Papa Francisco / En la Audiencia General 4-10-17: «Jesús quiere testigos que propagan esperanza sobre todo con su modo amar»

* «Así la tarea de los cristianos en este mundo es aquel de abrir espacios de salvación, como células de regeneración capaces de restituir linfa a los que parecía perdido para siempre. Cuando el cielo esta nublado, es una bendición quien sabe hablar del sol. Es esto, el verdadero cristiano es así: no triste y amargado, sino convencido, por la fuerza de la resurrección, que ningún mal es infinito, ninguna noche es sin fin, ningún hombre está definitivamente equivocado, ningún odio es invencible por el amor»

Video completo de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa ha hecho en nuestro idioma

* «Deseo anunciar que del 19 al 24 de marzo de 2018 ha sido convocada por  la Secretaría General del Sínodo de los Obispos una Reunión pre-sinodal a la que están invitados los jóvenes provenientes de diversas partes del mundo: tanto jóvenes católicos, como jóvenes de diversas confesiones cristianas y de otras religiones y jóvenes no creyentes»

4 de octubre de 2017.- (13 TV Radio Vaticano / Camino Católico)  “Quien ha tenido la gracia de abrazar la resurrección de Jesús puede todavía esperar en lo inesperado. Los mártires de todo tiempo, con su fidelidad a Cristo, narran que la injusticia no es la última palabra en la vida”, con estas palabras el Papa Francisco reflexionó en la Audiencia General del primer miércoles de octubre, sobre el tema de los misioneros de esperanza hoy.

Continuando su ciclo de catequesis sobre“la esperanza”, el Obispo de Roma recordó que, el mes de octubre, en la Iglesia está dedicado de modo particular a la misión. De hecho, señaló el Santo Padre, el cristiano nos es un profeta de desgracias. “La esencia de su anuncio – precisó el Pontífice – es lo contrario, lo opuesto a las desgracias: es Jesús, muerto por amor y que Dios lo ha resucitado la mañana de Pascua”. Este es el núcleo de la fe cristiana, subrayó el Papa. Si los Evangelios se detuvieran en la sepultura de Jesús, la historia de este profeta iría a agregarse a las tantas biografías de personajes heroicos que han dado la vida por un ideal. El Evangelio, puntualizó, sería entonces un libro edificante, también consolador, pero no sería un anuncio de esperanza.

Por ello, señaló el Papa Francisco, “la tarea de los cristianos en este mundo es aquel de abrir espacios de salvación, como células de regeneración capaces de restituir linfa a lo que parecía perdido para siempre”. El verdadero cristiano, agregó el Pontífice, no está triste y amargado, sino convencido, por la fuerza de la resurrección, que ningún mal es infinito, ninguna noche es sin fin, ningún hombre está definitivamente equivocado, ningún odio es invencible por el amor.

Al concluir su audiencia general, el Papa Francisco anunció la convocatoria de una cita para los jóvenes antes de la V Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, invitando a la juventud católica, cristiana, de otras religiones y no creyente de todo el mundo. En el vídeo superior se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En esta catequesis quiero hablar sobre el tema “Misioneros de esperanza hoy”. Estoy contento de hacerlo al inicio del mes de octubre, que en la Iglesia está dedicado de modo particular a la misión, y también en la fiesta de San Francisco de Asís, que ha sido ¡un gran misionero de esperanza!

De hecho, el cristiano nos es un profeta de desgracias. ¿Han entendido esto? Nosotros no somos profetas de desgracias. La esencia de su anuncio es lo contrario, lo opuesto a las desgracias: es Jesús, muerto por amor y que Dios lo ha resucitado la mañana de Pascua. Y este es el núcleo de la fe cristiana. Si los Evangelios se detuvieran en la sepultura de Jesús, la historia de este profeta iría a agregarse a las tantas biografías de personajes heroicos que han dado la vida por un ideal. El Evangelio sería entonces un libro edificante, también consolador, pero no sería un anuncio de esperanza.

Pero los Evangelios no se cierran con el viernes santo, van más allá; y es justamente este fragmento sucesivo el que transforma nuestras vidas. Los discípulos de Jesús estaban desconsolados ese sábado después de su crucifixión; aquella piedra colocada en la puerta del sepulcro había cerrado también los tres años de entusiasmo vividos por ellos con el Maestro de Nazaret. Parecía que todo había terminado, y algunos, desilusionados y atemorizados, estaban ya dejando Jerusalén.

¡Pero Jesús resucita! Este hecho inesperado cambia e invierte la mente y el corazón de los discípulos. Porque Jesús no resucita solo por sí mismo, como si su renacer fuera una prerrogativa del cual estar celosos: si asciende hacia el Padre es porque quiere que su resurrección sea participada a todo ser humano, y lleve a lo alto toda creatura. Y el día de Pentecostés los discípulos son transformados por el soplo del Espíritu Santo. No tendrán solamente una buena noticia para llevar a todos, sino serán ellos mismos diferentes de antes, como renacidos a una vida nueva. La resurrección de Jesús nos transforma con la fuerza del Espíritu Santo. Jesús está vivo, está vivo en medio de nosotros, está vivo y tiene esa fuerza para transformarnos.

