Papa Francisco en homilía en Santa Marta: «Si tú hablas mal del hermano, lo matas»

«Cuando la lengua la usamos para hablar mal del hermano o de la hermana, la usamos para matar a Dios, la imagen de Dios en el hermano. Pidamos para nosotros, por toda la Iglesia, la gracia de la conversión de la criminalidad de la murmuración al amor, a la humildad, a la mansedumbre, la dulzura, la magnanimidad del amor hacia el prójimo»

13 de septiembre de 2013.- (Radio Vaticana / Camino Católico)  Quien habla mal del prójimo es un hipócrita que no “tiene la valentía de mirar sus propios defectos”. Es la advertencia realizada por el Papa Francisco, en la Misa de esta mañana en la Domus Santa Marta. El Papa ha destacado que la murmuración tiene una “dimensión criminal” porque cada vez que hablamos mal de nuestros hermanos, imitamos el gesto homicida de Caín.

“¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no te das cuenta de la viga que tienes en el tuyo?”El Papa Francisco ha desarrollado su homilía partiendo de la pregunta que Jesús realiza y que va directamente a la conciencia de todo hombre, de toda época. Después de habernos hablado de la humildad, observó, Jesús nos habla de lo contrario,“del comportamiento odioso hacia el prójimo, del convertirse en juez del hermano”. Y aquí, ha afirmado, Jesús, “dice una palabra fuerte: hipócrita”.

“Los que viven juzgando al prójimo, hablando mal del prójimo, son hipócritas, porque no tienen la fuerza, la valentía de mirar sus propios defectos. El Señor no dice, sobre esto, muchas palabras. Después dirá, más adelante, que el que tiene en su corazón un poco de odio contra el hermano es un homicida… También el Apóstol Juan, en su primera carta, lo dice con claridad: el que odia a su hermano, camina en las tinieblas; quien juzga al hermano, camina en las tinieblas”.

Cada vez que nosotros “juzgamos a nuestros hermanos en nuestro corazón –ha proseguido- es peor, cuando hablamos de esto con otros somos cristianos homicidas. Un cristiano homicida… no lo digo yo, ¿eh? Lo dice el Señor. Y sobre este punto no hay medias tintas. Si tú hablas mal del hermano, lo matas. Y cada vez que lo hacemos, imitamos el gesto de Caín, el primer homicida de la historia”.

Ha añadido que en este tiempo que se habla de guerras y se pide tanto la paz, “es necesario un gesto de conversión por nuestra parte”. “La murmuración –ha advertido- siempre va en esta dimensión de criminalidad. No hay murmuración inocente”. La lengua, dijo de nuevo retomando al Apóstol Santiago, es para alabar a Dios,“pero cuando la lengua la usamos para hablar mal del hermano o de la hermana, la usamos para matar a Dios, la imagen de Dios en el hermano. Alguien podría decir que una persona se lo merezca pero no es así”.

“Pero hombre ¡reza por él!.Venga ¡haz penitencia por él! Y, si es necesario, habla a la persona que puede remediar el problema. ¡Pero no se lo digas a todos!. Pablo fue un gran pecador, y él dice de sí mismo: ‘Antes fui un blasfemo, un perseguidor y un violento. Pero fui recibido con misericordia’- Quizás ninguno de nosotros blasfema, quizás. Pero si alguno de nosotros murmura, ciertamente es un perseguidor y un violento. Pidamos para nosotros, por toda la Iglesia, la gracia de la conversión de la criminalidad de la murmuración al amor, a la humildad, a la mansedumbre, la dulzura, la magnanimidad del amor hacia el prójimo”.

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