Papa Francisco en la Audiencia, 28-12-2022: «El Niño Jesús nos enseña a no desear ni rechazar nada, aceptar lo que Dios nos envía por amor, porque nos ama y quiere nuestro bien»

*  «Dios nos atrae hacia sí. No nos toma por la fuerza, no nos impone su verdad y su justicia. No hace proselitismo con nosotros. No. Quiere atraernos con el amor, con la ternura, con la compasión. Nuestras fuerzas, nuestras debilidades, solamente se resuelven ante el pesebre, delante de Jesús, o ante la cruz, Jesús despojado, Jesús pobre, pero siempre con su estilo de cercanía, compasión y ternura. Dios ha encontrado el medio de atraernos seamos como seamos: con amor. No un amor posesivo y egoísta, como desgraciadamente suele ser el amor humano. Su amor es puro don, pura gracia, es todo y solo para nosotros, para nuestro bien. Y así nos atrae, con este amor desarmado y “desarmante”. Cuando vemos esta sencillez de Jesús, también nosotros tiramos las armas de la soberbia, y vamos allí humildes a pedir salvación, perdón, a pedir luz para nuestra vida, para poder ir hacia adelante»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa ha hecho en nuestro idioma

* «Quisiera pedirles a todos una oración especial, por el Papa emérito Benedicto, que en silencio está sosteniendo a la Iglesia. Recordarlo – está muy enfermo – pidiendo al Señor que lo consuele, y lo sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia, hasta el final»

28 de diciembre de 2022.- (Camino Católico)  “En la santa Iglesia todo pertenece al amor, vive en el amor, se hace por amor y procede del amor”. El Papa lo ha recordado en la Audiencia General del miércoles 28 de diciembre, citando a San Francisco de Sales, cuya Carta Apostólica conmemorativa del cuarto centenario de su muerte se publica hoy, con el título: “Todo pertenece al amor”. Francisco desea que todos nosotros vayamos por este camino del amor, y así, pues, profundiza sobre el misterio del nacimiento de Jesús en compañía del Santo Obispo y Doctor de la Iglesia.

Foto: Vatican Media

El Papa Francisco ha profundizado sobre el misterio de la Navidad recordando otra carta de San Francisco de Sales en la que escribe: «El imán atrae al hierro y el ámbar a la paja y al heno. Pues bien, tanto si somos de hierro por nuestra dureza, como si somos de paja por nuestra debilidad, debemos dejarnos atraer por este ‘Niñito celestial’”. Y remarca que nuestras fuerzas, nuestras debilidades, solamente se resuelven ante el pesebre, ante Jesús o ante la cruz: Jesús despojado, Jesús pobre; pero siempre con su estilo de cercanía, compasión y ternura: “Dios ha encontrado el medio de atraernos seamos como seamos: con el amor. No un amor posesivo y egoísta, como desgraciadamente suele ser el amor humano. Su amor es puro don, pura gracia, es todo y solo para nosotros, para nuestro bien. Y así nos atrae, con este amor desarmado y también desarmante. Porque cuando vemos esta sencillez de Jesús, también nosotros nos despojamos de las armas de la soberbia y vamos allí, humildemente, a pedir la salvación, a pedir perdón, a pedir luz para nuestra vida, para poder seguir adelante. No olviden el trono de Jesús: el pesebre y la cruz, éste es el trono de Jesús”.

Con el pensamiento del Santo de Sales que le dictó a las Hermanas de la Visitación dos días antes de su muerte, concluye el Sumo Pontífice su reflexión hodierna. El. santo decía: ¿Ven al Niño Jesús en el pesebre? Acepta todas las inclemencias del tiempo, el frío y todo lo que su Padre permite le suceda. […] Del mismo modo nosotros no debemos desear ni rechazar nada, sino aceptar igualmente todo lo que la Providencia de Dios permita que nos suceda: “He aquí, queridos hermanos y hermanas, una gran enseñanza, que nos viene del Niño Jesús a través de la sabiduría de San Francisco de Sales: no desear nada y no rechazar nada, aceptar todo lo que Dios nos envía. Pero, ¡cuidado! Siempre y solo por amor, – siempre y solo por amor – porque Dios nos ama y quiere siempre y solo nuestro bien”.

