Rosa Parra se sentía vacía, se encontró con Cristo y es monja: «Dios me da la felicidad que no me daba el mundo. Creer es servir a los demás con generosidad y diligencia»

* «Vale la pena darle un sí generoso a Dios. ¡Cuántos proyectos puede hacer Dios con cada uno de nosotros si le decimos sí! La Virgen es un ejemplo, una escuela»

Rosa Parra Morera cuenta su testimonio de conversión y vocación en la Vigilia Diocesana de la Mare de Déu dels Desamparats celebrada en la plaza toros de Valencia, el sábado 29 de abril de 2023, ante 12.000 personas

Camino Católico.-  Rosa Parra Morera, tiene 40 años y es de Oliva, religiosa de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, compartió su testimonio de conversión y vocación en la Vigilia Diocesana de la Mare de Déu dels Desamparats celebrada en la plaza toros de Valencia, el sábado 29 de abril de 2023, ante 12.000 personas. “¿Qué tendrá la mirada de Jesús para que cambie las vidas?” se pregunta la religiosa al comenzar su testimonio, que ya publicamos por escrito en Camino Católico y  que se puede leer aquí.

Rosa cuenta como sus padres les transmitieron la fe. Ella y su familia eran feligreses de la parroquia de San Roque, donde pertenecía a los Juniors. Quería ser restauradora y estudiaba Bellas Artes, mientras compartía piso en Valencia con otras tres compañeras. “Disfrutaba mucho pero a la vez experimenté mucho vacío. Me estaba metiendo en un túnel que no me daba vida”, explica.

Entonces vivió unas experiencias que le marcaron, como la JMJ del 2000, el Camino de Santiago y su peregrinación a Lourdes.

Rosa Parra Morera, tiene 40 años y es de Oliva, religiosa de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, compartiendo su testimonio de conversión y vocación en la Vigilia Diocesana de la Mare de Déu dels Desamparats celebrada en la plaza toros de Valencia, el sábado 29 de abril de 2023, ante 12.000 personas

En la JMJ de Roma “vi a jóvenes de todo el mundo y todos convocados por la fe en el Señor, no por un cantante famoso”. Una frase pronunciada allí por el Papa san Juan Pablo II marcó su vida: “Jóvenes, sois el corazón de la Iglesia”. “Y me pregunté qué estaba haciendo”, recuerda.

Más tarde acudió como brancardier en una peregrinación a Lourdes. Allí asistía a una chica ciega que le impresionó por la fe que tenía. Pensó “ella no ve y cree, y, sin embargo, yo lo pongo en duda todo, no creo”.

Gracias a estas experiencias se encontró con Cristo y se volcó de nuevo en la vida parroquial. Entonces llegó un nuevo interrogante: “¿Por qué no consagrarme?”.

Ahora se siente “feliz entregándome a Dios por completo. Me da la felicidad que no me daba el mundo”, por eso, manifestó que “vale la pena darle un sí generoso a Dios”. “¡Cuántos proyectos puede hacer Dios con cada uno de nosotros si le decimos sí! La Virgen es un ejemplo, una escuela”, subrayó. Y animó a todos afirmando que “creer es servir a los demás con generosidad y diligencia”.

Para leer más sobre el testimonio de Rosa Parra ingresar a:

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