Papa Francisco lava los pies a los presos en la cárcel de Rebibbia en la Misa de la Cena del Señor: «El amor de Jesús por nosotros no tiene límites. Hasta el punto de dar la vida por nosotros»

«Pero yo también necesito ser lavado por el Señor. Por esto, rezad durante esta misa, para que el Señor también lave mis suciedades, para que yo me convierta en más esclavo vuestro, más esclavo en el servicio de la gente, como ha sido Jesús»

2 de abril de 2015.-(13 TV / Radio Vaticano Camino Católico)  La tarde de este Jueves Santo el Papa dejó el Vaticano para dirigirse a la cárcel romana de Rebibbia donde se encontró con los allí detenidos. En la adyacente iglesia“Padre Nuestro”, el Obispo de Roma celebró la Misa“in Coena Domini” durante la cual lavó los pies a algunos encarcelados y encarceladas del cercano centro penitenciario femenino.

El Papa Francisco en su homilía recordó que Jesús nos ama sin límites.“El amor de Jesús siempre es más, siempre es más, no se cansa de amar a ninguno. Ama a todos nosotros, hasta el punto de dar la vida por nosotros”. E insiste:“a cada uno, con nombres y apellidos”, “y no defrauda jamás, porque no se cansa de amar, no se cansa de perdonar, no se cansa de abrazarnos”, agregó.

Antes de empezar con el rito del lavatorio de los pies, el Papa explicó a los presentes cuál es su origen. El  Papa termina su homilía diciendo que hoy lava los pies a doce presos, pero en estos doce están todos, todos,“todos aquellos que viven aquí” y añadió que él también tiene necesidad de ser lavado por el Señor, así pidió a los presentes que rezaran para que el Señor lave sus suciedades. En el vídeo se visualiza y escucha la homilía del Papa traducida al castellano y el rito del lavatorio de los pies. El texto completo de la homilía del Santo Padre es el siguiente:

Este Jueves, Jesús estaba a la mesa con los discípulos celebrando la fiesta de la Pascua. El pasaje del Evangelio que hemos escuchado dice una frase que es precisamente el centro de lo que Jesús ha hecho por todos nosotros. “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, les amó hasta el extremo”. Jesús nos amó. Jesús nos ama. Pero sin límites, siempre, hasta el final. El amor de Jesús por nosotros no tiene límites. Siempre más, siempre más. No se cansa de amar. A ninguno. Nos ama a todos nosotros. Hasta el punto de dar la vida por nosotros. Sí, dar la vida por nosotros, dar la vida por todos nosotros, dar la vida por cada uno de nosotros. Y cada uno de nosotros puede decir da la vida por mí, cada uno. Ha dado la vida por tí, por tí, por tí, por vosotros, por mí… Por cada uno, con nombre y apellido. Su amor es así, personal. El amor de Jesús no decepciona nunca por Él no se cansa de amar como no se cansa de perdonar, no se cansa de abrazarnos. Esta es la primera cosa que quería deciros, Jesús nos amó a cada uno de nosotros hasta el final.

Y después hace esto que los discípulos no entendían. Lavar los pies. En aquel tiempo era habitual esto porque la gente cuando llegaba a una casa tenía los pies sucios del polvo del camino. No había adoquines en aquella época, el polvo del camino. Y a la entrada de la casa, se lavaban los pies. Pero esto no lo hacía el dueño de la casa, lo hacían los esclavos. Era trabajo de esclavos. Y Jesús lava como esclavo nuestros pies, los pies de los discípulos. Por eso dice a Pedro ‘esto que hago yo, tú ahora no lo entendéis’. ‘Lo entenderás después’. Jesús, es tanto el amor, que se ha hecho esclavo para servirnos, para sanarnos, para limpiarnos. Y hoy, en esta misa, la Iglesia quiere que el sacerdote lave los pies a doce personas, en memoria de los doce apóstoles. Pero en nuestro corazón debemos tener la certeza, debemos estar seguros que el Señor cuando nos lava los pies, nos lava todo, nos purifica, nos hace sentir otra vez su amor. En la Biblia hay una frase del profeta Isaías muy bonita, ‘¿pero puede una madre olvidarse de su hijo? Si una madre se olvidara de su hijo, yo nunca me olvidaré de ti’. Así es el amor de Dios por nosotros.

Yo lavaré hoy los pies de doce de vosotros. Pero, en estos hermanos y hermanas, estáis todos vosotros, todos, todos, todos los que viven aquí. Vosotros les representáis. Pero yo también necesito ser lavado por el Señor. Por esto, rezad durante esta misa, para que el Señor también lave mis suciedades, para que yo me convierta en más esclavo vuestro, más esclavo en el servicio de la gente, como ha sido Jesús.

Ahora comenzaremos esta parte de la ceremonia.

Francisco

Comentarios 0

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad