Papa Francisco en homilía en Santa Marta: «La persecución es el precio del testimonio cristiano»

* «Es bueno pedir al Espíritu Santo que venga a nuestro corazón, para dar testimonio de Jesús, decirle: ‘Señor que yo no me aleje de Jesús. Enséñame lo que ha enseñado Jesús. Recuérdame lo que ha dicho y hecho Jesús y, también, ayúdame a llevar este testimonio de todo esto. Que la mundanidad, las cosas fáciles, las cosas que vienen del padre de la mentira, del príncipe de este mundo, el pecado, no me aleje del testimonio»

2 de mayo de 2016.- (Laudate Dominum / Radio Vaticano Camino Católico) El Espíritu Santo nos da la fuerza para ser testigos de Jesús, también en las persecuciones, en las grandes en las que se llega a dar la vida y en las pequeñas, las persecuciones de las murmuraciones y de las críticas: así lo ha dicho Papa Francisco en la Misa matutina celebrada en Santa Marta.

Estando cerca de Pentecostés y las lecturas nos hablan siempre del Espíritu Santo. Los Hechos de los Apóstoles cuentan que el Señor abrió el corazón de una mujer llamada Lidia, una comerciante de púrpura que en la ciudad de Tiatira escuchaba las palabras de Pablo. El Papa comenta:

“Algo, esta mujer, ha sentido algo dentro de sí misma que la empujó a decir: ‘¡Esto es verdad! Estoy de acuerdo con lo que dice este hombre, este hombre que da testimonio de Jesucristo. Es verdad lo que dice’.

Pero ¿quién ha tocado el corazón de esta mujer? ¿Quién le ha dicho ‘por qué esto es verdad’?. Ha sido el propio Espíritu Santo, que le ha hecho sentir a esta mujer que Jesús era el Señor, que la salvación estaba en las palabras de Pablo, ha hecho sentir a esta mujer un testimonio. El Espíritu da testimonio de Jesús. Y cada vez que nosotros escuchamos en el corazón algo que nos acerca a Jesús, es el Espíritu que trabaja en nosotros”.

La persecución es el precio del testimonio cristiano

El Evangelio nos habla de un doble testimonio: el del Espíritu que nos da testimonio de Jesús y el nuestro. Nosotros somos testigos del Señor con la fuerza del Espíritu. Jesús invita a los discípulos a no escandalizarse porque el testimonio lleva consigo persecuciones.

Desde “las pequeñas persecuciones de las murmuraciones”, de las críticas, a las grandes “de las que la historia de la Iglesia está llena, que lleva a los cristianos a la cárcel o incluso a perder la vida”.

Es, dice Jesús, el precio del testimonio cristiano. “Os expulsarán de las sinagogas, incluso, llegará un momento, en que quien os mate crea que lo hace dando culto a Dios”. El cristiano con la fuerza del Espíritu, da testimonio de que el Señor vive, que el Señor es resucitado, que el Señor está entre nosotros, que el Señor celebra con nosotros su muerte, su resurrección, cada vez que nos acercamos al altar. También el cristiano da testimonio, ayudado por el Espíritu, en la vida cotidiana, con su modo de actuar. Es el testimonio continuo del cristiano. Pero muchas veces este testimonio provoca ataques, persecuciones”.

Dar a conocer a Jesús, no tanto con las palabras sino con la actitud

“El Espíritu Santo que nos ha hecho conocer a Jesús, concluye el Papa,es el mismo que nos empuja a darlo a conocer, no solo con las palabras, sino con la propia vida”.

“Es bueno pedir al Espíritu Santo que venga a nuestro corazón, para dar testimonio de Jesús, decirle: ‘Señor que yo no me aleje de Jesús. Enséñame lo que ha enseñado Jesús. Recuérdame lo que ha dicho y hecho Jesús y, también, ayúdame a llevar este testimonio de todo esto. Que la mundanidad, las cosas fáciles, las cosas que vienen del padre de la mentira, del príncipe de este mundo, el pecado, no me aleje del testimonio”.

 

 

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