Temas 5, 6 y 7.- Jesús, Señor, mi Señor – La promesa del Padre – La promesa es para ti: Proclamar a Cristo Señor y vivir según el Espíritu / Por Conchi Vaquero

Meditación en vídeo grabada en directo

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4 de junio de 2013.- (Camino Católico) Conchi Vaquero Callejas, laica casada y madre de dos hijos, miembro de la Comunidad Familia, Evangelio y Vida, prosigue con esta sexta enseñanza el Seminario de Vida en el Espíritu, al final del cual se orará por la Efusión del Espíritu Santo.  Hoy profundiza en la necesidad de: proclamar a Jesús, Señor del universo y Señor de cada área de la vida, lo que sólo podemos hacer con la acción del Espíritu Santo, quien nos transforma el corazón y nos capacita para vivir la Nueva Vida para vivir en Cristo.Conchi Vaquero pertenece también al grupo de oración Familia, Evangelio y Vida de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Vilanova i la Geltrú, Barcelona, España, donde ha sido grabada en directo esta charla, el lunes 3 de junio de 2013.

Textos complementarios para poder realizar, profundizar, y orar el Seminario de Vida en el Espíritu extraídos de «Id y evangelizad a los bautizados» de José H. Prado Flores de Editorial Rema

Tema 5.- Jesús, Señor, mi Señor

Objetivo del tema: Proclamar a Jesús, Señor del universo y Señor de cada área de la vida.

A. —Jesús-Señor

Jesús, al tercer día de su ignominiosa muerte en la cruz, fue resucitado por el Poder de Dios, y sentado a su diestra. ¡Jesús está vivo!, gritaba la Iglesia primitiva. ¡Jesús está vivo!, era la Buena Nueva que anunciaban las comunidades cristianas. ¡Jesús está vivo!, es el centro de la vida de la Iglesia.

Dios no permitió que su Hijo experimentara la corrupción, al contrario, le exaltó y le glorificó.

— Le dio el Nombre que esta sobre todo nombre: Flp. 2,9.

— Le concedi6 todo poder en el cielo y en la tierra: Mt 28,18.

— Lo llenó de su Santo Espíritu: Hech 2,33.

— Lo constituyó Señor y Mesías: Hech 2, 36.

La resurrección, exaltación y glorificación de Jesús es el culmen de su obra salvífica. Si Cristo no hubiera resucitado vana seria nuestra fe. Si Cristo no hubiera sido glorificado vana seria nuestra predicación y nuestra esperanza.

Sin duda que el culmen de la glorificación es la recepción del Espíritu Santo. El gran premio que el Padre le concedió a su Hijo en su exaltaci6n fue una nueva y más abundante efusión de su Santo Espíritu:

Exaltado por la diestra del Padre ha recibido el Espíritu Santo prometido: Hech 2,33.

Si durante su vida terrena siempre estuvo recibiendo Espíritu Santo, por su gloriosa exaltación lo recibió de una manera infinita.

Y, con la recepción del Santo Espíritu, se le concedió la más alta investidura de poder en el cielo y en la tierra: Fue constituido SEÑOR:

Sepa con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús…: Hech 2,36.

SEÑOR. El título de Señor lo ha constituido como dueño absoluto de todo el universo: del pasado, del presente y del futuro Hombres, animales y toda la creación le están sometidos. Vencedor de la Muerte y del Maligno. Cielo, mar y tierra están bajo su poder. Juez de vivos y muertos: Hech 10,42; el Salvador: Hech 13,23; el Jefe que lleva a la Vida: Hech 3,15; el Mesías anunciado por los profetas: Hech 3,18.

Por otro lado, el título del Señor (Kyrios), que en el Antiguo Testamento era reservado exclusivamente para Dios, al ser aplicado a Jesús, afirma de una manera muy eminente su carácter divino. ¡Jesús es El Señor!

B. —Jesús-mi Señor

Pero el dominio de Jesús sobre todo el universo debe extenderse de una manera especial y concreta sobre aquellos que creen en su Nombre; sobre cada uno de nosotros.

Jesús es El Señor, pero debe llegar a ser efectivamente mi Señor, mi Rey. Esto es, quien decida en todas las áreas de mi vida, y quien gobierne toda mi existencia. El, quien dirija todos los deseos y apetitos, el que tome todas las decisiones de la vida: las grandes y las pequeñas.

Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucito de entre los muertos serás salvo: Rom 10,9.

Se trata de proclamar el Señorío de Jesús en todas las áreas de nuestra vida. Esto de ninguna manera anula nuestra personalidad o capacidad de decisi6n. Todo lo contrario. Se trata de hacer precisamente la decisión fundamental de que en adelante, sea Jesús quien tome todas las decisiones de la vida.

