Papa Francisco en la Audiencia General: «La sabiduría es la gracia de poder ver todas las cosas con los ojos de Dios»

* «Invito de corazón a todos a unirse a mí en la oración por la paz en Siria y en la región, y lanzo un apremiante llamamiento a los sirios y a la comunidad internacional: ¡callen las armas y se ponga fin a la violencia! ¡Nunca más guerra!»

9 de abril de 2014.- (13 TV / Radio Vaticano Camino Católico) El Espíritu Santo es la linfa vital del amor de Dios que hace de nuestro corazón su morada. Es el don de Dios por excelencia que a quien lo recibe comunica diversos dones espirituales, explicó Papa Francisco en su catequesis sobre los dones del Espíritu de Dios. El primero de estos dones –afirmó el Obispo de Roma- es la sabiduría, aquella de Salomón que no pidió a riqueza, éxito, fama, larga vida sino “un corazón dócil que sepa distinguir el bien del mal”. La sabiduría es lo que hace en nosotros el Espíritu para que veamos cada cosa con los ojos de Dios.

Esta sabiduría nace de la intimidad con Dios, en la cual el Espíritu nos hace contemplativos. Esta sabiduría no es una persona que sabe todo, sino que sabe cómo actúa Dios, cuando una cosa es de Dios y cuando no es de Dios. Es una experiencia sobrenatural que hace sentirse siempre con el Señor, entre sus manos, y compartir su alegría, su paz y su irrefrenable pasión por cada hombre.

Finalmente el Sucesor de Pedro aseveró que el Espíritu Santo hace que el cristiano tenga el gusto y el sabor de Dios y preguntó: ¿tiene mi vida el gusto y el sabor de Dios; el sabor del Evangelio, o es insípida? En el vídeo se visualiza y escucha la catequesis del Papa y la síntesis en español.El texto completo de la meditación del Santo Padre es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Iniciamos hoy un ciclo de catequesis sobre los dones del Espíritu Santo. Sabéis que el Espíritu Santo constituye el alma, el alma vital de la Iglesia y de todo símbolo cristiano: es el Amor de Dios que hace de nuestro corazón su morada y entra en comunión con nosotros. Él está siempre con nosotros.

El Espíritu mismo es “el don de Dios” por excelencia (cfr Gv 4,10), y a su vez comunica a quien lo acoge diversos dones espirituales. La Iglesia especifica siete, número que simbólicamente dice plenitud, lo completo; son los que se aprenden cuando nos preparamos para el sacramento de la Confirmación y que invocamos en la antigua oración llamada “Secuencia al Espíritu Santo”: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad, y temor de Dios. Ya el profeta Isaías los menciona, hablando del Espíritu que se posaría sobre el Mesías y que habría guiado su acción de salvación (cfr 11,2).

1. El primer don del Espíritu Santo, según la lista tradicional, es por tanto la sabiduría. No se trata sencillamente la sabiduría humana, fruto del conocimiento y de la experiencia. En la Biblia se relata que a Salomón, en el momento de su coronación como rey de Israel, Dios le ofrece el don que él quiera. Salomón no le pide la riqueza, el éxito, la fama o una vida larga y feliz sino que le pide “un corazón dócil, que sepa distinguir el bien del mal” (1Re 3,9). La sabiduría es exactamente esto: es la gracia de poder ver todas las cosas con los ojos de Dios. A veces vemos las cosas según nuestro parecer, según la situación de nuestro corazón, con amor, con odio, con envidia, esto no es el ojo de Dios. La sabiduría es lo que el Espíritu Santo hace en nosotros para que veamos todas las cosas con los ojos de Dios. Se trata de una luz interior, que solo el Espíritu Santo puede dar y que nos hace capaces de reconocer la impronta de Dios en nuestra vida y en nuestra historia.

2. La sabiduría, por tanto, no nace tanto de la inteligencia o del conocimiento que podamos tener, sino de la intimidad con Dios. ¡Cuántas veces encontramos personas que no han estudiado y ciertamente tienen este don! Cuando estamos en comunión con el Señor, el Espíritu es cómo si transfigurase nuestro corazón y les hiciese percibir todo su calor y su predilección. Esto quiere decir que el don de la sabiduría hace de un cristiano un contemplativo: todo le dice cosas sobre Dios y se convierte en signo de su misericordia y de su amor. Se trata verdaderamente de una experiencia sobrenatural: significa sentirse siempre con el Señor, sentirse entre sus manos y compartir su alegría, su paz y su irrefrenable pasión por todos los hombres. El todo en un espíritu de profunda gratitud, donde en todas las cosas aparece su belleza y se convierte en un motivo para dar gloria a Dios.

