 100 años”, con “su mujer estéril”, “creyó contra toda esperanza”. “Si alguien intentara describir la vida de Abraham, podría decir: ‘Este es un soñador’”, observa el Papa. Y algo de soñador tenía, pero “ese sueño de la esperanza”, no era un loco.

“Puesto a prueba, después de tener el hijo, hijo pequeño, adolescente, se le pide que lo ofrezca en sacrificio: obedeció y fue adelante contra toda esperanza. Y este es nuestro padre Abraham, que sigue adelante, adelante, y cuando Jesús dice que Abraham vio su día, vio a Jesús, se alegró. Sí: lo vio en promesa y esa alegría de ver la plenitud de la promesa de la alianza, la alegría de ver que Dios no le había engañado, que Dios – como hemos rezado en el salmo responsorial – es siempre fiel a su alianza”.

El mismo Salmo responsorial invita a recordar Sus prodigios. Esto para nosotros, estirpe de Abraham, es como cuando pensamos en nuestro padre que se fue y recordamos “las cosas buenas de papá” y pensamos: “¡Era grande, papá!”.

Abraham obedece y cree contra toda esperanza

El pacto, por parte de Abraham, consiste en haber obedecido “siempre”, prosigue Francisco. Por parte de Dios, la promesa es hacerle “padre de una multitud de naciones”. “Ya no te llamaré Abrán, sino Abraham” le dice el Señor. Y Abraham creyó. Después, en otro dialogo, siempre en el libro del Génesis, Dios le dice que  su descendencia será numerosa como las estrellas del cielo y la arena de la playa. Y hoy nosotros “podemos decir”: “Yo soy una de esas estrellas. Soy un grano de arena”.

Mirar la historia: somos un pueblo

Entre Abraham y nosotros, hay otra historia, dice el Papa, la historia del Padre de los Cielos y de Jesús que por esto dice a los fariseos que Abraham exultó en la esperanza de ver “mi día”. “Lo vio y se alegró”. Este es el gran mensaje, y la Iglesia hoy invita precisamente a pararse y a mirar “nuestras raíces”, “nuestro padre” que “nos ha hecho pueblo, cielo lleno de estrellas, playas llenas de granos de arena”.

“Mirar la historia: yo no estoy solo, soy un pueblo. Vamos juntos. La Iglesia es un pueblo. Pero un pueblo soñado por Dios, un pueblo que ha dado un padre en la Tierra que obedeció, y tenemos un hermano que dio su vida por nosotros, para hacernos pueblo. Y así podemos mirar al Padre, dar gracias; mirar a Jesús, dar gracias; y mirar a Abraham y a nosotros, que somos parte del camino”.

Pararse para descubrir, también en medio de las cosas malas, la belleza del amor de Dios

Francisco invita por tanto a hacer “un día de memoria”, mostrando que “en esta gran historia, en el marco de Dios y Jesús, está la pequeña historia de cada uno de nosotros”.

“Les invito a tomar, hoy, cinco minutos, diez minutos, sentados, sin radio, sin tv; sentados, y pensar en su propia historia: las bendiciones y las desgracias, todo. Las gracias y los pecados: todo. Y miren allí la fidelidad de ese Dios que ha sido fiel a su alianza, fue fiel a la promesa que hizo a Abraham, fue fiel a la salvación que prometió en su Hijo Jesús. Estoy seguro de que en medio a las cosas quizás malas – porque todos las tenemos, muchas cosas malas en la vida – si hoy hacemos esto, descubriremos la belleza del amor de Dios, la belleza de su misericordia, la belleza de la esperanza. Y estoy seguro de que todos nosotros nos llenaremos de alegría”.

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