Papa Francisco en la Audiencia General: «Cristianos y musulmanes se comprometan juntos por la solidaridad, por la paz y la justicia»

* «Y con las Autoridades de Turquía hemos hablado de la violencia. Precisamente, es el olvido de Dios y no su glorificación que genera la violencia. Por esto he insistido sobre la importancia de que cada Estado debe asegurar a los ciudadanos y a las comunidades religiosas una real libertad de culto»

*  «La oración, de hecho, es la base para cada fructífero diálogo ecuménico bajo la guía del Espíritu Santo, que como dije, es quien hace la unidad»

3 de diciembre de 2014.- (13 TV / Popular Y/ Radio Vaticano Camino Católico)  La lluvia y el viento no impidieron que miles de fieles llegaran a la plaza del Santuario de san Pedro. El obispo de Roma recordando su viaje a Turquía dio las claves de su visita en la Audiencia del 3 de diciembre: Apertura a la libertad de culto y al trabajo por la paz con otros credos, a los Estados y líderes religiosos y oración con los católicos de diversos ritos y en el diálogo ecuménico.

El Sucesor de Pedro que viajó con ocasión de la fiesta de San Andrés Apóstol, para encontrarse con el Patriarca Ecuménico de Constantinopla recordó que pidió reconocimiento de la libertad de culto; que expresó el deseo de que cristianos y musulmanes trabajen juntos por la solidaridad, la paz, la convivencia pacífica; que invocó el Espíritu Santo junto a pastores y fieles de distintos ritos católicos para que el Pueblo de Dios crezca en la apertura a su divina acción. Y que encontró al Patriarca Bartolomé, con quien renovó el compromiso de proseguir el camino hacia la plena comunión,“conscientes de que la oración es la base de todo diálogo fructífero”.

Finalmente se dirigió a todos los fieles y peregrinos,“que la preparación del nacimiento del Señor, en este tiempo de Adviento, les haga crecer en el amor a Jesús y en el deseo de comunicarlo a los demás”.En el vídeo se visualiza y escucha toda la catequesis y el resumen que el Papa ha hecho en español, cuyotexto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Pero, no parece tan buena la jornada ¿eh? Es un poco feíta. Pero ustedes son valientes y a mal tiempo buena cara ¿eh? ¡Sigamos adelante!

Esta audiencia se desarrolla en dos lugares distintos, como hacemos cuando llueve: aquí en la plaza y luego están los enfermos en el Aula Pablo VI. Yo los he encontrado ya, los he saludado y ellos siguen la audiencia a través de la pantalla gigante, porque están enfermos y no pueden estar bajo de la lluvia. ¡Los saludamos desde aquí, con un aplauso, todos!

Hoy quiero compartir con ustedes algunas cosas de mi peregrinación en Turquía, desde el viernes pasado hasta el domingo. Como había pedido prepararlo y acompañarlo con la oración, ahora los invito a dar gracias al Señor por su realización y para que puedan nacer frutos de diálogo, ya sea en nuestras relaciones con los hermanos ortodoxos, que en aquellas con los musulmanes y en el camino hacia la paz entre los pueblos. En primer lugar, siento el deber de renovar la expresión de mi reconocimiento al Presidente de la República turca, al Primer Ministro, al Presidente para los Asuntos Religiosos y a las otras Autoridades, que me han acogido con respeto y han garantizado el buen orden de los eventos. Y esto da trabajo, ¿no? Y ellos han hecho este trabajo con gusto. Agradezco fraternalmente a los Obispos de la Iglesia católica en Turquía, el Presidente de la Conferencia episcopal, tan bueno, y les agradezco por su compromiso con las comunidades católicas, como también agradezco al Patriarca Ecuménico, Su Santidad Bartolomé I, por la cordial acogida. El beato Pablo VI y San Juan Pablo II, que visitaron ambos Turquía, y San Juan XXIII, que fue Delegado Pontificio en aquella nación, han protegido desde el cielo mi peregrinación, realizada ocho años después de aquella de mi predecesor Benedicto XVI. Aquella tierra es querida por todo cristiano, especialmente por haber sido la cuna del apóstol Pablo, por haber hospedado los primeros siete Concilios y por la presencia, cerca de Éfeso, de la “casa de María”. La tradición nos dice que allí vivió la Virgen, luego la venida del Espíritu Santo.

En la primera jornada del viaje apostólico,  he saludado a las Autoridades del país, de gran mayoría musulmán, pero en cuya constitución se afirma la laicidad del Estado.  Y con las Autoridades hemos hablado de la violencia. Precisamente, es el olvido de Dios y no su glorificación que genera la violencia. Por esto he insistido sobre la importancia de que cristianos y musulmanes se comprometan juntos por la solidaridad, por la paz y la justicia, afirmando que cada Estado debe asegurar a los ciudadanos y a las comunidades religiosas una real libertad de culto.

Hoy, antes de ir a saludar a los enfermos estuve con un grupo de cristianos e islámicos, que hicieron una reunión organizada por el Dicasterio del Diálogo Interreligioso, bajo la guía del cardenal Tauran. Y también ellos expresaron este deseo de seguir adelante en este diálogo fraterno entre católicos, cristianos e islámicos.

