Papa Francisco en Regina Coeli, 14-5-2023: «El Espíritu Santo nos defiende del acusador, el diablo, y en la prueba nos consuela, trayéndonos el perdón y la fuerza de Dios»

* «El Espíritu Santo nos sugiere cómo responder, nos recuerda las palabras del Evangelio, y nos permite así responder al diablo acusador no con palabras nuestras, sino con las palabras mismas del Señor. Sobre todo, nos recuerda que Jesús hablaba siempre del Padre que está en los cielos, que nos lo ha dado a conocer y nos ha revelado su amor por nosotros, que somos sus hijos. Si invocamos al Espíritu, aprenderemos a acoger y recordar la realidad más importante de la vida: Que somos hijos amados de Dios»

Video completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Regina Coeli

* «Durante estos días, hemos asistido de nuevo a enfrentamientos armados entre israelíes y palestinos, en los que han perdido la vida personas inocentes, incluidos mujeres y niños. Espero que la tregua recién alcanzada se estabilice, que callen las armas, porque con las armas nunca se obtendrán seguridad y estabilidad; por el contrario, se destruirá cualquier esperanza de paz. Encomendémoslo a María, la mamá de Jesús. Nos dirigimos a ella pidiéndole que alivie los sufrimientos de la martirizada Ucrania y de todas las naciones heridas por la guerra y la violencia»

14 de mayo 2023.- (Camino católico) “El Espíritu Santo no nos deja solos, está junto a nosotros, como un abogado que asiste al imputado estando a su lado. Y nos sugiere cómo defendernos frente a quien nos acusa… El Espíritu Santo nos defiende del acusador, el diablo, y en la prueba nos consuela, trayéndonos el perdón y la fuerza de Dios”, lo ha dicho el Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del Regina Caeli de este 14 de mayo, VI Domingo de Pascua, ante los miles de fieles y peregrinos que se han dado cita en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano.

Foto: Vatican Media

Al comentar el Evangelio de este VI Domingo de Pascua, en el cual San Juan nos presenta la promesa de Jesús a sus discípulos de enviarles “otro Paráclito, que este siempre con ellos”, el Santo Padre ha explicado que, Jesús nos habla del Espíritu Santo, al que llama Paráclito, y de ahí propuso dos aspectos para la reflexión: su cercanía y su ayuda contra quien nos acusa.

El Pontífice ha afirmado que el Espíritu Santo nos sugiere cómo responder. ¿De qué modo?: “Él nos recuerda las palabras del Evangelio, y nos permite así responder al diablo acusador no con palabras nuestras, sino con las palabras mismas del Señor… Si invocamos al Espíritu, aprenderemos a acoger y recordar la realidad más importante de la vida, que nos protege de las acusaciones del mal: Que somos hijos amados de Dios”.

Después de rezar la oración del Regina Coeli, el Santo Padre ha elevado su voz para que, cese la violencia entre israelíes y palestinos, “porque con las armas nunca se conseguirá la seguridad y la estabilidad”. Asimismo, el Pontífice ha dirigido su pensamiento a la población de Ucrania, herida por la guerra y la violencia. En el vídeo de Vatican News  se visualizan y escuchan traducidas al español las palabras del Papa en el momento de rezar el Regina Coeli, cuyo texto completo es el siguiente:

Foto: Vatican Media
PAPA FRANCISCO
REGINA COELI
Plaza de San Pedro
VI Domingo de Pascua, 14-5-2023

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy, sexto domingo de Pascua, nos habla del Espíritu Santo, que Jesús llama Paráclito (cfr. Jn 14,15-17). Paráclito es una palabra que proviene del griego, y que significa al mismo tiempo el que consuela y abogado. El Espíritu Santo nunca nos deja solos, está junto a nosotros, como un abogado que asiste al imputado estando a su lado. Y nos sugiere cómo defendernos de quien nos acusa. Recordemos que el gran acusador es siempre el diablo, que pone dentro de uno el deseo del pecado, los pecados, la maldad. Reflexionemos sobre estos dos aspectos: su cercanía y su ayuda contra quien nos acusa.

Su cercanía: el Espíritu Santo, dice Jesús, “permanece con vosotros y estará en vosotros” (cfr. v. 17). No nos abandona nunca. El Espíritu Santo quiere quedarse con nosotros: no es un huésped de paso que viene a hacernos una visita de cortesía. Es un compañero de vida, una presencia estable, es Espíritu y desea morar en nuestro espíritu. Es paciente y está con nosotros también cuando caemos. Se queda porque nos ama de verdad, no finge querernos para luego dejarnos solos en medio de las dificultades. No, es leal, es transparente, es auténtico.

