Papa Francisco en la Audiencia, 31-8-2022: «Discernir y tomar una decisión correcta hace que se encuentre la voluntad de Dios con nuestra voluntad»
* «Es muy importante aprender a discernir, porque cada acción que realizamos, especialmente en los momentos cruciales de nuestra vida, tienen consecuencias trascendentes para uno mismo, para los otros y para el mundo. Así aprendemos a conocernos, y a conocer y amar lo que es bueno en cada momento. Dios quiere que ejercitemos la libertad que Él mismo nos ha dado, construyendo nuestra vida con cada decisión, lo que se convierte en una tarea exigente. Él nos sostiene en este camino, y quiere ser amado desde la libertad, y no imponiendo su voluntad»
Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa ha hecho en nuestro idioma
* «Sigo con preocupación los hechos violentos que han tenido lugar en Bagdad en los últimos días. Pidamos a Dios en la oración que dé la paz al pueblo iraquí. El año pasado tuve la alegría de visitar Irak y sentí de primera mano el gran deseo de normalidad y convivencia pacífica entre las diferentes comunidades religiosas del país. El diálogo y la fraternidad son el camino para afrontar las dificultades actuales y alcanzar este objetivo»
31 de agosto de 2022.- (Camino Católico) En la Audiencia General de este miércoles, el Papa Francisco inaugura una nueva serie de meditaciones sobre un tema muy querido por los formados en la escuela de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, a la que pertenece: el discernimiento.

Francisco parte de la base de que «discernir es un acto importante que concierne a todos, porque las elecciones son una parte esencial de la vida. Las acciones cotidianas son básicamente el resultado de una elección, más o menos fundamental: se elige una comida, un vestido, una carrera, un trabajo, una relación». En todo esto -dice el Papa- se realiza un proyecto de vida, y también nuestra relación con Dios.
El discernimiento se presenta como un ejercicio de «inteligencia», «experiencia» y también de «voluntad», para aprovechar el momento favorable: son condiciones para hacer una buena elección. Y también hay un coste necesario para que el discernimiento sea operativo.

El Papa repite que Dios quiere que seamos hijos, no esclavos, quiere que seamos libres. “A menudo hemos tenido esta experiencia: elegir algo que nos parecía bueno y en cambio no lo era. O saber cuál era nuestro verdadero bien y no elegirlo. El hombre, a diferencia de los animales, puede equivocarse, puede no querer elegir correctamente”.
Aquí es donde entra en juego el entrenamiento en una sana y constante introspección personal y una relación íntima y confiada con el Señor, para descubrir esa magia de la memoria ignaciana, ese más en el amor que se puede generar precisamente a través del buen discernimiento. Todo en la conciencia de ser llevado de la mano, con la ayuda del Espíritu, para ser invocado siempre en cada viaje hacia las elecciones:
«El discernimiento es agotador pero indispensable para vivir. Requiere que me conozca a mí mismo, que sepa lo que es bueno para mí aquí y ahora. Sobre todo, requiere una «relación filial con Dios». Dios es Padre y no nos deja solos, siempre está dispuesto a aconsejarnos, a animarnos, a acogernos. Pero nunca impone su voluntad. ¿Por qué? Porque quiere ser amado y no temido. Y el amor sólo se puede vivir en libertad. Para aprender a vivir hay que aprender a amar, y para ello es necesario discernir». En el vídeo superior de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

Catequesis sobre el discernimiento 1. ¿Qué significa discernir?
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

Hoy comenzamos un nuevo ciclo de catequesis: hemos terminado la catequesis sobre la vejez, ahora iniciamos un nuevo clico sobre el tema del discernimiento. El discernimiento es un acto importante que concierne a todos, porque las elecciones son una parte esencial de la vida. Discernir las decisiones. Uno elige la comida, la ropa, un curso de estudio, un trabajo, una relación. En todos ellos se realiza un proyecto de vida, y también se concreta nuestra relación con Dios.
En el Evangelio, Jesús habla del discernimiento con imágenes tomadas de la vida ordinaria; por ejemplo, describe al pescador que selecciona los peces buenos y descarta los malos; o al mercader que sabe identificar, entre muchas perlas, la de mayor valor. O el que, arando un campo, encuentra algo que resulta ser un tesoro (cf. Mt 13,44-48).