En el segundo día he visitado algunos lugares-símbolo de las diversas confesiones religiosas presentes en Turquía. Lo hice sintiendo en el corazón la invocación al Señor, Dios del cielo y la tierra, Padre misericordioso de la entera humanidad. Centro de la jornada fue la Celebración Eucarística que vio reunidos en la Catedral a pastores y fieles de los diversos Ritos católicos presentes en Turquía. Asistieron también el Patriarca Ecuménico, el Vicario Patriarcal Armenio Apostólico, el Metropolita Siro-Ortodoxo y exponentes Protestantes. Juntos hemos invocado al Espíritu Santo, Aquel que hace la unidad de la Iglesia: unidad en la fe, unidad en la caridad, unidad en la cohesión interior. El Pueblo de Dios, en la riqueza de sus tradiciones y articulaciones, está llamado a dejarse guiar por el Espíritu Santo, en actitud constante de apertura, de docilidad y de obediencia. En nuestro camino de diálogo ecuménico y de nuestra unidad, de nuestra Iglesia católica, el que hace todo es el Espíritu Santo. A nosotros nos toca dejarlo hacer, acogerlo e ir detrás de sus inspiraciones.

El tercer y último día, fiesta de San Andrés Apóstol, ofreció el contexto ideal para consolidar las relaciones fraternales entre el Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, y el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Sucesor de Andrés, hermano de Simón Pedro que ha fundado esa Iglesia. He renovado con Su Santidad Bartolomé I, el compromiso mutuo de continuar en el camino hacia el restablecimiento de la plena comunión entre católicos y ortodoxos. Juntos suscribimos una declaración conjunta, una etapa ulterior de este camino. Fue particularmente  significativo que este acto tuviera lugar al final de la solemne Liturgia de la fiesta de San Andrés, a la que asistí con gran alegría, y a la que siguió la doble bendición impartida por el Patriarca de Constantinopla y por el Obispo de Roma. La oración, de hecho, es la base para cada fructífero diálogo ecuménico bajo la guía del Espíritu Santo, que como dije, es quien hace la unidad.

El último encuentro – que ha sido bello y también doloroso – el último encuentro fue con un grupo de chicos prófugos, huéspedes de los Salesianos. Era muy importante para mí encontrar a algunos prófugos de las zonas de guerra del Oriente Medio, tanto para expresarles mi cercanía y la de la Iglesia, como para poner de relieve el valor de la hospitalidad, en la que también Turquía se ha comprometido mucho. Agradezco una vez más a Turquía por esta hospitalidad con tantos prófugos y agradezco de corazón a los salesianos de Estambul: estos salesianos, trabajan con los prófugos, ¡son buenos! También he encontrado otros padres, un jesuita alemán y otros que trabajan con los prófugos; pero ese oratorio salesiano de los prófugos es una cosa bella y es un trabajo escondido. Agradezco tanto a todas esas personas que trabajan con los prófugos. Recemos por todos los prófugos y refugiados, y para que sean removidas las causas de esta herida dolorosa.

Queridos hermanos y hermanas, que Dios omnipotente y misericordioso siga protegiendo al pueblo turco, a sus gobernantes y a los representantes de las diferentes religiones. Que puedan construir juntos un futuro de paz, para que Turquía pueda representar un lugar de coexistencia pacífica entre las diferentes religiones y culturas. También rezamos para que por la intercesión de la Virgen María, el Espíritu Santo haga fecundo este viaje apostólico y favorezca el fervor misionero en la Iglesia, para anunciar a todos los pueblos, en el respeto y en el diálogo fraterno, que el Señor Jesús es verdad, paz y amor, sólo Él es el Señor. Gracias.

(El Papa ha dicho en español:)  

Queridos hermanos y hermanas:

Con alegría, deseo recordar el viaje que realicé en Turquía, una tierra tan querida por tantos motivos ligados a la historia del cristianismo. En el encuentro con las autoridades, a las que agradezco la atención y respeto con el que me han acogido, he tenido la oportunidad de reafirmar la necesidad de que los Estados reconozcan la relevancia pública de la fe religiosa y garanticen a todos la libertad de culto.

Al mismo tiempo, he expresado el deseo de que cristianos y musulmanes trabajen juntos por la solidaridad, la paz y la convivencia pacífica. Junto con los pastores y fieles de los distintos ritos católicos, hemos invocado al Espíritu Santo para que el Pueblo de Dios, en la diversidad de sus tradiciones, crezca en su apertura, docilidad y obediencia a su divina acción.

En la fiesta del Apóstol san Andrés, he encontrado al Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Su Santidad Bartolomé I, y juntos hemos firmado una Declaración, renovando el compromiso de proseguir el camino para el restablecimiento de la plena comunión entre católicos y ortodoxos, conscientes de que la oración es la base para un diálogo ecuménico fructífero.

Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los provenientes de España, Argentina, México, Paraguay, Bolivia, Chile y otros países latinoamericanos. Que la preparación del nacimiento del Señor, en este tiempo de Adviento, les haga crecer en el amor a Jesús y en el deseo de comunicarlo a todos los demás. Muchas gracias y que Dios los bendiga a todos.

Francisco

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