Foto: Vatican Media

Es más, si nos encontramos en una situación de prueba, el Espíritu Santo nos consuela, trayéndonos el perdón y la fuerza de Dios. Y cuando nos pone ante nuestros errores y nos corrige, lo hace con suavidad: en su voz, que habla al corazón, están siempre presentes el timbre de la ternura y el calor del amor. Cierto, el Espíritu Paráclito es exigente, porque es un verdadero amigo, fiel, que no esconde nada, que nos sugiere qué cambiar y cómo crecer. Pero cuando nos corrige jamás nos humilla y nunca infunde desánimo; por el contrario, nos transmite la certeza de que con Dios podemos lograrlo, siempre. Esta es su cercanía. ¡Es una hermosa certeza!

Segundo aspecto, el Espíritu Paráclito es nuestro abogadonos defiende. Nos defiende de quien nos acusa: de nosotros mismos cuando no nos queremos y no nos perdonamos, llegando quizá incluso a decirnos que somos unos fracasados buenos para nada; del mundo, que descarta a quien no responde a sus esquemas y sus modelos; del diablo, que es el “acusador” por excelencia (cfr. Ap 12,10) y el que divide, y que hace todo lo posible para que nos sintamos incapaces e infelices.

Ante todos estos pensamientos acusatorios, el Espíritu Santo nos sugiere cómo responder. ¿De qué modo? El Paráclito, dice Jesús, es Aquel que nos enseña y nos recuerda todo lo que Jesús nos ha dicho (cfr.  Jn 14,26). Él nos recuerda las palabras del Evangelio, y nos permite así responder al diablo acusador no con palabras nuestras, sino con las palabras mismas del Señor. Sobre todo, nos recuerda que Jesús hablaba siempre del Padre que está en los cielos, que nos lo ha dado a conocer y nos ha revelado su amor por nosotros, que somos sus hijos. Si invocamos al Espíritu, aprenderemos a acoger y recordar la realidad más importante de la vida. ¿Y cuál es esta realidad más importante de la vida? Que somos hijos amados de Dios. Somos hijos amados de Dios: esta es la realidad más importante, y el Espíritu Santo nos la recuerda.

Hermanos y hermanas, preguntémonos hoy: ¿Invocamos al Espíritu Santo, le rezamos con frecuencia? ¡No nos olvidemos de Él, que está junto a nosotros, es más, en nuestro interior! Y asimismo, ¿prestamos atención a su voz, tanto cuando nos anima como cuando nos corrige? ¿Respondemos con las palabras de Jesús a las acusaciones del mal, a los “tribunales” de la vida? ¿Nos acordamos de que somos hijos amados de Dios? Que María nos haga dóciles a la voz del Espíritu Santo y sensibles a su presencia.

Foto: Vatican Media

Oración del Regina Coeli: 

Foto: Vatican Media

V/. Reina del Cielo, alégrate; aleluya.

R/. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya.

V/. Resucitó según dijo; aleluya.

R/. Ruega por nosotros a Dios; aleluya;

V/. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.

R/. Porque resucitó en verdad el Señor; aleluya.

Oración:

¡Oh, Dios!, que te dignaste alegrar al mundo por la Resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo: concédenos, te rogamos, que por la mediación de la Virgen María, su Madre, alcancemos los gozos de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

Foto: Vatican Media

Después el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas,

durante estos días, hemos asistido de nuevo a enfrentamientos armados entre israelíes y palestinos, en los que han perdido la vida personas inocentes, incluidos mujeres y niños. Espero que la tregua recién alcanzada se estabilice, que callen las armas, porque con las armas nunca se obtendrán seguridad y estabilidad; por el contrario, se destruirá cualquier esperanza de paz.

Foto: Vatican Media

Os saludo de corazón a todos vosotros, romanos y peregrinos venidos de Italia y de muchos países, en especial a los fieles procedentes de Canadá, Singapur, Malasia y España.

Saludo a los responsables de la Comunidad de San Egidio en 25 países africanos; y, asimismo, a las autoridades y a los docentes de la Universidad de Radom, en Polonia. Saludo la Caritas Internationalis, que se ha reunido para elegir a su nuevo presidente. ¡Adelante, con valor, por la vía de la reforma!

Saludo a los fieles de Scandicci y a los de Torrita de Siena; a los chicos del Decanato de Appiano Gentile, a los Scouts Agesci de Alghero y a los jóvenes de Senigallia; a los alumnos del Instituto “Juan XXIII” de Cammarata; y a los participantes en la carrera de relevos solidaria en favor de la Fundación para la Investigación del Cáncer.

Hoy, en muchos países se celebra la Fiesta de la Mamá; recordemos con gratitud y afecto a todas las mamás, a las que aún están entre nosotros y a aquellas que se han ido al Cielo. Encomendémoslas a María, la mamá de Jesús. ¡Y un fuerte aplauso!

Nos dirigimos a ella pidiéndole que alivie los sufrimientos de la martirizada Ucrania y de todas las naciones heridas por la guerra y la violencia.

Os deseo a todos un feliz domingo. Y saludo a los chicos y chicas de la Inmaculada, que son buenos. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!

Francisco


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