A la luz de estos ejemplos, el discernimiento se presenta como un ejercicio de inteligencia, y también de habilidad y también de voluntad, para aprovechar el momento favorable: son condiciones para hacer una buena elección. Es necesario inteligencia, habilidad y también voluntad para hacer una buena elección. Y también hay un coste necesario para que el discernimiento sea operativo. Para desempeñar su oficio lo mejor posible, el pescador tiene en cuenta la fatiga, las largas noches en el mar y el descarte de una parte de las capturas, aceptando una pérdida de ganancias por el bien de los destinatarios. El comerciante de perlas no duda en gastar todo para comprar esa perla; y lo mismo hace el hombre que ha tropezado con un tesoro. Situaciones inesperadas e imprevistas en las que es imprescindible reconocer la importancia y la urgencia de una decisión que hay que tomar. Cada uno debe tomar sus decisiones; no hay nadie que las tome por nosotros. En un momento determinado los adultos, libres, pueden pedir consejo, pensar, pero la decisión es propia; no se puede decir: “He perdido esto, porque lo ha decidido mi marido, mi mujer, mi hermano”: ¡no! Tienes que decidir tú, todo el mundo tiene que decidir, y por eso es importante saber discernir: para decidir bien, hay que saber discernir.

El Evangelio sugiere otro aspecto importante del discernimiento: implica los afectos. El que ha encontrado el tesoro no siente ninguna dificultad en venderlo todo, tan grande es su alegría (cf. Mt 13,44). El término utilizado por el evangelista Mateo indica una alegría muy especial, que ninguna realidad humana puede dar; y de hecho vuelve a aparecer en muy pocos otros pasajes del Evangelio, todos ellos referidos al encuentro con Dios. Es la alegría de los Magos cuando, tras un largo y penoso viaje, vuelven a ver la estrella (cf. Mt 2,10); es la alegría de las mujeres que regresan del sepulcro vacío tras escuchar el anuncio de la resurrección por parte del ángel (cf. Mt 28,8). Es la alegría de los que han encontrado al Señor. Tomar una bella decisión, una decisión correcta, siempre te lleva a esa alegría final; quizás en el camino tengas que sufrir un poco de incertidumbre, pensar, buscar, pero al final la decisión correcta te beneficia con la alegría.

En el Juicio Final, Dios obrará el discernimiento —el gran discernimiento—hacia nosotros. Las imágenes del agricultor, el pescador y el mercader son ejemplos de lo que ocurre en el Reino de los Cielos, un Reino que se manifiesta en las acciones ordinarias de la vida, que nos exigen tomar posición. Por eso es tan importante saber discernir: las grandes elecciones pueden surgir de circunstancias que a primera vista parecen secundarias, pero que resultan ser decisivas. Por ejemplo, pensemos en el primer encuentro de Andrés y Juan con Jesús, un encuentro que nace de una simple pregunta: «Rabí, ¿dónde vives?» — «Venid y veréis» (cf. Jn 1,38-39), dice Jesús. Un intercambio muy breve, pero es el comienzo de un cambio que, paso a paso, marcará toda una vida. Años después, el evangelista seguirá recordando aquel encuentro que le cambió para siempre, también recordará la hora: «Eran como las cuatro de la tarde» (v. 39). Es la hora en que el tiempo y lo eterno se encontraron en su vida. Y en una decisión buena, correcta, se encuentra la voluntad de Dios con nuestra voluntad; se encuentra el camino presente con el eterno. Tomar una decisión correcta, después de un camino de discernimiento, es hacer este encuentro: el tiempo con lo eterno.

Por lo tanto: el conocimiento, la experiencia, el afecto, la voluntad: son algunos elementos indispensables del discernimiento. A lo largo de estas catequesis veremos otras, igualmente importantes.
El discernimiento —como he dicho— implica un esfuerzo. Según la Biblia, no encontramos ante nosotros, ya empaquetada, la vida que hemos de vivir: ¡No! Tenemos que decidirlo todo el tiempo, según las realidades que se presenten. Dios nos invita a evaluar y elegir: nos ha creado libres y quiere que ejerzamos nuestra libertad. Por lo tanto, discernir es arduo.

A menudo hemos tenido esta experiencia: elegir algo que nos parecía bueno y en cambio no lo era. O saber cuál era nuestro verdadero bien y no elegirlo. El hombre, a diferencia de los animales, puede equivocarse, puede no querer elegir correctamente. La Biblia lo demuestra desde sus primeras páginas. Dios da al hombre una instrucción precisa: si quieres vivir, si quieres disfrutar de la vida, recuerda que eres una criatura, que no eres el criterio del bien y del mal, y que las elecciones que hagas tendrán una consecuencia, para ti, para los demás y para el mundo (cf. Gn 2,16-17); puedes hacer de la tierra un magnífico jardín o puedes convertirla en un desierto de muerte. Una enseñanza fundamental: no es casualidad que sea el primer diálogo entre Dios y el hombre. El diálogo es: el Señor da la misión, tú debes hacer esto y esto; y el hombre a cada paso que da debe discernir qué decisión tomar. El discernimiento es esa reflexión de la mente, del corazón que debemos hacer antes de tomar una decisión.