Ahora bien, el Señorío de Jesús es total o no es Señorío. Jesús es Señor cien por ciento o no lo es. El no acepta el cincuenta por ciento de nosotros, ni el ochenta ni el noventa. Ni siquiera el noventa y nueve por ciento.

Para que Jesús sea Señor se le tienen que rendir todas las áreas y aspectos de la vida. Hay que abrirle todos los rincones de nuestro corazón y permitirle que al entrar en ellos, los inunde con su luz. Jesús no pide mucho. Jesús lo pide todo. Él no se contenta con formar parte o ser un aspecto de nuestra vida. Él quiere ser el centro único de nuestra existencia. O todo o nada. O frio, o caliente, pero no tibio. A los tibios los vomita de su boca: Ap. 3,15-16.

El no admite ser sólo un adorno decorativo en nuestra vida, sino un personaje real que vive en nuestro corazón y gobierna efectivamente todo nuestro ser. Jesús quiere ser verdaderamente, el Rey de nuestra existencia. Por eso, su reinado no puede ser como el de las monarquías constitucionales de Inglaterra, Bélgica o Suecia. En Inglaterra, por ejemplo, la reina Isabel II es un personaje muy importante: su imagen y su retrato la vemos por todas partes: está en los billetes y las monedas. La encontramos en las estampillas postales y en las oficinas de gobierno. En el sitio más importante del Parlamento inglés, está la imagen de la reina. Tiene un palacio, ricas joyas y su carroza es tirada por doce caballos blancos. ¡Ella es la reina! sin embargo, ella no es la que gobierna en Inglaterra. La autoridad suprema no es ella sino el Primer Ministro y el Parlamento. En el Parlamento está la fotografía de la reina, pero no es ella quien toma las decisiones importantes. La reina es para los desfiles, las fiestas importantes y los aniversarios, pero no gobierna el país. Ella, ciertamente, firma los tratados y las leyes, pero los tratados y las leyes fueron elaborados por el Primer Ministro y el Parlamento. A ella simplemente se los dan para que los firme.

Hay muchos cristianos que toman el reinado de Jesús, Rey de reyes, como el de la reina de Inglaterra. Cada uno hace las leyes de cómo quiere vivir, hace los proyectos de su vida, toma sus decisiones y luego nada mas va a Jesús para que los apruebe y firme, no permitiéndole que tenga parte alguna en su elaboración. Jesús es el Rey, pero ellos son los Primeros Ministros.

Otros se cuelgan la imagen de Jesús en una medalla de oro con una lujosa cadena. Jesús y su reinado es sólo algo exterior para ellos, porque quien gobierna su vida no es el Señor, son ellos mismos. Jesús es algo sólo exterior, que forma parte de esa vida, pero no es el centro; no es verdaderamente el Señor.

Otros más, tienen la imagen de Jesús en su casa, pero sólo es un simple adorno, porque quien gobierna ese hogar y esa familia no es Jesús sino ellos mismos. El cuadro es un adorno artístico porque Jesús no es realmente el Señor allí.

En el comedor de una casa había una imagen del Señor Jesús muy hermosa, enmarcada en oro y terciopelo, iluminada con un reflector que la hacía resaltar aún más, causando la admiración y el comentario de propios y extraños:

— Ya tiene treinta años ese cuadro en nuestra casa, dijo el padre de familia. El Señor Obispo lo coloco aquí.

— Si —continuó la esposa—, pero hace apenas dos años que el Espíritu Santo lo puso como Señor de nuestro corazón.

Cristiano no es el que tiene una imagen de Jesús en su casa o en su cuello, sino el que es una imagen de Jesús en su casa y fuera de ella. Cristiano no es el que dice con su boca: «Señor, Señor», sino el que realmente vive haciendo la voluntad del Padre de los cielos. Leer Mt 7,21.

Si de alguna manera se pudiera sintetizar o describir la experiencia de la Renovación Carismática y de todo convertido al Señor, seria con las frases: «Jesús es mi Señor», «Jesús es nuestro Señor», hechas realidad.

La diferencia fundamental entre un cristiano y otro que no lo es, aunque se diga tal, es que el pagano habla, se divierte, piensa y vive según los deseos de la carne, con los criterios mundanos y haciendo siempre su propia voluntad.

El cristiano, por el contrario, vive según la voluntad del Señor, regido por los valores del Evangelio, con los criterios de Cristo y al impulso del Espíritu.

No basta que Jesús sea nuestro Salvador. Es necesario que llegue igualmente a ser nuestro Señor. De otra manera queda incompleta su obra salvífica.

C. —Proclamación del Señorío de Jesús, aquí y ahora

Si Jesús no es todavía realmente el Señor de toda tu existencia, hoy es el momento en que lo puedes proclamar como tal. Este es lugar para hacerlo. Decídete a vender todas las perlas para poder comprar la Perla preciosa. Decídete a entregarlo todo para quedarte con Jesús. En verdad vale la pena.

