Tamar Mikalli, refugiada siria en Asís ante el Papa y líderes religiosos: «La oración fue nuestro único sostén en la guerra»

* «Repetíamos siempre la palabra de Jesús, que dice ‘venid a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, venid y os haré descansar’.Resistimos tres años con la esperanza de que la guerra terminaría. Vivimos en la miseria, luego bombardearon la casa de mi familia y al final decidimos salir de Siria»

20 de septiembre de 2016.-(Tamar Mikalli / EWTN  / ACI  /  Radio Vaticano Camino Católico)  En la ceremonia conclusiva del encuentro interreligioso del Papa Francisco por la paz mundial en Asís (Italia), Tamar Mikalli, refugiada siria que huyó del país junto a sus ancianos padres debido a la guerra, aseguró que en medio de los bombardeos la oración fue “el único sostén para nosotros”.

Tamar vivía en Alepo, la ciudad más grande de Siria, cuando estalló la guerra en 2011. “Comenzaron a llover misiles que destruyeron las casas. Todavía escucho los gritos de un padre, de una madre o de los niños que buscan a sus padres”, recordó.

Desde 2011, el gobierno sirio se enfrenta contra diversas facciones rebeldes que buscan derrocar al presidente Bashar al-Assad, entre ellos las Fuerzas Democráticas Sirias, grupos vinculados a Al Qaeda y el Estado Islámico.

La mujer recordó que junto a su familia “resistimos tres años con la esperanza de que la guerra terminaría”, viviendo “en la miseria”. Luego de que un bombardeo alcanzara la casa de su familia, decidieron abandonar el país, para refugiarse en el Líbano, antes de llegar a Italia.

“Tuvimos que dejar todo, traje también a mis padres ancianos, jamás habría partido sin ellos”, señaló. En el vídeo se visualiza y escucha todo el testimonio de Tamar Mikalli traducido al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Vengo de Alepo, la ciudad mártir en Siria. Alepo, cuando pronuncio este nombre se me entristece el corazón.  Recuerdo donde nací, crecí y donde me casé. Me acuerdo de los muchos amigos musulmanes y cristianos, ahora se hacen diferencias entre los cristianos y los musulmanes, pero antes de la guerra no había diferencias. Cada uno practicaba su religión en una tierra que formaba un mosaico a través de las diferentes culturas, lenguas y religiones.

Luego estalló la guerra, aún no sé muy bien por qué. Comenzaron a llover misiles que destruyeron las casas. Todavía escucho los gritos de un padre, de una madre o de los niños que buscan a sus padres. Cuando el intenso bombardeo estaba cerca de nuestras casas, nos encontrábamos con los vecinos compartiendo el pan y el agua, los bienes más preciosos que faltan durante la guerra. Nos animábamos entre nosotros y rezábamos.

La oración, el único sostén para nosotros. Repetíamos siempre la palabra de Jesús, que dice ‘venid a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, venid y os haré descansar’.

Resistimos tres años con la esperanza de que la guerra terminaría. Vivimos en la miseria, luego bombardearon la casa de mi familia y al final decidimos salir de Siria y llegamos al Líbano. Nos convertimos en refugiados, junto con miles de sirios. Tuvimos que dejar todo, traje también a mis padres ancianos, jamás habría partido sin ellos.

Es el segundo éxodo que cumplen nuestras familias en cien años. En el Líbano nos quedamos por dos años y luego conocimos a los ángeles que nos hablaron de los corredores humanitarios y de la posibilidad de vivir en paz.

Ahora vivo en la Toscana, y trato de integrarme en este hermoso país, Italia, donde llegué hace cuatro meses.

Me gustaría dar las gracias a todos los que trabajaron para nuestro bien, por habernos devuelto la sonrisa que habíamos perdido a causa de la guerra, a todos vosotros hombres de religión y a usted, Santidad, en nombre del pueblo sirio les pedimos una oración para que la paz y el amor pronto regresen a Siria y al mundo entero.

Tamar Mikalli

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