Papa Francisco en homilía en Santa Marta: «El dinero nos aleja de Dios, quita la fe»

«Los primeros Padres de la Iglesia –hablo del siglo III, más o menos año 200, 300-, decían algo muy fuerte: ‘El dinero es el estiércol del diablo’. Porque nos hace idólatras y enferma nuestra mente con el orgullo y nos hace maníacos de cuestiones ociosas y nos aleja de la fe, corrompe»

20 de septiembre de 2013.- (Radio Vaticana / Camino Católico)  El dinero enferma el pensamiento y la fe y nos hace caminar por otro camino. Es lo que ha destacado el Papa Francisco en la Misa de esta mañana en la Casa Santa Marta. El Papa ha destacado que, de la idolatría del dinero, nacen males como la vanidad y el orgullo que nos convierten en “maníacos de cuestiones ociosas”.

“No se puede servir a Dios y al dinero”.El Papa Francisco ha comenzado su homilía partiendo de las palabras de San Pablo sobre la relación “entre el camino de Jesucristo y el dinero”. Hay“algo en la actitud de amor hacia el dinero –ha observado-que nos aleja de Dios”. Hay“muchas enfermedades, muchos pecados, pero Jesús solo destaca esto”: “la avidez del dinero, de hecho es la raíz de todos los males”. Presos de este “deseo”,  haconstatado el Papa, “algunos se han desviado de la fe y se han ocasionado muchos tormentos”. Y con amargura ha añadido: “Es mucho el poder del dinero, que te desvía de la fe”, incluso, “te quita la fe: la debilita y la pierdes”.

“El dinero enferma también el pensamiento, la fe y la hace ir por otro camino. Estas palabras ociosas, discusiones inútiles… Y más aún… de aquí nacen las envidias, los litigios, las maledicencias, las sospechas malvadas, los conflictos entre los hombres corruptos en la mente y sin verdad, que consideran la religión como una fuente de ingresos. ‘Soy católico, voy a Misa, porque eso me da un cierto estatus. Me miran bien… Pero luego yo tengo mis asuntos ¿no? Soy un amante del dinero’ Aquí aparece una palabra que escuchamos frecuentemente en las noticias ‘Hombres corruptos en la mente’. ¡El dinero corrompe! No hay salida”.

Si eliges“el camino del dinero”, añadió,“al final serás un corrupto”. El dinero, dijo de nuevo,“tiene esta seducción de hacerte resbalar lentamente hacia tu perdición”. Por eso, ha advertido, “Jesús es tan tajante en este tema”.

“No puedes servir a Dios y al dinero. No se puede: o el uno o el otro. Esto no es comunismo, ¿eh? ¡Esto es Evangelio puro! ¡Estas son las palabras de Jesús! ¿Qué pasa con el dinero? El dinero te ofrece un cierto bienestar al inicio. Va bien, después te sientes un poco importante y viene la vanidad. Lo hemos leído en el Salmo que esta vanidad llega. Esta vanidad que no sirve, pero te sientes una persona importante: es esa vanidad. Y de la vanidad a la soberbia, al orgullo. Son tres escalones: la riqueza, la vanidad y el orgullo”.

“Ninguno–ha dicho de nuevo- puede salvarse con el dinero”. Sin embargo, observó, “el diablo toma siempre este camino de tentaciones: la riqueza, para sentirte suficiente; la vanidad, para sentirte importante; y al final, el orgullo, la soberbia: este es su lenguaje: la soberbia”.

“’Pero Padre, yo leo los Diez Mandamientos y ninguno habla mal del dinero. ¿Contra qué Mandamiento se peca cuando uno hace algo por dinero?’. ¡Contra el primero! ¡Pecas de idolatría! Te digo por qué. Porque el dinero se convierte en un ídolo y tú le das culto. Por esto Jesús dice que no se puede servir al ídolo dinero y al Dios viviente: o el uno o el otro. Los primeros Padres de la Iglesia –hablo del siglo III, más o menos año 200, 300-, decían algo muy fuerte: ‘El dinero es el estiércol del diablo’. Porque nos hace idólatras y enferma nuestra mente con el orgullo y nos hace maníacos de cuestiones ociosas y nos aleja de la fe, corrompe”.

San Pablo,  ha dicho el Papa, nos dice que evitemos estas cosas, y que tendamos “a la justicia, a la piedad, a la fe, a la caridad”. Y también a la paciencia, “contra la vanidad y el orgullo” la mansedumbre. Esta última, ha afirmado el Papa Francisco “es el camino de Dios, no el del poder idolátrico que puede darte el dinero”. Es la “humildad” el “camino para servir a Dios”.

“Que el Señor–ha concluido- nos ayude a todos nosotros a no caer en la trampa de la idolatría del dinero”.

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