Papa Francisco en homilía en Santa Marta: «Dios nos ama como una mamá, nos ama gratuitamente, no comercialicemos la gracia»

«Incluso con el riesgo de parecer ridículo, nuestro Dios es muy bueno. Si nosotros tuviéramos el valor de abrir nuestro corazón a esta ternura de Dios, ¡cuánta libertad espiritual tendríamos! ¡Cuánta! Hoy, si tienen tiempo, en su casa, agarren la Biblia: Isaías, capítulo 41, del versículo 13 al 20, siete versículos. Y léanlos»

11 de diciembre de 2014.- (Radio Vaticano Camino Católico) Dios es como una mamá, nos ama gratuitamente, pero nosotros a menudo queremos controlar esta gracia con una especie de contabilidad espiritual, dijo el Papa en la misa de la mañana de este jueves en Santa Marta. Dios salva a su pueblo de cerca no de lejos, con ternura, dijo el Papa Francisco retomando al profeta Isaías, y propuso una comparación:

“Es tan grande la cercanía, que Dios se presenta aquí como una mamá, como una mamá que dialoga con su hijo: una mamá que canta la canción de cuna al niño e imita la voz del niño y se hace pequeña como el niño y habla con un tono  hasta tal punto, que hace el ridículo si no se entiende qué grandeza hay detrás: ‘No temas, gusanito de Jacob’», dijo.

«Pero ¿cuántas veces una mamá dice estas cosas al niño mientras lo acaricia? Mira que te convierto en un rastrillo nuevo… te haré grande… Y lo acaricia, y lo acerca a ella. Dios hace eso. Es la ternura de Dios. Está tan cerca de nosotros que se expresa con esta ternura: la ternura de una mamá”, prosiguió el Papa.

Dios nos ama gratuitamente – afirmó– como una mamá a su hijo. Y el hijo“se deja amar”: “esta es la gracia de Dios”. “Pero nosotros, muchas veces, para estar seguros, queremos controlar la gracia” y“en la historia y también en nuestra vida tenemos la tentación de comercializar la gracia”, volverla“como una mercancía o una cosa controlable”, quizá diciéndonos a nosotros mismos:“Pero, yo tengo tanta gracia” o “tengo el alma limpia, estoy en gracia”:

“Y de esta manera, esta verdad tan hermosa de la cercanía de Dios cae en una contabilidad espiritual: ‘No, yo hago esto porque esto me dará 300 días de gracia… Yo hago esto otro porque esto me dará aquello, y así acumulo gracia’. ¿Pero qué es la gracia? ¿Una mercancía? Así, parece que sí», dijo.

«Y en la historia, esta cercanía de Dios a su pueblo ha sido traicionada por nuestra actitud egoísta, que quiere controlar la gracia, comercializarla”, constató Francisco.

El Papa se refirió a los grupos que en el tiempo de Jesús querían controlar la gracia: los fariseos, esclavos de muchas leyes que cargaban“sobre la espalda del pueblo”; los saduceos, con sus compromisos políticos; los esenios,“buenos, buenísimos, pero tenían mucho miedo, no se arriesgaban” y terminaron por aislarse en sus monasterios; los zelotas, para quienes la gracia de Dios era “la guerra de liberación”, “otra manera de comercializar la gracia”.

“La gracia de Dios –subrayó– es otra cosa: es cercanía, es ternura. Esta norma siempre sirve. Si tú en tu relación con el Señor no sientes que Él te ama con ternura, aún te falta algo, aún no has entendido qué es la gracia, aún no has recibido la gracia que es esta cercanía”.

El Papa Francisco recordó una confesión de muchos años atrás, cuando una mujer se afligía sobre la validez o no de una misa frecuentada el sábado en la tarde para una boda, con lecturas diferentes de las del domingo. Esta era su respuesta:“Pero señora, el Señor la ama mucho a usted, usted fue, recibió la comunión, estuvo con Jesús… Sí, esté tranquila, el Señor no es un comerciante, el Señor ama, es cercano”.

“Y san Pablo reacciona con fuerza contra esta espiritualidad de la ley -prosiguió-.‘Yo soy justo si hago esto, esto y esto. Si no hago esto no soy justo’. Dios te dice estas cosas bellas con ternura: esta es nuestra justicia, esta cercanía de Dios, esta ternura, este amor».

«Incluso con el riesgo de parecer ridículo, nuestro Dios es muy bueno -aseguró-.Si nosotros tuviéramos el valor de abrir nuestro corazón a esta ternura de Dios, ¡cuánta libertad espiritual tendríamos! ¡Cuánta! Hoy, si tienen tiempo, en su casa, agarren la Biblia: Isaías, capítulo 41, del versículo 13 al 20, siete versículos. Y léanlos. Esta ternura de Dios, este Dios que nos canta a cada uno la canción de cuna, como una mamá”.

 

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