¡Como es bello pensar que se es anunciador de la resurrección de Jesús no solamente con palabras, sino con los hechos y con el testimonio de vida! Jesús no quiere discípulos capaces sólo de repetir fórmulas aprendidas a memoria. Quiere testigos: personas que propagan esperanza con su modo de acoger, de sonreír, de amar. Sobre todo de amar: porque la fuerza de la resurrección hace a los cristianos capaces de amar incluso cuando el amor parece haber perdido sus razones. Hay “algo más” que habita en la existencia cristiana, y que no se explica simplemente con la fuerza de ánimo o un mayor optimismo. ¡No! La fe, nuestra esperanza no es sólo un optimismo; es otra cosa más. Es como si los creyentes fueran personas con un “pedazo de cielo” de más sobre la cabeza. ¡Es bello esto, eh! Nosotros somos personas con un pedazo de cielo de más sobre la cabeza, acompañados por una presencia que alguno no logra ni siquiera intuir.

Así la tarea de los cristianos en este mundo es aquel de abrir espacios de salvación, como células de regeneración capaces de restituir linfa a los que parecía perdido para siempre. Cuando el cielo esta nublado, es una bendición quien sabe hablar del sol. Es esto, el verdadero cristiano es así: no triste y amargado, sino convencido, por la fuerza de la resurrección, que ningún mal es infinito, ninguna noche es sin fin, ningún hombre está definitivamente equivocado, ningún odio es invencible por el amor.

Cierto, algunas veces los discípulos pagaran a caro precio esta esperanza donada a ellos por Jesús. Pensemos en tantos cristianos que no han abandonado a su pueblo, cuando ha llegado el tiempo de la persecución. Se han quedado ahí, donde era incierto incluso el mañana, donde no se podía hacer proyectos de ningún tipo, se han quedado esperando en Dios. Y pensemos en nuestros hermanos, en nuestras hermanas de Oriente Medio que dan testimonio de esperanza y también ofrecen la vida por este testimonio. Y ellos son verdaderos cristianos. Ellos llevan el cielo en el corazón, miran más allá, siempre más allá.

Quien ha tenido la gracia de abrazar la resurrección de Jesús puede todavía esperar en lo inesperado. Los mártires de todo tiempo, con su fidelidad a Cristo, narran que la injusticia no es la última palabra en la vida. En Cristo resucitado podemos continuar esperando. Los hombres y las mujeres que tienen un “por qué” vivir resisten más que los demás en los tiempos de desgracia. Pero quien tiene a Cristo a su propio lado de verdad no teme más nada. Y por esto los cristianos no son jamás hombres fáciles y acomodados, los verdaderos cristianos, ¿no? Su humildad no se debe confundir con un sentido de inseguridad y de condescendencia. San Pablo anima a Timoteo a sufrir por el Evangelio, y dice así: «el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad» (2 Tim 1,7). Caídos, se levantan siempre.

Es por esto, queridos hermanos y hermanas, que el cristiano es un misionero de esperanza. No por su mérito, sino gracias a Jesús, el grano de trigo que, cae en la tierra, ha muerto y ha dado mucho fruto (Cfr. Jn 12,24). Gracias.

(Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:)

Queridos hermanos y hermanas:

Octubre es un mes que la Iglesia dedica especialmente a la misión, por eso esta catequesis lleva por título: «Misioneros de esperanza hoy». El núcleo de la fe cristiana es la resurrección de Jesús, por eso el cristiano no puede ser un profeta de desgracias. A través del Espíritu Santo, Jesús nos hace renacer a una vida nueva que debemos anunciar a los demás no sólo de palabra, sino con la vida. Jesús quiere testigos, personas que difundan esperanza con su modo de acoger, de sonreír, y sobre todo de amar.

Porque la fuerza de la resurrección hace que los cristianos seamos capaces de amar allí donde parece que ya no hay motivo para amar, y de abrir espacios de salvación allí donde parece que todo está humanamente perdido. El cristiano por eso no se deja llevar del desánimo o de la queja, ya que gracias a la resurrección está convencido de que no hay ningún mal que sea infinito, ninguna noche que sea eterna, ningún hombre que no pueda cambiar, ningún odio que no se pueda vencer con amor.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España y América Latina. Pidamos a Jesús, por intercesión de la Virgen María y de san Francisco de Asís, que sepamos difundir siempre a nuestro alrededor semillas de esperanza y de amor. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.

(Al final de la audiencia el Santo Padre ha dicho:)

Deseo anunciar que del 19 al 24 de marzo de 2018 ha sido convocada por  la Secretaría General del Sínodo de los Obispos una Reunión pre-sinodal a la que están invitados los jóvenes provenientes de diversas partes del mundo: tanto jóvenes católicos, como jóvenes de diversas confesiones cristianas y de otras religiones y jóvenes no creyentes.

Esta iniciativa se inserta en el camino de preparación de la próxima Asamblea General del Sínodo de los Obispos que tendrá como tema Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, en octubre de 2018. Con este camino la Iglesia quiere ponerse a la escucha de la voz, de la sensibilidad, de la fe y también de las dudas y de las críticas de los jóvenes. Debemos escuchar a los jóvenes. Por ello, las conclusiones de la Reunión de marzo serán transmitidas a los Padres sinodales.

Francisco

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