Sor María Leticia hacía esgrima y rechazó ir a las olimpiadas de Atlanta para entrar en el convento: «Se me cruzó Dios y ya nada se podía comparar»

* «Fue la primera vez que experimenté que allí dentro, en una iglesia, existía algo, y era algo bueno, que me daba paz. Yo entré y sentí que algo vivía, que había alguien, que era real. La presencia que yo sentí en aquella eucaristía fue fortísima, no se me olvidó, me marcó»

18 de octubre de 2013.- (Mayfeelings / Camino Católico) La red social Mayfeelings estrena Mayfeelings TV una nueva iniciativa en la que presentarán diferentes testimonios de personas que cuentan cómo era su vida antes y después de encontrarse con Dios. La escritora María Vallejo Nájera, madrina de la red social, será la encargada de presentar los vídeos que están siendo grabados por toda España. María dialogará con los protagonistas, que irán contando su vida marcada por la presencia de Dios. Esta nueva iniciativa pretende «acercar a la sociedad historias de personas que han encontrado la felicidad de la mano de Dios y cómo les ha cambiado su vida este encuentro», aseguran desde Mayfeelings. El objetivo, añaden, es darse cuenta «de cómo la vida es mejor si estamos cerca de Dios».

En el primer capítulo, que se visualiza en el vídeo, Mayfeelings TV presenta a Sor María Leticia, monja del Convento de las Madres Dominicas de Lerma (Burgos), que dejó su exitosa carrera deportiva practicando esgrima  para convertirse en el espadachín de Dios. Sor María, tras muchos éxitos deportivos a nivel regional y nacional, fue llamada para participar en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 como integrante del equipo olímpico español. Rechazó su participación para realizar una experiencia con un grupo de monjas de clausura y optar por Dios.

Hace ya 18 años que Leticia, joven burgalesa, entró en el convento de las dominicas de Lerma. Fue el 8 de septiembre de 1995.  Hoy es Sor María Leticia de Cristo Crucificado, maestra de novicias y conserva todas sus espadas y alguna vez le hace una demostración de esgrima a las chicas nuevas del convento.

Leticia nació en 1977, en una familia de clase media. Sus padres no solían ir a misa, pero procuraban que sus hijos acudieran a catequesis. «A los doce años dejé la parroquia; la misa la veía como un teatrillo».

Joven y desapegada de la Iglesia, Leticia se volcó en el deporte.«Mi corazón buscaba el éxito. Sentía dentro de mí algo muy grande que dar, y la Iglesia me cortaba las alas». Descubrió la esgrima, y ese deporte le dio sus mayores éxitos, pero tras ellos sentía grandes vacíos.

Fue tres veces campeona de España y llegó a ser seleccionada para los Juegos Olímpicos.«Fueron años de mucha satisfacción momentánea. Llegaba al hotel después de ganar y me sentía vacía. La gente me hacía creer que yo era Dios, y no lo era», relata. Por ese tiempo Leticia decidió unirse a una pandilla de rockabillys. «Vestíamos de cuero, tachuelas en la cazadora y cinturones con hebilla». Era una vida de peleas, drogas y alcohol, que no la llenaba.

Entonces una amiga le habló de una visita que había hecho a unas monjas de clausura, de cómo le había sorprendido la felicidad de sus rostros.Y Leticia visitó el convento para comprobarlo. «Eran felices sin tener nada, cuando yo no lo era teniéndolo todo».

Poco después, bailando en una discoteca, comenzó a sentirse indispuesta, salió a la calle y encontró una iglesia. Entró en ella.«Fue la primera vez que experimenté que allí dentro, en una iglesia, existía algo, y era algo bueno, que me daba paz. Yo entré y sentí que algo vivía, que había alguien, que era real […] La presencia que yo sentí en aquella eucaristía fue fortísima, no se me olvidó, me marcó». Leticia pensó que debía dejar aquella vida y volver a la Iglesia.«En medio de todo eso se me cruzó Dios y ya nada se podía comparar. Dejé la esgrima por unos brazos amorosos que te acogen», comenta.

El éxito de Leticia crecía y le propusieron acudir a los Juegos Olímpicos de Atlanta, pero ella ya había decidido dejarlo todo. Conoció a unos jóvenes del Camino Neocatecumenal y entró en una comunidad. Pasado un tiempo, sintió que debía hacer una experiencia con las dominicas de Lerma. «Allí sentí que un amor absoluto me llenaba. Me encontré con una Persona que me quería como era, con Dios», explica.

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