Papa Francisco ora a la Inmaculada Concepción pidiendo su maternal protección por el mundo entero en la Plaza de España de Roma

“Bajo tu manto hay lugar para todos, porque tú eres la Madre de la Misericordia. Tu corazón está lleno de ternura hacia todos tus hijos: la ternura de Dios, que de ti ha tomado carne y se ha hecho nuestro hermano, Jesús, Salvador de todo hombre y de toda mujer.Mirándote, Madre nuestra Inmaculada, reconocemos la victoria de la divina Misericordia sobre el pecado y sobre todas sus consecuencias; y se reavive en nosotros la esperanza en una vida mejor, libre de la esclavitud, rencores y miedos”

8 de diciembre de 2015.- (Radio Vaticano Camino Católico) Desde una hora antes de la llegada del Papa Francisco a la Plaza de España de Roma, no cabía un alfiler en esta céntrica zona de la capital italiana, donde cada 8 de diciembre el obispo de la ciudad deja flores a la estatua de la Inmaculada Concepción, para pedir su intercesión por el mundo entero. Recibido con un gran aplauso y con gritos de ¡Viva la Virgen! y ¡Viva el Papa!, Francisco pidió a la Madre de Dios su maternal protección y bendijo las flores que le dejó a los pies de la columna que sujeta su imagen.

El Santo Padre fue acogido por el Vicario del Papa para la diócesis de Roma, el Cardenal Agostino Vallini, por el alcalde en funciones de la ciudad, y por diversas autoridades, entre ellas el Embajador de España ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga. Después de saludar a los fieles que se congregaron allí, el Pontífice se acercó hasta la impresionante estatua de la Inmaculada y pronunció la siguiente oración:

Virgen María,

en este día de fiesta por tu Inmaculada Concepción,

vengo a presentarte el homenaje de fe y de amor

del pueblo santo de Dios que vive en esta Ciudad y Diócesis.

Vengo en nombre de las familias, con sus alegrías y fatigas; de los niños y de los jóvenes, abiertos a la vida;

de los ancianos, cargados de años y de experiencia;

de modo particular vengo a ti

de parte de los enfermos, de los encarcelados,

de quien siente más duro el camino.

Como Pastor vengo también a nombre de cuantos

han llegado desde tierras lejanas en busca de paz y de trabajo.

Bajo tu manto hay lugar para todos,

porque tú eres la Madre de la Misericordia.

Tu corazón está lleno de ternura hacia todos tus hijos:

la ternura de Dios, que de ti ha tomado carne

y se ha hecho nuestro hermano, Jesús,

Salvador de todo hombre y de toda mujer.

Mirándote, Madre nuestra Inmaculada,

reconocemos la victoria de la divina Misericordia

sobre el pecado y sobre todas sus consecuencias;

y se reavive en nosotros la esperanza en una vida mejor,

libre de la esclavitud, rencores y miedos.

Hoy, aquí, en el corazón de Roma, sentimos tu voz de madre

que llama a todos a ponerse en camino

hacia esa Puerta, que representa a Cristo.

Tú dices a todos: ‘Vengan, acérquense confiados;

entren y reciban el don de la misericordia;

no tengan miedo, no tengan vergüenza:

el Padre les espera con los brazos abiertos

para darles su perdón y acogerles en su casa.

Vengan todos a la fuente de la paz y de la alegría’.

Te damos las gracias, Madre Inmaculada,

porque en este camino de reconciliación

tú no nos dejas andar solos, sino que nos acompañas,

estás cerca y nos sostienes en toda dificultad.

Que tú seas bendita, ahora y por siempre. Amén

Francisco

 

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