Papa Francisco reza a la Inmaculada: «Oh María saber que sobre ti el mal no tiene poder, nos llena de esperanza y de fortaleza en la lucha contra las amenazas del maligno»

* «En este tiempo que nos conduce a la fiesta de la Navidad de Jesús, enséñanos a ir contracorriente: a desvestirnos, abajarnos, donarnos, escuchar, hacer silencio, a descentrarnos de nosotros mismos, para dejar espacio a la belleza de Dios, fuente de la verdadera alegría.¡Oh Madre nuestra Inmaculada, reza por nosotros!»

de diciembre de 2014.-(Radio Vaticano Camino Católico) Como ya es tradición en la capital Italiana, el Obispo de Roma llevó una ofrenda floral a la estatua de la Inmaculada Concepción de la Plaza de España, en el centro de la ciudad. Una veinte mil personas esperaban en las calles adyacentes, o en las ventanas de los edificios cercanos, para poder ver y saludar al Papa en este soleado, pero frío lunes. Antes de llegar a su cita, Francisco fue a la Basílica papal de Santa María la Mayor para rezar en su día, a la Salus Populi Romani. La oración que el Papa ha escrito para la Virgen y ha rezado ante la estatua de la Inmaculada Concepción es la siguiente:

«Oh María, Madre nuestra,
hoy el pueblo de Dios en fiesta te venera Inmaculada,
preservada desde siembre del contagio del pecado.

Recibe el homenaje que te ofrezco en nombre
de la Iglesia que está en Roma y en el mundo entero.
Saber que tú, que eres nuestra madre,
que eres totalmente libre del pecado nos conforta.
Saber que sobre ti el mal no tiene poder, nos llena de esperanza y de fortaleza
en la lucha cotidiana que debemos realizar
en la lucha contra las amenazas del maligno.

Pero en esta lucha no estamos solos, no somos huérfanos,
porque Jesús, antes de morir en la cruz, nos ha dado a ti como madre.
Nosotros por lo tanto, a pesar de ser pecadores, somos tus hijos, hijos de la Inmaculada,
llamados a aquella santidad que en ti resplandece por la gracia de Dios desde el inicio.
Animados por esta esperanza,
nosotros hoy invocamos tu materna protección para nosotros,
para nuestras familias, para esta ciudad, para el mundo entero.

La potencia del amor de Dios, que te ha preservada del pecado original,
por tu intercesión libere a la humanidad de todo tipo de esclavitud espiritual y material,
y haga vencer, en los corazones y en los eventos, el designio de salvación de Dios.
Haced que también en nosotros, tus hijos, la gracia prevalga sobre el orgullo
y podamos volvernos misericordiosos como es misericordioso nuestro Padre Celeste.

En este tiempo que nos conduce a la fiesta de la Navidad de Jesús,
enséñanos a ir contracorriente:
a desvestirnos, abajarnos, donarnos, escuchar, hacer silencio,
a descentrarnos de nosotros mismos, para dejar espacio a la belleza de Dios,
fuente de la verdadera alegría.
¡Oh Madre nuestra Inmaculada, reza por nosotros!

Papa Francisco

 

 

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