El Papa en la Audiencia, 8-1-2020: «Vivir las pruebas abrazándonos a Cristo, para madurar que Dios actúa en cualquier circunstancia y en medio de las dificultades»

*  «El amor es siempre fecundo, el amor a Dios siempre es fecundo y si te dejas tomar por el Señor y recibes los dones del Señor, podrás así darlos a los demás. El amor a Dios va siempre más allá. Pidamos hoy al Señor que nos ayude a vivir cada prueba sostenidos por la energía de la fe; y a ser sensibles con los numerosos náufragos de la historia que llegan a nuestras costas exhaustos, para que  también nosotros los recibamos con ese amor fraterno que proviene del encuentro con Jesús. Esto es lo que nos salva del frío de la indiferencia y de la inhumanidad»

Video completo de la transmisión en directo realizada por 13 TV de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa ha hecho en nuestro idioma

* «Quiero pedir a todos que recen al Señor para que ayude al pueblo en este momento difícil, con esos incendios tan fuertes. Estoy cerca del pueblo de Australia…. El próximo domingo celebraremos la Fiesta del Bautismo del Señor. Redescubrid la gracia que proviene del Sacramento y traducidla en los compromisos cotidianos de la vida. Y quisiera que cada uno de nosotros supiera la fecha del bautismo: sabemos la fecha de nuestro cumpleaños, la fecha de nuestro nacimiento; pero ¿cuántos de vosotros sabéis la fecha del bautismo? Pocos… como no se celebra, se olvida. Os pongo unos deberes para hacer en casa: Preguntad a vuestros padres, a los abuelos, a los tíos, a los amigos: «¿Cuándo fui bautizado? ¿Cuándo fui bautizada?» Y  llevad siempre esa fecha del bautismo en vuestro corazón para agradecer al Señor la gracia del bautismo»

8 de enero de 2020.- (Camino Católico) El Papa Francisco ha pedido, este miércoles 8 de enero durante la Audiencia General celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano, “ser sensibles a tantos náufragos de la historia que llegan exhaustos a nuestras costas, para que también nosotros sepamos acoger con ese amor fraterno que procede del encuentro con Jesús”. El Santo Padre señala que esa actitud es la que “salva del hielo de la indiferencia y de la deshumanización”.

En su catequesis, el Pontífice ha invitado a los cristianos a leer el libro de los Hechos de los Apóstoles para fortalecer el impulso misionero: “Lean el libro de los Hechos de los Apóstoles y verán cómo el Evangelio, con la fuerza del Espíritu Santo, llega a todos los pueblos, se hace universal, tómenlo, léanlo”. El Pontífice ha puesto de relieve cómo en el libro de los Hechos se manifiesta la absoluta fe de Pablo en Dios, y cómo esa fe le impulsa a llevar el Evangelio a todos los pueblos.

Ha puesto de ejemplo el episodio en el que el Apóstol viaja prisionero desde Cesarea hasta Roma, navegando por el Mediterráneo. En mitad de la navegación se desata una gran tormenta que compromete la seguridad de la embarcación. Pablo aconseja al centurión que regrese a la costa, pero el centurión prefiere confiar en el piloto. Sin embargo, la tormenta empeora y el barco termina a la deriva.

El Santo Padre ha narrado cómo “cuando la muerte parecía próxima y la desesperación se adueñaba de todos, Pablo intervino. Él es el hombre de fe y sabe que incluso aquel peligro de muerte no puede separarlo del amor de Cristo y del encargo que había recibido”. “Por ello, tranquiliza a sus compañeros”, porque “incluso en la prueba, Pablo no deja de ser custodio de la vida de los demás y animador de su esperanza”.

El Evangelista Lucas, autor de los Hechos de los Apóstoles, “nos muestra el plan que quía a Pablo hacia Roma pone a salvo no sólo al Apóstol, sino también a sus compañeros de viaje, y el naufragio, una situación de desgracia, se transforma en oportunidad providencial para anunciar el Evangelio”. Tras el naufragio, el barco de Pablo llega a la isla de Malta, “cuyos habitantes demuestran una rápida acogida. Los malteses son bravos, son dulces, acogedores, ya en aquella época”.

