¿Puede uno «desbautizarse»? / Responde Odon Vallet, doctor en derecho y en ciencias de las religiones

Camino Católico.-  En los últimos años muchas personas han querido renunciar a su fe católica de manera oficial en Europa. El bautismo es el sacramento que nos hace cristianos y miembros de la Iglesia Católica.  ¿Puede uno «desbautizarse»?  A esta pregunta responde Odon Vallet,  doctor en derecho y en ciencias de las religiones, en La Croix:

Una práctica, procedente de Alemania, lleva a algunos cristianos a querer «desbautizarse». Más allá del Rin se trata, sobre todo, de escapar al impuesto eclesiástico. En Francia, este paso es desinteresado y su objetivo es más bien que haya una conformidad entre el estatuto religioso de una persona con sus convicciones de adulto. Sin embargo, es necesario conocer el sentido histórico y teológico del bautismo.

La Iglesia primitiva lo ha concebido como una «inmersión» (baptisma) única para toda la vida. En una sola vez, el bautizado es lavado de toda falta, y, según la imagen de Tertuliano, vivirá, como un pez, inmerso en esta Agua viva que le proporciona su nutrimiento espiritual y su inspiración profunda.

«La Infancia bautismal emerge del pecador», escribía Verlaine, que celebraba el primer sacramento, el que puede administrar incluso un «pagano» cuando la urgencia lo requiere: el bautismo es el único bien en el mundo que un hombre puede dar sin tenerlo. En el pasado, numerosas comadronas y niñeras han llevado a cabo el «gesto que salva» bautizando a recién nacidos en peligro. En 314, el concilio de Arles (confirmado, en 1439, por el concilio de Florencia) admite la validez del bautismo administrado por un hereje: para que el alma pueda recibir su aliento vital (su «pneumatique» dice el griego), no se va a rechazar al donante, como tampoco el náufrago rechaza al salvador que le tiende un salvavidas. Y a pesar de numerosos cismas, las Iglesias rivales admiten que no hay más que un único bautismo, y que nunca se puede volver a bautizar. La túnica de Cristo puede llegar a desgarrarse: su espíritu continúa siendo único.

En cuanto al «certificado» de bautismo, debe mucho a la forma escrita del derecho romano, que sirvió de referente a las reglas de la Iglesia. «Lo escrito queda, las palabras, vuelan», pensaban los juristas latinos, y este adagio sirvió para inscribir las promesas del bautismo. Al contrario, el budismo ha nacido en una civilización oral: los primeros escritos hindúes acreditados datan de tiempos del emperador Ashoka, que vivió dos siglos después del Buda histórico. Así, el equivalente budista del bautismo es una fórmula oral.

«Yo me refugio en Buda, en su Ley (dharma) y en sus monjes (sangha)». Y este buscar Refugio no es definitivo: puede retomarse en todo momento. Por otra parte, esta es la causa de por qué es tan difícil estimar el número de budistas occidentales, muchos de los cuales no han adherido sino temporalmente a la doctrina del Despertado.

Por último, el bautismo es la entrada en una familia espiritual, la Iglesia, donde el padrino y la madrina son padres adoptivos. Lógicamente, si un cristiano quiere desbautizarse, debería pedirles que se desdijeran de lo que han prometido y firmado. Porque el bautismo de un niño o de un adulto no es solamente una adhesión individual. Es un paso colectivo en que la comunidad cristiana recibe un nuevo miembro sin imponerle nada, proponiéndole que se una, según la fórmula de Paul Éluard, «a la multitud inmensa donde el hombre es un amigo».

Odon Vallet, 

Doctor en derecho y en ciencias de las religiones

Fuente:La Croix
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