Santa Misa presidida por el Papa Francisco de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, 14-1-18

* “De este encuentro con Jesús presente en el pobre, en quien es rechazado, en el refugiado, en el solicitante de asilo, nace nuestra oración de hoy. Es una oración recíproca: migrantes y refugiados rezan por las comunidades locales, y las comunidades locales rezan por los que acaban de llegar y por los migrantes que llevan más tiempo residiendo en el país. Encomendamos a la maternal intercesión de la Santísima Virgen María las esperanzas de todos los migrantes y refugiados del mundo, y las aspiraciones de las comunidades que los acogen, para que, conforme con el supremo mandamiento divino de la caridad y el amor al prójimo, todos podamos aprender a amar al otro, al extranjero, como nos amamos a nosotros mismos”

14 de enero de 2018.-(Vatican NewsCamino Católico)  El Papa Francisco, en la 104 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, destacó que el Señor nos invita hoy al encuentro, al respeto mutuo y a rezar los unos por los otros: «la invitación es para todos – para el que recibe y el que llega – y es oportunidad para el encuentro personal con Jesucristo».

El Obispo de Roma empezó su homilía, en la Santa Misa, en la Basílica de San Pedro, dirigiéndose a sus invitados especiales. Como informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede, estaban representados 49 países, de procedencia de los migrantes y refugiados, que acudieron con sus banderas respectivas, sus trajes, cantos y música tradicionales:

«Este año he querido celebrar la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado con una Misa a la que estáis invitados especialmente vosotros, migrantes, refugiados y solicitantes de asilo. Algunos acabáis de llegar a Italia, otros lleváis muchos años viviendo y trabajando aquí, y otros constituís las llamadas “segundas generaciones”.

Para todos ha resonado en esta asamblea la Palabra de Dios, que nos invita hoy a profundizar la especial llamada que el Señor dirige a cada uno de nosotros».

Con las palabras de Jesús:«Venid y veréis» (Jn 1, 39) que abren a «un encuentro personal», que encierra un «tiempo adecuado para acoger, conocer y reconocer al otro», el Papa recordó su mensaje: «Cada forastero que llama a nuestra puerta es una ocasión de encuentro con Jesucristo, que se identifica con el extranjero acogido o rechazado en cualquier época de la historia (cf. Mt 25,35.43)».

Y para el forastero, el migrante, el refugiado, el prófugo y el solicitante de asilo, todas las puertas de la nueva tierra son también una oportunidad de encuentro con Jesús. Su invitación «Venid y veréis» se dirige hoy a todos nosotros, a las comunidades locales y a quienes acaban de llegar.

Tras señalar la importancia de superar los miedos mutuos, que no son pecado, sino que el pecado es dejar que determinen nuestras respuestas, «alimenten el odio y el rechazo», el Papa alentó a la oración recíproca:

«De este encuentro con Jesús presente en el pobre, en quien es rechazado, en el refugiado, en el solicitante de asilo, nace nuestra oración de hoy. Es una oración recíproca: migrantes y refugiados rezan por las comunidades locales, y las comunidades locales rezan por los que acaban de llegar y por los migrantes que llevan más tiempo residiendo en el país».

«Encomendamos a la maternal intercesión de la Santísima Virgen María las esperanzas de todos los migrantes y refugiados del mundo, y las aspiraciones de las comunidades que los acogen, para que, conforme con el supremo mandamiento divino de la caridad y el amor al prójimo, todos podamos aprender a amar al otro, al extranjero, como nos amamos a nosotros mismos».

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