Pascale dejó la fe: «Me dediqué a vegetar, mi vida no tenía sentido. En una misa fui tocada por la Letanía de los Santos, he entregado mi vida al Señor y soy laica consagrada»

* «Mi vida cambió completamente. Tenía el deseo de volver a esta iglesia a rezar. Mi corazón ardía de amor por el Señor, que es quien le da sentido a mi ser y a mi vida sobre la tierra. Al mes siguiente, mi abuela materna se encontraba en la fase terminal de una larga enfermedad y llamándola por su nombre de pila pude decirle: “¡Te puedes ir, Jesús te espera!”.  En respuesta a ese acto de fe fui me invadida por un amor infinito y una confianza absoluta. Y de hecho, después, el Señor reconstruyó todo lo que yo había echado a perder en mi vida. Al poco tiempo, después de mi conversión, he querido entregar mi vida al Señor, quien ha sido capaz de ir a buscarme allí donde estaba»

Camino Católico.-  Desde niña y, sobre todo, en la adolescencia Pascale empezó a perder el rumbo de su vida. Desde su carácter hasta su modo de vida, todo se fue oscureciendo. Poco a poco, la deriva iba siendo cada vez mayor. En lo profesional, cuenta que se dedicó a “vegetar en un empleo de telemarketing”, sin amigos, sin vida intelectual… Era cada vez más consciente de que nada de lo que hacía tenía sentido.

Durante años anduvo errante y solo encontraba a personas igualmente perdidas. Buscaba luz, pero no encontraba nada y las fuerzas se le iban agotando. Hasta que el Señor salió a su encuentro y en una misa fue tocada profundamente cuando se rezaba la letanía de los santos. El cambio de Pascale fue tan profundo que entregó su vida a Dios como cuenta en un vídeo de Découvrir Dieu que traduce y edita Mater Mundi TV.

Pascale se acercó a una iglesia y entró cuando dejó la ropa lavándose en la lavandería
«Mi vida cambió completamente. Mi corazón ardía de amor por el Señor, que es quien le da sentido a mi ser»

Desde niña y sobre todo de adolescente no tomé buenas decisiones, lo que significó que rápidamente me convertí en una niña de la que se decía que tenía mal carácter. Mi corazón estaba cada vez más llenó de amargura. Rechazaba lo que me proponían para que fuese bien. Cuando cumplí los 18 años pensé que lo mejor era dejar de ir a misa los domingos y deje de ir a los almuerzos dominicales de mi abuela materna. Hice mis estudios correctamente, pero  sin hacer todo lo que podía según mi potencial y entré en una espiral que llevaba al fracaso. No hacía nada.

Y al cabo de los años me dediqué a vegetar en un trabajo de telemarketing, sin amigos, sin vida intelectual. Mi vida no tenía sentido, buscaba la luz, buscaba sentido a las cosas pero no tenía fuerza. Fue estando en esta situación cuando el Señor vino a buscarme. Y fue cuando mi hermano contó el encuentro con su futura esposa, a quien había conocido en una capellanía católica, que pensé quiero casarme y si quiero casarme debo partir de un buen camino: quiero amar y ser amada. Me dije a mi misma: “Hace falta que encuentre a buenas personas, porque durante estos años en los que erré, de hecho no encontré más que personas perdidas”.

Pascale se encontró con Crtisto al ir a una misa con su hermana y fue tocada profundamente en su croazónEl segundo toque fue mientras se lavaba mi ropa en la lavandería, entré a la iglesia de mi barrio, tenía 30 años, vivía en París, era la iglesia de Saint-Nicolas des Champs, el párroco pasó, me vio y me dio los buenos días. Lo miré a los ojos y su mirada era de bienvenida, de buena acogida y vi que mi corazón estaba empezando a cambiar para percibir  las cosas buenas. Y pensé: «He encontrado aquí lo que buscaba sin ir más lejos”.

Unas semanas después fui a misa con mi hermana, y fui tocada por la oración de los Santos, que se conoce como Letanía de los Santos. Empecé a llorar en ese momento, lo que quería decir que mi  corazón había sido tocado. Finalmente, pude reconocer mi desolación interior, mi miseria. Después de la misa tuve una paz interior que no había experimentado nunca.

Mi vida cambió completamente. Tenía el deseo de volver a esta iglesia a rezar. Mi corazón ardía de amor por el Señor, que es quien le da sentido a mi ser y a mi vida sobre la tierra. Al mes siguiente, mi abuela materna se encontraba en la fase terminal de una larga enfermedad y llamándola por su nombre de pila pude decirle: “¡Te puedes ir, Jesús te espera!”.  En respuesta a ese acto de fe fui me invadida por un amor infinito y una confianza absoluta. Y de hecho, después, el Señor reconstruyó todo lo que yo había echado a perder en mi vida. Al poco tiempo, después de mi conversión, he querido entregar mi vida al Señor, quien ha sido capaz de ir a buscarme allí donde estaba. Hoy, en la actualidad soy laica consagrada. El Señor ha cambiado mi vida y cada día tengo mayor felicidad.

Pascale


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