Al final de la audiencia general de este miércoles, , el Santo Padre ha pedido “una oración especial, por el Papa emérito Benedicto, que en silencio está sosteniendo a la Iglesia. Recordarlo – está muy enfermo – pidiendo al Señor que lo consuele, y lo sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia, hasta el final”. En el vídeo superior de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

Foto: Vatican Media
PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Aula Pablo VI
Miércoles, 28 de diciembre de 2022
Catequesis: La Navidad con san Francisco de Sales

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y Feliz Navidad de nuevo!

Foto: Vatican Media

Este tiempo litúrgico nos invita a detenernos y reflexionar sobre el misterio de la Navidad. Y puesto que hoy, hoy, se cumple el cuarto centenario de la muerte de San Francisco de Sales, Obispo y Doctor de la Iglesia, podemos inspirarnos en algunos de sus pensamientos. Él escribió mucho de la Navidad.

A este respecto, me complace anunciar que hoy se publica la Carta apostólica que conmemora este aniversario. El título es: «Todo pertenece al amor», retomando una expresión característica del Santo Obispo de Ginebra. De hecho, así lo escribió en su Tratado sobre el amor de Dios: «En la Santa Iglesia todo pertenece al amor, vive en el amor, se hace por amor y procede del amor» (Ed. Paoline, Milán 1989, p. 80). Y ojalá todos nosotros pudiéramos ir por este camino del amor tan bonito, ¿no?

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Intentemos, pues, profundizar un poco más en el misterio del nacimiento de Jesús, «en compañía» de San Francisco de Sales. Así, unimos las dos conmemoraciones.

San Francisco de Sales, en una de sus muchas cartas dirigidas a Santa Juana Francisca de Chantal, escribe: «Me parece ver a Salomón en su gran trono de marfil, dorado y tallado, que no tuvo igual en ningún reino, como dice la Escritura (1 Re 10,18-20); ver, en fin, a ese rey que no tuvo igual en gloria y magnificencia (cf. 1 Re 10,23). Pero prefiero cien veces ver al Niño en el pesebre que a todos los reyes en sus tronos». Es hermoso lo que decía.

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Jesús, el Rey del universo, nunca se sentó en un trono: nació en un establo, fue envuelto en pañales y acostado en un pesebre; y finalmente murió en una cruz y, envuelto en una sábana, fue depositado en el sepulcro.

De hecho, el evangelista Lucas, al relatar el nacimiento de Jesús, insiste mucho en el detalle del pesebre. Esto significa que es muy importante no solo como detalle logístico, sino como elemento simbólico para entender qué clase de Mesías es el que nació en Belén, qué clase de rey. Quién es Jesús. Mirando el pesebre, mirando la cruz, mirando su vida de sencillez podemos entender quién es Jesús.

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Jesús es el Hijo de Dios que nos salva haciéndose hombre, despojándose de su gloria y humillándose (cf. Flp 2,7-8). Vemos este misterio concretamente en el punto central del pesebre, es decir, en el Niño acostado en un pesebre. Esta es «la señal» que Dios nos da en Navidad: lo fue entonces para los pastores de Belén (cf. Lc 2,12), lo es hoy y lo será siempre. Cuando los ángeles anuncian a Jesús, vayan a encontrarlo, y el signo es: encontrarán un niño sobre un pesebre. Esa es la señal: el trono de Jesús es el pesebre o el camino durante su vida predicando o la cruz al final de la vida. Este es el trono de nuestro rey.

