Peter H. Davids, profesor y 34 años clérigo episcopaliano, se convierte al catolicismo y es sacerdote: «Ahora, en el centro de mi vida diaria, está ese ‘partir el pan’ en la Eucaristía»

* «Casi me siento danzar cuando distribuyo el Cuerpo de Cristo a los que vienen a comulgar. Intento controlarme, pero los comulgantes a menudo comentan que sonrío. Nunca había escuchado una confesión en mis 34 años como sacerdote episcopaliano, pero oí dos o tres el día que celebré mi primera misa en la Iglesia Católica, y cientos y cientos más desde entonces. Dios recogió mi formación espiritual, bíblica y psicológica para prepararme, y dejo el confesionario dando gracias por cómo trabaja Él»

Camino Católico.-  Peter H. Davids es un sacerdote con un itinerario más que peculiar. Entró en la Iglesia Católica en febrero de 2014, en Houston (Texas), después de haber sido clérigo episcopaliano durante 34 años. En diciembre de ese mismo año 2014 fue ordenado sacerdote católico y se le encomendó la formación de las nuevas vocaciones en el Ordinariato de la Cátedra de Pedro, que acoge a antiguos anglicanos de EEUU y Canadá que se hacen católicos.

Davids había sido profesor de teología en Canadá, Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Austria. Y un especialista bíblico en las Cartas de Santiago, Pedro, Juan, y muchos más temas. Pero en 2014, a los 67 años, tras toda una vida predicando la Biblia y evangelizando, se encontró con toda una nueva riqueza espiritual, ahora como católico, cuenta P.J. Ginés en Religión en Libertad.

«Nunca había escuchado una confesión en mis 34 años como sacerdote episcopaliano, pero oí dos o tres el día que celebré mi primera misa en la Iglesia Católica, y cientos y cientos más desde entonces. Dios recogió mi formación espiritual, bíblica y psicológica para prepararme, y dejo el confesionario dando gracias por cómo trabaja Él», escribe en 2019. Davids había sacado, precisamente, un título en Psicología en su juventud, que ahora le ayuda al escuchar a la gente.

Otro elemento que le asombra es la Eucaristía. Él se educó en una familia protestante de los Hermanos de Plymouth, una tradición sin pastores profesionales que da mucha importancia a la Biblia y a reunirse para «partir el pan».

«Ahora, en el centro de mi vida diaria, está ese ‘partir el pan’ en la Eucaristía. Casi me siento danzar cuando distribuyo el Cuerpo de Cristo a los que vienen a comulgar. Intento controlarme, pero los comulgantes a menudo comentan que sonrío», explica.

Más aún: en los Hermanos de Plymouth de su infancia y adolescencia no había liturgia, más allá de reunirse para leer la Biblia. E incluso cuando era un episcopaliano abierto a la teología católica, casi nunca llegó a asistir a una misa católica antes de 2013.

Ahora, en cambio, celebra la misa en tres versiones: el rito latino ordinario, el Uso Anglicano del Rito Latino que Roma ha aprobado para las comunidades católicas de tradición anglicana y, desde 2018, tiene autorización para celebrar según el rito bizantino en la parroquia católica bizantina de San Juan Crisóstomo, en Houston.

Misa de rito latino, pero según el Uso Anglicano que Roma autoriza a las comunidades católicas de tradición anglicana

Y todo empezó con el amor a la Biblia en su infancia.

Una familia que leía junta la Biblia cada noche

Davids recuerda que su madre le empezó a leer la Biblia cuando tenía apenas un añito de edad. Sus padres reunían a sus 3 hijos cada noche, después de cenar, para leer juntos un capítulo de la Biblia alrededor de la mesa familiar. Cada uno leía un versículo. Su padre, además, cada miércoles enseñaba Biblia en el hogar. «Estoy muy agradecido por mi educación», asegura.

A los 15 años sintió que tenía que dar un paso hacia Dios y pidió ser bautizado. Para los Hermanos de Plymouth el bautismo no es un sacramento, sólo un testimonio de fe, pero la Iglesia Católica reconoce la validez de su bautismo porque se realiza con agua (aunque habitualmente por inmersión) y en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. «El domingo después de cumplir 16 años (22 de noviembre de 1963, el día que fue asesinado el presidente JF Kennedy) prediqué mi primer sermón«, recuerda.

Empezó a estudiar ingeniería eléctrica -el oficio de su padre y de su hermano mayor- en el Carnegie Institute of Technology, donde casi ningún compañero de clase era cristiano. Pero «caminando de mi dormitorio al comedor, con un colega ateo a cada lado, sentí una sacudida interior, al oír una voz en mi cabeza: ‘Tú no quieres ser ingeniero, ¿a que no?« Hasta ese momento nunca se me había ocurrido que pudiera ser otra cosa que ingeniero. Pero dije: «no, no quiero serlo». La voz respondió: «Yo te he llamado para que estudies la Biblia».

Los Hermanos de Plymouth no tienen seminarios ni academias teológicas propias, así que para «estudiar la Biblia», como pedía la voz, entró en 1965 en el famoso Wheaton College al que acuden muchos aspirantes a ser pastores protestantes. Allí se sacó también un título de Psicología, que le ayudó a entender que el cuerpo y la mente van unidos, también en la oración y el trato con Dios. Allí encontró también a su esposa Judy: se casaron en 1966, cuando él tenía 19 años.

