Papa Francisco en video mensaje ante su viaje a Chile y Perú: “Voy como peregrino del Evangelio, para compartir «la paz del Señor» y «confirmarlos en una misma esperanza»”

* “Con ustedes deseo experimentar la paz que viene de Dios, tan necesaria; solo Él nos la puede dar. Es el regalo que Cristo nos hace a todos, el fundamento de nuestra convivencia y de la sociedad; la paz se sostiene en la justicia y nos permite encontrar instancias de comunión y armonía. Hay que pedirla constantemente al Señor y el Señor la da. Es la paz del Resucitado que trae la alegría y nos impulsa para ser misioneros, reavivando el don de la fe que nos lleva al encuentro, a la comunión compartida de una misma fe celebrada y entregada”

9 de enero de 2018.- (Vatican News Camino Católico) Saludando afectuosamente a los hermanos y hermanas de Chile y Perú, con el anhelo de compartir «la paz del Señor» y de «confirmarlos en una misma esperanza», el Obispo de Roma expresa su deseo de encontrarlos.

Tras recordar que conoce la historia de sus países, «fraguada con tesón, entrega»  el Sucesor de Pedro alienta la acción de gracias por la fe y el amor a Dios y a los hermanos más necesitados, en especial a los descartados:

«Quiero hacerme partícipe de las alegrías de ustedes, las tristezas, de sus dificultades y esperanzas, y decirles que no están solos, que el Papa está con ustedes, que la Iglesia entera los acoge, que la Iglesia los mira».

El video mensaje pontificio alienta al encuentro con Cristo resucitado para misionar su paz y esperanza y su deseo de confirmar en la fe compartida, celebrada y entregada, afianzada en la misericordia. Antes de su «¡Hasta pronto!», el Papa encomienda el Viaje Apostólico y las «intenciones que llevamos en el corazón» a la Virgen, Madre de América.  El texto completo del video mensaje del Papa es el siguiente:

Hermanos y hermanas de Chile y Perú:

Ante la proximidad de mi Viaje a esas tierras los saludo afectuosamente. Voy hacia ustedes como peregrino de la alegría del Evangelio, para compartir con todos «la paz del Señor» y «confirmarlos en una misma esperanza». Paz y esperanza, compartidas entre todos.

Deseo encontrarme con ustedes, mirarlos a los ojos, ver sus rostros y poder entre todos experimentar la cercanía de Dios, su ternura y misericordia que nos abraza y consuela.

Conozco la historia de sus países, fraguada con tesón, entrega; deseo, con ustedes, dar gracias a Dios por la fe y el amor a Dios y a los hermanos más necesitados, especialmente por el amor que ustedes tienen hacia aquellos que están descartados de la sociedad. La cultura del descarte cada vez nos ha invadido más. Quiero hacerme partícipe de las alegrías de ustedes, las tristezas, de sus dificultades y esperanzas, y decirles que no están solos, que el Papa está con ustedes, que la Iglesia entera los acoge, que la Iglesia los mira.

Con ustedes deseo experimentar la paz que viene de Dios, tan necesaria; solo Él nos la puede dar. Es el regalo que Cristo nos hace a todos, el fundamento de nuestra convivencia y de la sociedad; la paz se sostiene en la justicia y nos permite encontrar instancias de comunión y armonía. Hay que pedirla constantemente al Señor y el Señor la da. Es la paz del Resucitado que trae la alegría y nos impulsa para ser misioneros, reavivando el don de la fe que nos lleva al encuentro, a la comunión compartida de una misma fe celebrada y entregada.

Ese encuentro con Cristo resucitado nos confirma en la esperanza. No queremos estar anclados a las cosas de este mundo, nuestra mirada va mucho más allá, nuestros ojos están puestos en Su misericordia que cura nuestras miserias. Solo Él nos da el empuje para levantarnos y seguir. Palpar esta cercanía de Dios nos hace comunidad viva que es capaz de conmoverse con los que están a nuestro lado y dar pasos firmes de amistad y de fraternidad. Somos hermanos que salimos al encuentro de los demás para confirmarnos en una misma fe y esperanza.

Pongo en las manos de la Virgen Santa, Madre de América, este Viaje Apostólico y todas las intenciones que llevamos en nuestro corazón, para que sea ella, como buena Madre, quien las acoja y nos enseñe el camino hacia su Hijo.

¡Hasta muy pronto! Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Hasta pronto!

Francisco

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