Este signo nos muestra el «estilo» de Dios. Y ¿cuál es el estilo de Dios? No lo olviden ¿eh? No lo olviden nunca, el estilo de Dios es la cercanía, la compasión y la ternura. Nuestro Dios es cercano, compasivo y tierno. En Jesús se ve este estilo de Dios.

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Con este estilo suyo, Dios nos atrae hacia sí. No nos toma por la fuerza, no nos impone su verdad y su justicia. No hace proselitismo con nosotros. No. Quiere atraernos con el amor, con la ternura, con la compasión.

En otra carta, San Francisco de Sales escribe: «El imán atrae al hierro y el ámbar a la paja y al heno. Pues bien, tanto si somos de hierro por nuestra dureza, como si somos de paja por nuestra debilidad, debemos dejarnos atraer por este ‘pequeño Niñito celestial’».

Nuestras fuerzas, nuestras debilidades, solamente se resuelven ante el pesebre, delante de Jesús, o ante la cruz, Jesús despojado, Jesús pobre, pero siempre con su estilo de cercanía, compasión y ternura.

Foto: Vatican Media

Dios ha encontrado el medio de atraernos seamos como seamos: con amor. No un amor posesivo y egoísta, como desgraciadamente suele ser el amor humano. Su amor es puro don, pura gracia, es todo y solo para nosotros, para nuestro bien. Y así nos atrae, con este amor desarmado y “desarmante”.

Porque cuando vemos esta sencillez de Jesús, también nosotros tiramos las armas de la soberbia, y vamos allí humildes a pedir salvación, perdón, a pedir luz para nuestra vida, para poder ir hacia adelante. No se olviden del trono de Jesús: el pesebre y la cruz, este es el trono de Jesús.

Otro aspecto que destaca en el belén es la pobreza -de verdad que hay pobreza allí, ¿eh?-, la pobreza entendida como renuncia a toda vanidad mundana. Cuando nosotros vemos el dinero que se gasta por la ‘vanidad’, mucho dinero por la ‘vanidad mundana’, tanto esfuerzo, tantas investigaciones por la vanidad y Jesús se hace ver con la humildad.

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San Francisco de Sales escribe de nuevo: “¡Dios mío, cuántos santos afectos suscita en nuestros corazones este nacimiento! Pero, sobre todo, nos enseña la renuncia perfecta a todos los bienes, a toda la ‘pompa’ de este mundo. No lo sé, pero no encuentro ningún otro misterio en el que se mezclen tan dulcemente la ternura y la austeridad, el amor y el rigor, la dulzura y la dureza”. Todo esto lo vemos en el pesebre.

Sí, tengamos cuidado de no caer en la caricatura mundana de la Navidad. Y esto es un problema, porque la Navidad es esto. Pero, hoy vemos que hay otra “navidad” entre comillas, que es la caricatura mundana de la Navidad, que reduce la Navidad a una fiesta consumista y cursi. Es necesario hacer fiesta ¿eh? Pero que esto no sea la Navidad, la Navidad es otra cosa.

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El amor de Dios no es meloso, nos lo demuestra el pesebre de Jesús. No es una bondad hipócrita que esconde la búsqueda de placeres y comodidades. Nuestros ancianos, que habían conocido la guerra y también el hambre, lo sabían bien: la Navidad es alegría y fiesta, ciertamente, pero en la sencillez y en la austeridad.

Y concluimos con un pensamiento de San Francisco de Sales que también he recogido en la Carta apostólica. Se lo dictó a las Hermanas de la Visitación -¡imagínense!- dos días antes de su muerte, el 26 de diciembre de 1622. Decía: “¿Ven al Niño Jesús en el pesebre? Acepta todas las inclemencias del tiempo, el frío y todo lo que su Padre permite le suceda. No está escrito que haya extendido alguna vez sus manos a los pechos de su Madre, se abandonaba totalmente a su cuidado y previsión, sin rehusar los pequeños alivios que Ella le daba. Del mismo modo nosotros no debemos desear ni rehusar nada, sino aceptar igualmente todo lo que la Providencia de Dios permita que nos suceda, el frío y las inclemencias del tiempo”.

