Rigoberto e Idalmis, matrimonio cubano probado por la cárcel y el exilio: «Llevamos veinticinco años casados, por la gracia de Dios»

* Rigoberto: «La oración ha tenido un papel determinante en nuestro matrimonio. Cuando te ves solo en una celda de castigo, sometido a todo tipo de humillaciones, lo único que te sostiene -incluso por encima de nuestra unión- es la fe y la oración. Yo soporté todo aquello por el amor de Dios y por el amor de mi mujer»

* «Cuando una familia tiene su vida orientada hacia Dios y la alimenta con la oración, Dios la enriquece. Te da una gracia que te hace diferente. Dios te hace mejor padre y mejor esposo»

20 de junio de 2014.-(Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo / Alfa y Omega  / Camino Católico)  «Hemos compartido muchas lágrimas, pero todo Calvario termina en la Gloria»:así ven sus veinticinco años de vida en común Rigoberto e Idalmis, un matrimonio cubano que ha pasado por la prueba de la cárcel y del exilio, y que acaban de participar, en la catedral de la Almudena, el pasado domingo, en la Misa de Acción de Gracias por las Bodas de Oro y Plata de numerosos matrimonios, presidida por el cardenal Rouco, arzobispo de Madrid.

«Llevamos veinticinco años casados, por la gracia de Dios»,confiesan Rigoberto e Idalmis, y por su historia se ve que han necesitado mucha, pero mucha gracia de Dios. Porque este matrimonio cubano lo ha tenido todo en contra desde el principio, cuando, al poco de casarse, a Rigoberto lo metieron en la cárcel, en su país natal, por ayudar en la fundación del Movimiento Cristiano de Liberación, que lideró durante años el fallecido Oswaldo Payá.

Hoy, con tres hijos, acaban de celebrar sus Bodas de Plata en una Misa de Acción de Gracias, presidida por el cardenal Rouco Varela, pero quedan en el recuerdo los días en que, con Rigoberto en prisión, Idalmis recibía de su entorno presiones para abandonar a su marido; las cartas que le escribía eran interceptadas; y, en varias ocasiones, tras haber logrado la autorización para visitar a su esposo, en el último momento le negaban la visita…

Idalmis recuerda que «fueron años muy duros, en que vives cada segundo con mucha intensidad, porque no sabes qué te va a pasar, pero estábamos arraigados en nuestro amor, con la confianza de que íbamos a salir adelante». Durante estos veinticinco años, «hemos compartido muchas lágrimas -confiesa Rigoberto-; hemos visto romperse a muchos matrimonios, y hemos vivido el exilio de nuestro país, saliendo de Cuba sin nada, desarraigados». Pero «todo Calvario termina en la Gloria», afirma Rigoberto. Al final, todo ese dolor compartido «ha ayudado a fortalecer nuestro matrimonio. En los peores momentos, nuestra unión ha sido nuestra raíz».

Además, no han estado solos; Dios ha estado con ellos y ha apostado por su matrimonio desde el principio. Lo cuenta Rigoberto: «La oración ha tenido un papel determinante en nuestro matrimonio. Cuando te ves solo en una celda de castigo, sometido a todo tipo de humillaciones, lo único que te sostiene -incluso por encima de nuestra unión- es la fe y la oración. Yo soporté todo aquello por el amor de Dios y por el amor de mi mujer».

Dios te hace mejor esposo

En 1993, este matrimonio sufrió el exilio y aterrizó en nuestro país. Desde entonces, su matrimonio se ha seguido construyendo sobre «la confianza y el compromiso de seguir queriéndonos día a día, sobre la comunicación y el saber que el otro te quiere», algo que para Rigoberto se concreta en cosas tan sencillas como que, «a mí, me cuesta muchísimo acostarme si me he disgustado con mi mujer; no podemos acostarnos dejando una discusión para mañana». Además, en estos 25 años, «hemos sabido renunciar a tener razón, hemos aprendido a disculpar y a perdonar las faltas del otro. Lo que salva a un matrimonio es el amor y la comunicación; hay que hablarlo todo, todo…»

Ambos tienen claro que «el mayor triunfo de una persona en la vida es su familia, y hay que hacer todo lo posible para que dure. Es una maravilla y una gracia que Dios te concede». Y Dios, que está en el origen de su matrimonio, cada día lo hace más grande: «Cuando una familia tiene su vida orientada hacia Dios y la alimenta con la oración, Dios la enriquece. Te da una gracia que te hace diferente. Dios te hace mejor padre y mejor esposo».

Junto al Señor, de la presencia silenciosa de la Virgen Madre han aprendido a guardarlo todo en el corazón, incluso en los peores momentos, cuando Rigoberto estaba en prisión e Idalmis acudía a rezar al santuario de la Patrona de Cuba. Como María, aprendieron a esperar; y, como ella, hoy se saben dichosos, porque lo que les prometió Dios el día de su boda, se está cumpliendo con creces…

 

Comentarios 0

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad