Ruth N. González fue «mormona sin saber por qué», hasta que miró la Biblia, empezó a hacer preguntas y un grupo de oración la transformó y se bautizó católica

Pero Dios me tenía preparada una sorpresa y me envió un fuertísimo mensaje con la señora que es hoy día mi madrina de bautizo. Comparando nuestras biblias vi una gran diferencia de citas. Y faltaban libros”

30 de junio de 2013.- (Ruth N. González / DefiendeTuFe.com / Religión en Libertad  / Camino Católico)  Ruth N. González es una joven hispanoamericana que cuenta su experiencia de haber crecido en una familia mixta: católicos por parte paterna, mormones por parte materna. Ella dice que era «mormona sin saber por qué». Llegó el momento en que al reflexionar sobre la Biblia y entender que eran otras personas quienes dirigían su vida,  incluso matrimonial, se replanteó su opción espiritual. Lo cuenta en primera persona en un testimonio  Defiendetufe.com:

Mitad católicos, mitad mormones

Nací dividida entre dos creencias: por parte de la familia de mi padre son católicos y por parte de mi mamá, mormones. Por muchos años no estuvieron casados por la Iglesia ya que mi abuela materna les pedía contraer matrimonio sólo por la secta mormona para darles su consentimiento. Ellos no aceptaron y su enlace sólo fue civil. Cuando nacimos primero yo y después mi hermana menor, nunca recibimos el bautismo. 

Yo, que siempre había sido muy curiosa, iba un domingo a la parroquia con mi abuela paterna y otro domingo a la secta mormona y siendo niña observaba grandes diferencias en cuanto a la celebración, el tiempo de duración, lo que hacían, cómo se vestían y comportaban… 

A la edad de 8 años fueron unos misioneros mormones a mi casa (aunque yo no sabía ni quienes eran) y me preguntaron si quería bautizarme. Yo, muy contenta, acepté pensando que iba a pasar por el ritual de la Iglesia católica, pero me equivoqué y empezaron a darme mi preparación sobre quien fundó la «iglesia verdadera» según ellos hasta que se llegó el tiempo de mi bautizo. Mi abuela materna estaba contenta y feliz, ya que yo era la primera de sus nietos que encontraba la «verdad». 

Adolescente más activista que devota

De los 14 a los 16 años tomé una época muy fuerte dentro de la secta. Me di a la tarea de confundir cristianos, haciéndolos dudar de su fé; aunque en realidad yo no creía mucho en la mía pero era una gran satisfacción sentir que yo tenía el poder de convencimiento para convertirlos al mormonismo, ya que era eso lo que me inculcaban y yo pensaba y creía que así tenía que ser. 

Pero Dios me tenía preparada una sorpresa y me envió un fuertísimo mensaje con la señora que es hoy día mi madrina de bautizo. Comparando nuestras biblias vi una gran diferencia de citas. Y faltaban libros.

«Ese libro no es verdadero»

Mi arma favorita era el Libro de Mormón, pero ella decía: «no soy una persona estudiada ni en la fe ni en la escuela pero lo que sí sé es que ese libro que tú traes, no es verdadero». A partir de ahí nació en mí la inquietud de preguntar a la jerarquía mormona. Comencé a informarme, a leer, a buscar y más que todo, a observar. 

El hecho de que me dijeran que cuando tuviera edad casadera tendría que quedarme con un ex-misionero, me hizo pensar que ellos estaban dirigiendo mi vida, lo cual yo no permito ni permitiré jamás. 

«Siempre pensé que Jesús estaba muerto»

Un buen día, mi madrina me invitó a una oración de señoras católicas. Era el tiempo de Resurrección. Yo no tenía ni la más mínima idea de qué se trataba: ¡yo siempre pensé que Jesús estaba muerto! Las señoras me explicaron muy amablemente e hicieron una oración por mí. Jamás había sentido hasta ese momento tanta paz en mi vida.

Desde ese día me sentí con más fuerza para poder hablar de frente a mi dirigente de seminario y decirle que ya no volvería nunca más a ir con ellos, lo cual le ocasionó muchísima tristeza. Mis padres con mucho gusto aceptaron mi decisión y me respetaron en todo momento. 

Hoy me siento feliz sirviendo a Dios en la Iglesia que Él fundó.  En vano los mormones trataron de hacerme cambiar de opinión. Fueron varias ocasiones a mi casa con la intención de hacerme regresar. No lo lograron. 

Al año siguiente me bauticé e hice mi Primera Comunión el día de Santa María Goretti en la capillita que lleva su nombre y al año siguiente en enero recibí mi confirmación. Unos años después mi hermana menor se bautizó en la misma capillita y finalmente mis padres recibieron el sagrado sacramento del matrimonio al cumplir los 25 años de casados. Hoy tengo 25 años de vida y sirvo a Dios en un grupo parroquial para ayudar en la construcción de Su Reino aquí en la tierra. 

Ruth N. González

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