Sor María Socorro cada día da esperanza a los enfermos terminales porque considera que la cama es la cruz y el paciente es Cristo

“Llegas a conocerlos. Lloro cuando fallecen o cuando estoy consolando a la familia. Es normal. Es humano”, expresó. La religiosa comenta que en ocasiones sus pacientes le preguntan: “¿Por qué yo? ¿Por qué estoy sufriendo?”. Ella les responde: “Dios tiene un propósito mejor para ti”

9 de noviembre de 2016.-  (ACI  / Camino Católico)  Sor María Socorro es una religiosa que se dedica a acompañar a los enfermos terminales en su agonía. Pasa noches y, si es necesario, madrugadas enteras junto a ellos dándoles consuelo y acompañándolos en su tránsito a la Casa del Padre.

Sor María Socorro contó al periódico estadounidense Los Angeles Times que para ella la cama donde está acostado el enfermo “es la Cruz” y el paciente “es Cristo”.

Una de sus pacientes actuales es Esperanza Calderón, una mujer de 70 años que tiene un tumor en la cabeza y que no puede moverse sola. Todas las noches un voluntario la recoge a las 7:00 p.m. y la lleva a la casa de Esperanza. Allí se queda toda la madrugada rezando con la enferma, consolándola y atendiéndola. También le lleva la comunión.

La hermana relató que suele rezar antes del amanecer para fortalecerse y poder hacer frente a la muerte, que siempre es una posibilidad cada noche que sale a servir. Al igual que sus hermanas, Sor María Socorro atiende a un solo paciente durante un mes.

“Llegas a conocerlos. Lloro cuando fallecen o cuando estoy consolando a la familia. Es normal. Es humano”,expresó. La religiosa comenta que en ocasiones sus pacientes le preguntan:“¿Por qué yo? ¿Por qué estoy sufriendo?”. Ella les responde: “Dios tiene un propósito mejor para ti”.

Su vocación

Sor María Socorro, cuyo nombre de nacimiento es María Román, descubrió su vocación a la vida religiosa cuando tenía 18 años. Su hermana menor Sofía le rogó que la acompañara a un retiro vocacional en su ciudad natal Puebla, en México.

Al principio no quiso ir pero Sofía insistió y le dijo que la única forma de que su padre la dejara ir era que su hermana la acompañara. María no pudo soportar ver a su hermana llorar y accedió.

Más de 100 jóvenes asistieron al retiro. Las dificultades no faltaron. La comida no alcanzó para todas las participantes, durmieron apiñadas y el agua de las duchas estaba helada.

En el último día, el sacerdote a cargo leyó en la Misa el pasaje del Antiguo Testamento donde un joven llamado Samuel escuchó una noche que alguien lo llamaba por su nombre. Samuel creyó que era el sacerdote Elí quien lo llamaba así que salió de su casa y fue a verlo. Sin embargo, Elí le dijo que él no había sido quien lo llamó.

Esto sucedió varias veces hasta que Elí le dijo a Samuel que Dios le estaba hablando. De ese modo el joven se dio cuenta de que era el Señor quien lo llamaba.

María comentó que la historia la tocó profundamente.“Ese pasaje era para mí. Dios me estaba llamando”, aseguró.

Un año más tarde ingresó a la Congregación de las Siervas de María Ministras de los Enfermos, fundada en España en 1851. Allí tomó el nombre de María Socorro.

Esta congregación se dedica al cuidado de los más vulnerables y ha cuidado a los enfermos en las en diversas epidemias y guerras ocurridas desde entonces.

Actualmente cuentan con más de dos mil hermanas en 128 conventos en Europa, Asia, África y América. Las religiosas hacen su apostolado en casas de enfermos, albergues, orfanatos y hospitales.

 

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