“La estancia en Malta ofrece a Pablo la ocasión propicia de dar ‘carne’ a la palabra que anuncia y ejercitar así un ministerio de compasión en la curación de los enfermos. Esta es una ley del Evangelio: cuando un creyente experimenta la salvación, no la guarda para sí, sino que la pone en circulación”. El Papa continua: “Un cristiano sometido a prueba puede hacerse más cercano al que sufre, porque sabe qué es el sufrimiento, y hace de su corazón un corazón abierto y sensible a la solidaridad hacia los demás”.

“Pablo nos enseña a vivir las pruebas uniéndonos más a Cristo, para madurar la convicción de que Dios puede actuar en cualquier circunstancia, incluso en medio de los aparentes fracasos”. “El amor siempre es fecundo, el amor a Dios siempre es fecundo, y si tú te dejas tomar por el Señor y recibes los dones del Señor, esto te hará darlos a los otros, siempre va más allá”, concluyó el Papa Francisco. En el vídeo superior de 13 TV se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El libro de los Hechos de los Apóstoles, en su última parte, nos dice que el Evangelio continúa su camino no sólo por tierra sino también por mar, en una nave que lleva a Pablo, prisionero de Cesarea a Roma (cf. Hch 27,1-28,16), al corazón del Imperio, para que se cumpla la palabra del Resucitado: «Seréis mis testigos… hasta los confines de la tierra» (Hch 1,8). Leed el libro de los Hechos de los Apóstoles y veréis como el Evangelio, con la fuerza del Espíritu Santo, llega a todos los pueblos, se vuelve universal. Tomadlo. Leedlo.

La navegación, desde el principio, halla condiciones desfavorables. El viaje se vuelve peligroso. Paolo aconseja no continuar la navegación, pero el centurión no le hace caso y se fía del piloto y del armador. El viaje prosigue y se desencadena un viento tan furioso que la tripulación pierde el control y deja que el barco vaya a la deriva.

Cuando la muerte ya parece cercana y la desesperación invade a todos interviene Pablo que tranquiliza a sus compañeros diciendo lo que hemos escuchado: «Esta noche se me ha presentado un ángel del Dios a quien pertenezco y a quien doy culto… y me ha dicho: ‘No temas, Pablo; tienes que comparecer ante el César, y mira,  Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan contigo'». (Hechos 27:23-24). Incluso en la prueba, Pablo no deja de ser el custodio de la vida de los demás y el que alienta su esperanza.

Lucas nos muestra así que el proyecto que guía a Pablo a Roma pone a salvo no solamente al Apóstol, sino también a sus compañeros de viaje, y el naufragio, de una situación de desgracia, se convierte en una oportunidad providencial por el anuncio del Evangelio.

Al naufragio le sigue el desembarco en la isla de Malta, cuyos habitantes demuestran una cálida acogida. Los malteses son buenos, son humildes, son acogedores ya desde aquella época. Llueve y hace frío y encienden una hoguera para que los náufragos tengan, por lo menos,  calor y alivio. También aquí Pablo, como verdadero discípulo de Cristo, contribuye a alimentar el fuego con algunas ramas. Mientras lo hace es mordido por una víbora pero no sufre ningún daño. La gente, al verlo, dice “¡Pero este es un malhechor porque se salva de un naufragio y además le muerde una víbora!”. Esperaban el momento en que cayese muerto, pero no sufre daño alguno e incluso le toman por una deidad, en vez de por un malhechor. En realidad, ese beneficio proviene del Señor resucitado que le asiste, según la promesa hecha antes de subir al cielo y dirigida a los creyentes: «Agarrarán serpientes en sus  manos y, aunque beban veneno, no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien». (Mc16.18). Dice la historia que desde aquel momento no hay víboras en Malta; esta es la bendición de Dios por la acogida de este pueblo tan bueno.