El discernimiento es agotador pero indispensable para vivir. Requiere que me conozca a mí mismo, que sepa lo que es bueno para mí aquí y ahora. Sobre todo, requiere una relación filial con Dios. Dios es Padre y no nos deja solos, siempre está dispuesto a aconsejarnos, a animarnos, a acogernos. Pero nunca impone su voluntad. ¿Por qué? Porque quiere ser amado y no temido. Y Dios también quiere que seamos hijos y no esclavos: hijos libres. Y el amor sólo puede vivirse en libertad. Para aprender a vivir hay que aprender a amar, y para ello es necesario discernir: ¿Qué puedo hacer ahora, ante esta alternativa? Que sea un signo de más amor, de más madurez en el amor. ¡Pidamos, que el Espíritu Santo nos guíe! Invoquémosle cada día, especialmente cuando tengamos que tomar decisiones. Gracias.

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:
Hoy iniciamos un nuevo ciclo de catequesis sobre el tema del discernimiento. Jesús nos lo presenta con imágenes de la vida ordinaria: el hombre que trabaja en el campo, los pescadores que seleccionan los peces. Estas parábolas nos presentan el discernimiento como ejercicio de la inteligencia y de la voluntad, en el que también se involucran los afectos. El hombre, al haber encontrado el tesoro, se llena de alegría y, por tal motivo, habiendo sopesado bien la situación, vende todo lo que tiene y compra el campo.

Es muy importante aprender a discernir, porque cada acción que realizamos, especialmente en los momentos cruciales de nuestra vida, tienen consecuencias trascendentes para uno mismo, para los otros y para el mundo. Así aprendemos a conocernos, y a conocer y amar lo que es bueno en cada momento. Dios quiere que ejercitemos la libertad que Él mismo nos ha dado, construyendo nuestra vida con cada decisión, lo que se convierte en una tarea exigente. Él nos sostiene en este camino, y quiere ser amado desde la libertad, y no imponiendo su voluntad.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Hay tantos mexicanos aquí; uruguayos, colombianos, salteños, argentinos. Quiero expresar mi cercanía de modo especial a todos los que el día de ayer celebraron a Santa Rosa de Lima como su patrona, particularmente a los enfermeros y enfermeras del Perú. Pidamos al Señor que nos dé la gracia de saber discernir con libertad y amor, en los acontecimientos de la vida diaria. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

Hablando en otras lenguas Francisco ha expresado:
Mañana se recordará el aniversario del estallido de la Segunda Guerra Mundial, que tan dolorosamente marcó a la nación polaca. Y hoy estamos experimentando la Tercera. Que el recuerdo de las experiencias pasadas os impulse a cultivar la paz en vosotros mismos, en sus familias, en la vida social e internacional. María os sostenga en vuestra elección diaria de bondad, justicia y solidaridad con los necesitados, generando esperanza, alegría y libertad interior en vuestros corazones.

Sigo con preocupación los hechos violentos que han tenido lugar en Bagdad en los últimos días. Pidamos a Dios en la oración que dé la paz al pueblo iraquí. El año pasado tuve la alegría de visitar Irak y sentí de primera mano el gran deseo de normalidad y convivencia pacífica entre las diferentes comunidades religiosas del país. El diálogo y la fraternidad son el camino para afrontar las dificultades actuales y alcanzar este objetivo.
Mañana celebraremos la Jornada Mundial de Oración por la Creación, y el inicio del Tiempo de la Creación, que terminará el 4 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís. Que el tema de este año, «Escuchar la voz de la creación», fomente en todos un compromiso concreto para cuidar nuestra casa común. A merced de nuestros excesos consumistas, la Hermana Madre Tierra gime y nos ruega que detengamos nuestro abuso y su destrucción. Durante este Tiempo de la Creación, oremos para que las cumbres COP27 y COP15 de la ONU puedan unir a la familia humana para enfrentar resueltamente la doble crisis del clima y la reducción de la biodiversidad.
Francisco
Para entrar en el catálogo y en la tienda pincha en la imagen