3. El Espíritu Santo hace del cristiano un “sabio”. Esto, no en el sentido de que tiene respuesta para todas las cosas, que sabe todo, sino en el sentido de que “sabe” de Dios, que su corazón y su vida tienen el gusto, el sabor de Dios. ¡Lo importante que es que en nuestras comunidades haya cristianos así! Todo en ellos habla de Dios y se convierte en un signo bello y vivo de su presencia y de su amor. Y es algo que no podemos improvisar, que no podemos procurarnos por nosotros mismos: es un don que Dios hace a los que son dóciles a su Espíritu.

Todos esto nos interpela personalmente. Cada uno de nosotros puede preguntarse: “Mi persona y mi vida ¿tienen sabor o no saben a nada, son insípidas? ¿Puedo decir que tienen el sabor del Evangelio? ¿El perfume de Cristo?”. El que nos encuentra percibe enseguida si somos hombres o mujeres de Dios o no… Si nos movemos por nosotros mismos, en base a nuestras ideas, nuestros propósitos, o bien por su Espíritu que habita en nuestro corazón… Y si está en nosotros la sabiduría que viene de Dios, podemos distinguir el bien del mal, y convertirnos en expertos de las cosas de Dios, comunicar a los demás su dulzura y su amor.. ¡Gracias!

(El Papa ha dicho en español:)  

Queridos hermanos y hermanas:

Comenzamos hoy una nueva serie de catequesis dedicadas a los siete dones del Espíritu Santo. El primer don es el de la sabiduría. Ésta no es fruto del conocimiento y la experiencia humana, sino que consiste en una luz interior que sólo puede dar el Espíritu Santo y que nos hace capaces de reconocer la huella de Dios en nuestra vida y en la historia. Esta sabiduría nace de la intimidad con Dios y hace del cristiano un contemplativo: todo le habla de Dios y todo lo ve como un signo de su amor y un motivo para dar gracias.

Esto no significa que el cristiano tenga una respuesta para cada cosa, sino que tiene como el “gusto”, como el “sabor” de Dios, de tal manera que en su corazón y en su vida todo habla de Dios. También nosotros tenemos que preguntarnos si nuestra vida tiene el sabor del Evangelio; si los demás perciben que somos hombres y mujeres de Dios; si es el Espíritu Santo el que mueve nuestra vida o son en cambio nuestras ideas o propósitos.

Qué importante es que en nuestras comunidades haya cristianos que, dóciles al Espíritu Santo, tengan experiencia de las cosas de Dios y comuniquen a los demás su dulzura y amor.

Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos de España, México, Costa Rica, Argentina y otros países.
Invito a todos a intensificar la preparación espiritual de las próximas fiestas de la Pascua del Señor, para que la acción del Espíritu Santo produzca en nosotros frutos de verdadera conversión y santidad. Que Dios los bendiga y muchas gracias.

(El Papa ha hecho en italiano un llamado por la paz en Siria y en Oriente Medio -que puede verse en el vídeo bajo estas lineas- y ha dicho:)

El lunes pasado, en Homs, Siria, fue asesinado el Rev.do P. Frans van der Lugt, un jesuita, holandés, hermano mío, de 75 años, que llegó a Siria hace unos 50 años, que siempre ha hecho bien a todos, con gratuidad y amor, y por lo tanto era amado y respetado por cristianos y musulmanes.

Su brutal asesinato me llena de profundo dolor y me hace pensar, una vez más, que todavía mucha gente sigue sufriendo y muriendo en ese atormentado país – mi amada Siria – que desde hace ya demasiado tiempo sigue siendo presa de un sangriento conflicto, que sigue cosechando muerte y destrucción.

Pienso asimismo en las numerosas personas secuestradas – cristianos y musulmanes – sirios y de otros países, entre los que hay obispos y sacerdotes. Pidamos al Señor que pronto puedan volver a estar con sus seres queridos y con sus familias y comunidades.

Invito de corazón a todos a unirse a mí en la oración por la paz en Siria y en la región, y lanzo un apremiante llamamiento a los sirios y a la comunidad internacional: ¡callen las armas y se ponga fin a la violencia! ¡Nunca más guerra! ¡Nunca más destrucción! Que se respeta el derecho humanitario, se brinde ayuda a la población necesitada de asistencia humanitaria y se logre alcanzar la anhelada paz a través del diálogo y de la reconciliación. A Nuestra Madre María, Reina de la Paz, pidámosle que dé este don de la paz para Siria. ¡Y recemos todos juntos: Dios te salve María!

Papa Francisco

Comentarios 0

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad