Rosemberg Augusto Franco, seminarista sanado milagrosamente de parálisis facial: «Mi oración inicia y termina así: ‘Jesús ayúdame a enamorarme más de Ti´»

* Fue sanado el 11 de febrero, día de Nuestra Señora de Lourdes y Jornada Mundial de los Enfermos al recibir la unción de los enfermos y explica: «A la semana había recuperado la movilidad de mi rostro. Prometí a la Virgen de Lourdes poder visitarle y agradecer si favor, y en 2020 pude ir a su gruta y agradecer… La parálisis facial para mí fue como un momento de oscuridad e incertidumbre, de hecho también me molesté con Dios, pues no entendía por qué en el momento que mejor me sentía en el seminario me llega a pasar esto. Dios fue tan amoroso que nunca dijo nada, sólo me amó, sí, me amó en la enfermedad»

Camino Católico.-  Rosemberg Augusto Franco Barrera, de 30 años, es seminarista y sufrió una parálisis facial en 2017. A raíz de recibir la Unción de Enfermos el día de Nuestra Señora de Lourdes sanó milagrosamente. Pero también debía sanar el corazón. Fue ahí donde encontró en los santos jóvenes su vocación para evangelizar en Facebook e Instagram. Tiene 100.000 seguidores.

Rosemberg Augusto Franco Barrera es un seminarista de la Diócesis de Santa Rosa de Lima, en Guatemala, que ingresó en el seminario en 2015 y que cuenta a CARF el combate personal que libró antes de decidir su vocación:

«Desde que entre al Seminario allá en mi país, recuerdo muy bien que para entrar, antes pase por un tiempo de muchas dudas.

Rosemberg Augusto Franco Barrera está feliz de haber encontrado su vocación sacerdotal

Yo trabajaba en un colegio como maestro de primaria, pero nunca deje de asistir a misa y a un grupo de jóvenes. Un día mientras hacia una visita al Santísimo, me encontré afuera con mi antiguo profesor de Inglés, y le
sorprendió tanto que yo fuera a la Iglesia, pobre hombre, a lo mejor me portaba tan mal que le parecía raro que fuera a visitar yo a Jesús.

Este profesor me dijo «¿Qué le dice usted a Jesús en la oración?» Yo le dije muy avergonzado, «nada, no sé qué decirle solo lo veo», y este me dijo «dígale, Jesús ayúdame a enamorarme más de Ti” desde ese día mi oración siempre inicia y termina así.

Esto me ayudo a escuchar más claro la llamada de Dios.

Paso el tiempo y a través de Facebook le escribí a mi párroco de lo que empezaba a sentir y no veía claro y así nació el acompañamiento para mi vocación, que claro desde muy niño sentía ese llamado, hasta jugaba a celebrar misa, a las procesiones, que es algo muy bello en mi país, Guatemala. Pensé que solo era un juego, una ilusión  de niño, pero Dios me llamaba a algo más grande lo, Él lo tenía todo preparado.

En 2015 ingreso al Seminario Mayor Nacional de la Asunción, donde inicio mi formación. Debo decir que le agradezco mucho a mi madre, pues ella fue la que me acerco dese muy niño a Dios en ella veía y veo siempre el amor grande que Dios me da, pues siempre se ha entregado a Él.

Recuerdo la primera gracia que Dios me dio estando en el Seminario, que mi papá pudiera amar la fe católica y a María Santísima. »

Estaba feliz. Hasta enero de 2017, cuando sufre una parálisis facial fruto de una fuerte infección en el oído. La mitad del rostro de Rosemberg quedó inmóvil. «Esto para mí fue como un momento de oscuridad e incertidumbre, de hecho también me molesté con Dios, pues no entendía por qué en el momento que mejor me sentía en el seminario me llega a pasar esto», explica a Aleteia.

Pero pasado el tiempo, lo ve completamente distinto: «Dios fue tan amoroso que nunca dijo nada, sólo me amó, sí, me amó en la enfermedad».

El milagro

Era 11 de febrero, día de Nuestra Señora de Lourdes y Jornada Mundial de los Enfermos. A pesar de llevar dos años en el seminario, Rosemberg reconoce que no tenía mucho conocimiento del significado del sacramento de la Unción de Enfermos. Pero animado por su madre, fue a la parroquia a una misa especial para ungir a las personas enfermas, sin necesidad de que estuvieran en peligro de muerte. Se produjo el milagro. 

«A la semana había recuperado la movilidad de mi rostro», dice tras recordar que antes había tomado terapias y los medicamentos que le recetaron, sin mucho éxito. Curado, hizo una promesa: «Prometí a la Virgen de Lourdes poder visitarle y agradecer si favor, y en 2020 pude ir a su gruta y agradecer».

Rosemberg Augusto Franco Barrera en el santuario de Lourdes, en Francia

Jóvenes santos, una vocación

“Durante mi recuperación, en mi corazón se movía algo que me inquietaba y era la vida de los santos. Pero yo -recuerda- quería saber si había santos de este siglo, jóvenes que no fueran muy lejanos a nuestras realidades. Me puse a googlear y para mi sorpresa había jóvenes que estaban en proceso y otros ya beatificados. Pero algo me movió todo: ¡todos estaban muertos!», dice riendo. Y prosigue: «Yo le dije al Señor ‘quiero ser santo, pero no me quiero morir’. Qué tonto fui, Pero luego todo tomó sentido”.

Apenas había oído hablar algo de Carlo Acutis, así que fue el primero al que se encomendó. Sus milagros eucarísticos le impactaron mucho. Se propuso intentar que el mayor número de jóvenes conocieran su historia, su vida, su ejemplo. También le impactaron la historia de la Beata Chiara Badano y el Beato Pier Giorgio Frasatti. E investigando aparecieron muchos más: Carlota Nobile, Matteo Farina, Montse Grases, Sandra Sabattini, Chiara Corbella, Alberto Marvelli, Alexia Barros, Marcelo Cámara, Guido Schaffer, Clarita Segura, Santa Scorese, Rebeca Rocamora, Nicola D´Onofrio, la hermana Clare Croket entre otros. Y cómo no, había una Joven Doctora de la Iglesia, Santa Teresita de Lisieux.

Proyecto en redes sociales

Impulsado por el deseo de enseñar al mundo que se puede ser joven y santo en el siglo XXI, nace el proyecto de Jóvenes Santos en Facebook e Instagram. «Hoy aquello que nació como algo sencillo y que llegaba a personas conocidas, tiene más de 52.000 seguidores en Instagram y en Facebook 45.000», dice con ilusión. Pero hay más: «En el camino de la evangelización digital me he encontrado con jóvenes que me preguntan cómo poder responder a su vocación, y así nace en la página la Semana Vocacional Digital», que verá la luz el próximo mes de octubre con testimonios de diferentes vocaciones.

Rosemberg Augusto Franco Barrera   prestó ayuda en Barcelona

Rosemberg dice encontrarse en una «etapa maravillosa de mi vida». Ahora mismo sigue su formación en el seminario Internacional Bidasoa, gracias a la invitación de su obispo a formarse en Pamplona, y gracias a la beca concedida por CARF (Centro Académico Romano Fundación).

«En el año 2018 culmino los estudios filosóficos, y es en este año que mi Obispo, me hace la invitación para realizar mis estudios en la Universidad de Navarra y la formación en el CIE Bidasoa, no niego que me dio mucho miedo al inicio el solo pensar dejar mi familia y país me hacía pensar que era mejor decir que no, pero veía en esta invitación un llamado de Dios a confiar más en sus planes y menos en los míos, por lo que dije mi Obispo que sí.

Como el Evangelio dice “a quien mucho se le da mucho se le exige” y con esta convicción me vine, pero sobre todo en mi corazón siempre ha existido ese anhelo grande a la santidad. Claro que no soy un santo me falta mucho, pero acá en casa en Bidasoa siempre nos recuerdan que se puede ser santo desde lo ordinario.»

Estar acá me hace sentirme muy amado. Puedo ver la riqueza de la Iglesia representada en el rostro de mis hermanos, veo la universalidad de la Iglesia y en el apoyo de los benefactores el amor y la caridad del pueblo santo de Dios, esto me motiva a seguir respondiendo de una manera más generosa al Señor.

Desde que vine a Bidasoa he podido en Semana Santa y el verano apoyar en distintas parroquias de España, en Barcelona, Valencia, Murcia y Madrid. Apoyo en las parroquias en la liturgia, actividades parroquiales y convivencias. También he podido estar en Fátima en un centro de ayuda a personas discapacitadas, como voluntario, con más seminaristas. Y durante el curso académico los domingos apoyo en Pamplona en una parroquia como catequista de confirmación.

Hoy siempre les digo a las personas que estamos muy unidos en la oración, juntos hasta el cielo, nuestra meta».


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