En efecto, la estancia en Malta se convierte para Pablo en la ocasión propicia para dar «carne» a la palabra que anuncia y ejercer así un ministerio de compasión en la curación de los enfermos. Y esta es una ley del Evangelio: cuando un creyente experimenta la salvación no la guarda para sí mismo, sino que la pone en circulación. «El bien siempre tiende a comunicarse. Toda experiencia auténtica de verdad y belleza busca por sí misma su expansión, y cualquier persona que viva una profunda liberación adquiere mayor sensibilidad a las necesidades de los demás» (Exhortación Evangelii gaudium, 9). Un cristiano «probado» puede ciertamente acercarse a los que sufren y hacer que su corazón se abra y sea sensible a la solidaridad con los demás.

Pablo nos enseña a vivir las pruebas abrazándonos a Cristo, para madurar la «convicción de que Dios puede actuar en cualquier circunstancia, también en medio de aparentes fracasos» y la «certeza de que quien se ofrece y se entrega a Dios por amor será seguramente fecundo”. (ib., 279).El amor es siempre fecundo, el amor a Dios siempre es fecundo y si te dejas tomar por el Señor y recibes los dones del Señor, podrás así darlos a los demás. El amor a Dios va siempre más allá.

Pidamos hoy al Señor que nos ayude a vivir cada prueba sostenidos por la energía de la fe; y a ser sensibles con los numerosos náufragos de la historia que llegan a nuestras costas exhaustos, para que  también nosotros los recibamos con ese amor fraterno que proviene del encuentro con Jesús. Esto es lo que nos salva del frío de la indiferencia y de la inhumanidad.

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

El libro de los Hechos de los Apóstoles narra, en su parte final, cómo el Evangelio siguió su camino no sólo por tierra sino también por mar. Pablo iba prisionero en una embarcación que lo llevaba de Cesarea a Roma, cumpliéndose así la palabra del Resucitado: «Seréis mis testigos hasta los confines de la tierra».

En un cierto momento, la navegación se volvió difícil y peligrosa; Pablo aconsejó no seguir, pero el centurión no lo escuchó y la nave terminó a la deriva. Cuando la desesperación se apoderó de todos, el Apóstol intervino asegurando que Dios le había revelado a través de un ángel que se presentaría ante el César y que no perdería a ninguno de sus compañeros de viaje. Así, ese viaje pasó de ser una situación de desgracia y de muerte a una oportunidad para manifestar el poder salvador de Dios.

Después del naufragio, llegaron a la isla de Malta, donde fueron acogidos por sus habitantes y les encendieron una hoguera para que se calentaran. A Pablo, al echar la leña al fuego, le mordió una víbora, pero no sufrió ningún daño. Este beneficio era una gracia del Señor que lo asistió siguiendo su promesa dirigida a los creyentes: «tomarán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño».

Pablo nos enseña a vivir las pruebas abrazándonos a Cristo, para madurar la convicción de que Dios actúa en cualquier circunstancia, también en medio de las dificultades; y la vida de quien se da a Dios por amor, siempre será fecunda.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, venidos de España y de Latinoamérica. Los animo a seguir el ejemplo de san Pablo para que, sostenidos por la fe, podamos ser sensibles ante las personas que viven en dificultad alrededor nuestro, pudiendo salir a su encuentro con amor fraterno. Que Dios los bendiga.

El Papa ha dicho al saludar a los peregrinos en otras lenguas:

Quiero pedir a todos que recen al Señor para que ayude al pueblo en este momento difícil, con esos incendios tan fuertes. Estoy cerca del pueblo de Australia.

Por último, saludo a los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados. El próximo domingo celebraremos la Fiesta del Bautismo del Señor. Redescubrid la gracia que proviene del Sacramento y traducidla en los compromisos cotidianos de la vida. Y quisiera que cada uno de nosotros supiera la fecha del bautismo: sabemos la fecha de nuestro cumpleaños, la fecha de nuestro nacimiento; pero ¿cuántos de vosotros sabéis la fecha del bautismo? Pocos… como no se celebra, se olvida. Os pongo unos deberes para hacer en casa: Preguntad a vuestros padres, a los abuelos, a los tíos, a los amigos: «¿Cuándo fui bautizado? ¿Cuándo fui bautizada?» Y  llevad siempre esa fecha del bautismo en vuestro corazón para agradecer al Señor la gracia del bautismo.

Francisco


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