Simone Marquesine no quiso abortar a su hijo, aunque al nacer solo vivió 26 minutos, pero el bebé la salvó de la muerte: «Dios nos había dado a Lucas y solamente él nos lo quitaría»

Simone Marquesine, su esposo y su hija Isabela / Foto del Facebook de Simone Marquesine

* Entre la 35ª y la 36ª semana de embarazo, unos dolores intensos e hinchazón en la pierna de Simone la llevaron al médico vascular, cuyo diagnóstico generó más susto: ella tenía una trombosis y fue internada inmediatamente para aplicarle un anticoagulante. En ese contexto angustiante, una sorpresa dejó a Simone con escalofríos: «El médico me dijo con estas palabras: ‘Tu bebé te salvó, pues el embarazo hizo presión e impidió que el coágulo se desplazara. En la etapa en que estás, podría ser fatal en cualquier momento’»

Camino Católico.-  Cuando la primera ecografía dejó que, en la 12ª semana de embarazo, todos oyeran con intensa emoción el corazoncito de Lucas latir, el médico de repente cambió de expresión.

Simone Marquesine, su esposo y su hija Isabela con 3 años, cuando aconteció el embarazo de Lucas en 2011 / Foto del Facebook de Simone Marquesine

Era el año 2011. Después de que la primera hija, María Isabela, de 3 años, fuera amablemente acompañada para afuera del consultorio para que el médico pudiera hablar con más tranquilidad con la nutricionista Simone Marquesine y su esposo, la alegría por el nuevo embarazo empezó a convivir con algo que Simone describió así en la página provida Sempre Família y que traduce y sintetiza Aleteia:

“Parecía que había perdido el piso. Una tristeza profunda embargó mi corazón y todo parecía una mentira”. 

El examen mostraba que el bebé tenía una malformación. La calota craneal no se había cerrado. El diagnóstico era de encefalocele occipital, agenesia renal, espina bífida y microcefalia.

El obstetra que hizo la evaluación le dijo a Simone que, en 30 años de medicina, solo había visto un caso semejante antes – y el primer bebé no había sobrevivido.

Durant las siguientes semanas, mucha gente le preguntaba a la familia lo que harían.

“Para nosotros no había ninguna duda. Siempre decíamos que Dios nos había dado a Lucas y solamente él nos lo quitaría. ¡Imagínate! Yo ya había oído latir su corazoncito y, aunque no lo tuviera, no tendríamos el valor de abortar”.

La pareja acordó con el médico llevar el embarazo hasta la 38ª semana, cuando el pulmón del bebé estuviera listo para la cesárea. Después del nacimiento se estudiaría una cirugía neurológica.

En la espera, que parecía eterna, Simone se cimentó en la fe y en el apoyo de los amigos y familia. Las oraciones de su comunidad la consolaban y acompañaban:

“Además de los parientes, hermanos, amigos, sabía que Jesús estaría con nosotros hasta el final”.

Simone Marquesine, su hija Isabela y su esposo / Foto del Facebook de Simone Marquesine

Las muchas incertezas, sin embargo, estaban siempre a la sombra. La pareja consultó a la neuropediatra y genetista e hizo nuevos exámenes.

“Fueron nueve meses en que pude amar y luchar por ‘Luquitas’. A veces estaba angustiada, oyendo que él sería incompatible con la vida, pero le pedía a Dios que hiciera lo mejor para él. Claro, oí a algunas personas decir que era mejor abortar, pero no hice caso. Jamás haría eso”.

Lucas retribuyó: llegó la vez de él de salvar a su madre

Entre la 35ª y la 36ª semana de embarazo, unos dolores intensos e hinchazón en la pierna de Simone la llevaron al médico vascular, cuyo diagnóstico generó más susto: ella tenía una trombosis y fue internada inmediatamente para aplicarle un anticoagulante. Los coágulos estaban cerca de la ingle y uno de ellos, de gran extensión, estaba en una arteria cercana al corazón.

En ese contexto angustiante, una sorpresa dejó a Simone con escalofríos:

“El médico me dijo con estas palabras: ‘Tu bebé te salvó, pues el embarazo hizo presión e impidió que el coágulo se desplazara. En la etapa en que estás, podría ser fatal en cualquier momento’”.

Lo que el médico vascular no sabía era que Lucas tenía una malformación y que mucha gente le había “recomendado” a Simone abortar.

La cesárea sería de alto riesgo a causa de una posible hemorragia, lo que obligó a Simone a hacer un tratamiento de 20 días durante los cuales no se podría levantar de la cama para evitar un desplazamiento del coágulo. Fueron días de terrible dolor no solamente físico, sino principalmente emocional: ¿cuánto tiempo su hijito estaría con ella?

“Durante esos días, le agradecí mucho a Lucas por salvarme y también le dije cuánto lo amaba, incluso sin verlo”.

Y nació Luquitas, para estar 26 minutos en este mundo.

El 12 de mayo, víspera del Día de las Madres, Lucas nació con 1,8 kg para estar con su familia durante inolvidables 26 minutos.

“No logré verlo pues, como el médico había previsto, tuve mucha hemorragia y me quedé en Terapia Intensiva durante cuatro días. Mi madre, mi suegra, una amiga y mi esposo dijeron que él era hermoso y perfecto; que visiblemente no parecía con ninguna malformación”.

En la UCI, Simone daba fuerzas a otra madre, que había perdido a su hija.

“Sólo podía ser Dios mismo quien me estuviera sosteniendo en ese momento”.

Simone Marquesine, su hija y su esposo / Foto del Facebook de Simone Marquesine

Dos días después, el marido y algunos familiares y amigos enterraron al pequeño gran Lucas.

“Con mucho dolor tampoco no pude participar de ese momento, pues estaba haciendo una transfusión de sangre. Me quedé muy débil a causa de la hemorragia”.

Simone pasó 30 días en el hospital hasta poder volver a casa.

“Terminé el permiso de maternidad, tomé medicina para secar la leche, hice tratamiento para la trombosis, todo con mucho esfuerzo, pero con la mayor certeza en mi corazón: hice lo correcto. Quién diría que, siete años después, contaría esa historia, cerca de la misma fecha, el Día de las Madres. Me emociono como si fuera hoy y me siento muy honrada porque Dios me escogió para vivir esa historia”.

Fuente:Aleteia
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