Foto: Vatican Media

Y aquí, queridos hermanos y hermanas, hay una gran enseñanza, que nos viene del Niño Jesús a través de la sabiduría de San Francisco de Sales: no desear nada y no rechazar nada, aceptar todo lo que Dios nos envía. Pero, ¡cuidado! Siempre y solo por amor, porque Dios nos ama y quiere siempre y solo nuestro bien.

Miremos el pesebre que es el trono de Jesús, miremos a Jesús en las calles de Judea, de Galilea, predicando el mensaje del Padre, y miremos Jesús en el otro trono de la Cruz. Esto es lo que nos ofrece Jesús, el camino, el camino de la felicidad.

A todos ustedes y a sus familias, ¡Feliz tiempo de Navidad y buen inicio del nuevo año!

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Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Navidad!:

El tiempo litúrgico que estamos viviendo nos invita a concentrarnos en el misterio del nacimiento del Señor. Les propongo que esta mañana lo hagamos acompañados de san Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia. Hoy, que se cumplen cuatro siglos de su muerte, publicaré una Carta apostólica titulada “Todo pertenece al amor”. Esta era una expresión característica de este santo.

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San Francisco de Sales afirmaba que prefería ver al Niño Jesús en el pesebre más que a todos los reyes de la tierra en sus tronos. Lucas insiste en el detalle del pesebre como un elemento simbólico para dar a entender qué tipo de Mesías era aquel que había nacido en Belén: humilde y pobre. Así es el estilo de Dios, cercano, compasivo y tierno. De manera que Dios hecho niño, pequeño y humilde, con su amor, es capaz de atraernos. Es un amor “sin armas” y que desarma a los demás. Y también es pobre. Cuidémonos de no caer en la mundanidad viviendo la Navidad como una fiesta de consumo sin sustancia. Que vivamos estos días de alegría con sencillez y austeridad, compartiendo con los demás.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos al Señor que cada familia, especialmente aquellas que más sufren por las carencias y la aspereza del frío, encuentren en las comunidades cristianas “un portal” en el que sientan la calidez que la Navidad nos trae con la llegada del Niño Dios. Feliz Navidad y próspero año nuevo. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.

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En otras lenguas el Santo Padre ha manifestado:

Saludo cordialmente a todos los polacos. Al acercarse el final de este año, los invito a dar gracias a Dios por su bondad y misericordia. Que el amor de Dios que se ha revelado en Belén traiga consuelo a nuestros corazones, turbados por el drama de la guerra en Ucrania y en otras partes del mundo. También quiero agradecer al pueblo de Polonia por toda la ayuda que brinda al pueblo ucraniano. Recordemos que en la historia de la humanidad Dios tiene la última palabra, porque “todo pertenece al amor”. A cada uno de ustedes, a las familias polacas y ucranianas que se encuentran actualmente en su patria, mi bendición.

Video  de la transmisión en directo realizada por Vatican News del momento en que el Papa Francisco pide oraciones por la salud del Papa Emérito Benedicto XVI 

Quisiera pedirles a todos una oración especial, por el Papa emérito Benedicto, que en silencio está sosteniendo a la Iglesia. Recordarlo – está muy enfermo – pidiendo al Señor que lo consuele, y lo sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia, hasta el final.

Por último, como siempre, mi pensamiento se dirige a los jóvenes, los enfermos, los ancianos y los recién casados. Que el Niño de Belén os dé su luz y su consuelo. Que conceda a la atormentada Ucrania, oprimida por la brutalidad de la guerra, el anhelado don de la paz.

Francisco

El Papa Francisco en la Audiencia General pide «una oración especial» por Benedicto XVI que «está muy enfermo» y el Vaticano publica una


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