Empezó sus años de formación, dice, como «un fundamentalista bastante rígido«, pero terminó su título de Master of Divinity «muy evangélico, abierto a interactuar con argumentaciones de otras denominaciones».

Pasó otros 3 años estudiando en Manchester (Inglaterra) y su primer trabajo como profesor de teología fue en Alemania, a 60 km de Colonia. De su congregación alema aprendió:

– la conciencia social cristiana
– el estilo carismático alemán, tranquilo y contemplativo
– los Padres del Desierto, a través de los textos de Henri Nouwen

Recuerda haber leído «Cartas del desierto» de Carlo Carretto, quien había pasado 10 años en el Sáhara con los Hermanitos de Jesús, en la espiritualidad del beato Carlos de Foucauld. «Me obsesionaba su descripción de estar solo en adoración ante el Santísimo Sacramento, en el suelo de arena de una capilla en Argelia. Era algo ajeno a mí, pero que me latía en el corazón».

Después, en un retiro, sintió que Dios le llamaba a ser sacerdote episcopaliano. Recibió las órdenes episcopalianas en 1979, en Pittsburgh (EEUU). Estudiando algunos temas doctrinales se sintió acercarse a la doctrina católica: Apocalipsis 12, por ejemplo, le llevó a apreciar más a la Virgen María; Juan 6, efectivamente, mostraba que la Eucaristía era algo más.

Su primer encuentro con sacerdotes católicos: deseo de unidad

En verano de 1980 acudió a un encuentro de sacerdotes y diáconos de la Renovación Carismática Católica llegados a Steubenville de todo Estados Unidos. Uno de los predicadores principales era episcopaliano y acudieron varios clérigos episcopalianos, como él. De hecho, de 800 asistentes, unos 80 eran episcopalianos. Era su primera ocasión para conocer de cerca sacerdotes católicos. Vio que eran hermanos en Cristo, con una experiencia de fe profunda.

Vio también que la falta de unidad entre los cristianos era algo triste y grave. Cuando llegó el momento de la misa, los episcopalianos tuvieron que dejar la sala principal para ir a celebrar su propio culto en otro lugar. Era triste para todos, pero esa disciplina fomentaba el anhelo de unidad. «Me llevé de allí un anhelo ferviente de que el diálogo ecuménico tuviera éxito. Y también la convicción de que si alguna vez dejaba la Iglesia Episcopal sería por Roma, no por Ginebra» (símbolo del protestantismo calvinista).

Fue sacerdote y profesor episcopaliano 34 años, en numerosas ciudades, universidades y países: Vancouver (Canadá), Austria (con el movimiento carismático ecuménico La Viña/Vineyard), de Nuevo en Houston (donde su esposa fue 4 años pastora en La Viña), New Brunswick (Canadá), de nuevo a Pittsburgh…

Rupturas en la Iglesia Episcopaliana

En 2009 vio que su diócesis episcopaliana de Pittsburgh estaba en pleno cisma. Muchos anglicanos conservadores se iban a crear sus propias comunidades. Él, por obediencia a su obispo, decidió mantenerse… un tiempo al menos. Pero escuchó que el Papa Benedicto XVI acababa de crear unos ordinariatos para acoger a los anglicanos y episcopalianos con deseo de unirse a la Iglesia Católica manteniendo sus tradiciones y liturgia. «Si dejo la Iglesia episcopaliana, iré allí», se dijo.

En 2011, de nuevo en Houston, se sintió atraído por la comunidad fundada por John Michael Talbot de Hermanos y Hermanas de Caridad, una comunidad católica que busca «redescubrir las raíces de la vida monástica», que une a célibes y familias con una regla de vida en los consejos de pobreza, castidad y obediencia, ayudados por silencio, soledad, oración y penitencia. Sus ecos de desierto y de contemplación atrajeron a Davids y su esposa. Pero no podían adherirse plenamente sin ser católicos.

A la izquierda, John Michael Talbot y miembros de la comunidad católica de Hermanos y Hermanas de Caridad; a la derecha, el padre Peter H. Davids y su esposa Judy, que fue pastora protestante durante unos años

Una noche, conduciendo su vehículo de vuelta a casa, Peter Davids oyó en su interior una voz que le decía: «¿por qué no…?» Davids entendió el resto de la frase: ¿por qué no te haces católico?

Eso le animó a tantear al Ordinariato de la Cátedra de Pedro. Le dijeron que podía entrar como laico, y con absoluta humildad esperar a ver qué pasaba: no se le prometía ningún cargo ni ministerio. «Eso es de Dios, morir y ver cómo Dios me resucita; me apunto», se dijo Davids. Así, en 2014, a los 67 años, empezaba su nueva vida como católico. Hoy sirve a la Iglesia como sacerdote y maestro, formador y experto en Biblia, integrado también en los Hermanos y Hermanas de Caridad y colaborando con la diócesis de Austin (Texas). Mantiene su blog en https://phdavids.com.


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