Concretamente el Señorío de Jesús consiste en que hagamos todo y sólo lo que el quiere, como el quiere y cuando el quiere.

¿Pero, como nos dirá Jesús cuál es su voluntad? Muy sencillo. En cada circunstancia en que nos encontremos bastara con preguntarnos ¿cómo actuaria Jesús si estuviera en mi lugar? Es más, hay que preguntarle al mismo Jesús: ¿Comprarías este vestido, Señor Jesús? ¿Cómo usarías tú el dinero, Señor Jesús? ¿Cómo amarías, Jesús, a tus hermanos, amigos y enemigos?… y hacerlo tal como lo haría Jesús.

«Hagan lo que él les diga»: Jn 2,5; nos dijo la Mujer que realmente fue «esclava del Señor» y en quien la Palabra de Dios se hizo carne.

Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios le resucito de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón se cree para conseguir la justicia y con la boca se confiesa para conseguir la salvación: Rom 10,9-10.

PROFESION DE FE

En seguida viene la proclamación verbal del Señorío de Jesús sobre todas las áreas de la vida. Los que quieran rendir a Jesús todos los aspectos de su vida, van contestando: ¡Jesús es Señor!

— De mi familia y amistades: ¡Jesús es Señor!

— De mi pasado, presente y futuro

— De mis estudios o trabajo

— De mi salud y enfermedad

— De mi pobreza o riqueza

— De mis amigos y conocidos

— De mi cuerpo y de mi alma

— De todas mis relaciones personales

— De mi sexualidad y emotividad

— De mi patria y mi hogar

— De mi casa y bienes materiales

— De mis esperanzas y temores

— De mi vida política y social

— De mi imaginación y memoria

— De mi inteligencia y voluntad

— De mis ojos y oídos, manos y pies

— De mi manera de divertirme

— De mi manera de comer y vestir, pensar y hablar.

PROCLAMACION DEL SENORIO DE JESUS

JESUS, yo creo que en tu Resurrección Dios te glorificó, te llenó de Espíritu Santo y te dio un Nombre que esta sobre todo nombre.

Doblo mis rodillas ante ti (se arrodilla) en serial de que te reconozco como SENOR, Ml SENOR: el dueño de toda mi vida y me rindo totalmente a ti y a tu santa voluntad para que hagas de mi lo que tú quieras. Ya no quiero, Señor, ser yo centro de mi vida. Toma tú la dirección de toda ella. Hazme desear y hacer lo que tú quieres. Te entrego todo mi ser. Quiero ser tuyo, sólo tuyo y de nadie más. Te proclamo Señor de toda mi vida; mi único Señor.

No quiero servir ni al dinero, ni al placer, ni a ningún otro vicio o apetito que me aparte de ti. Rindo toda mi vida a ti para siempre. Toma tú, todas las decisiones según tu voluntad, y que yo sea, como María, un esclavo de tu Palabra, que es la única manera de ser verdaderamente libre. Ya no quiero vivir yo, vive tú en mí. Dame tu vida a cambio de la mía que hoy te entrego para siempre. Sé que tú has tornado en serio mis palabras así como Yo he tornado en serio tu llamado. Te abro completamente la puerta de mi corazón. Entra en mí y quédate conmigo toda la vida.

Fecha ………………………………. Firma

REFLEXION POR GRUPOS

En el principio de la Iglesia se reconocía fácilmente a un cristiano de un pagano por su forma de vivir. ¿Si hoy día hubiera una persecución en contra de los que viven como cristianos habría suficientes motivos en tu vida como para condenarte? ¿Cuáles? ¿Qué aspectos de tu vida no has rendido aun bajo el Señorío de Jesús? ¿Por qué no lo haces hoy, aquí?

CUESTIONARIO 5

1. Abre el Nuevo Testamento, en Filipenses 2,6-11 y completa:

(Cristo Jesús) siendo de ……………………………………………..

No retuvo ávidamente el ser igual a………………………………

Sino que se despojó de……………………………………………….

Y tomó condición de …………………………………………………..

Haciéndose semejante ha……………………………………………

Y apareciendo en su porte como………………………………….

Se humill6 a si mismo obedeciendo hasta la ………………….

Y muerte de ……………..Por lo cual Dios le…………………….

Y le dio el …………….. que esta sobre todo ……………………..

Para que al nombre de Jesús ………………………………………

En el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo es …………………… para ………………..

2. ¿Cuál de estas frases te parece la más importante para tu vida?…………………………………………………………………….

3. Coloca en los paréntesis de la derecha la letra correspondiente a los títulos que se le dan a Jesús:

—Piedra angular (R) ( ) Hechos 2,36

—Juez de vivos y

Muertos (fi) ( ) Hechos 13,23

—Salvador (E) ( ) Hechos 10,42

—Mesías (Cristo) (S) ( ) Hechos 3,15

—Jefe (O) ( ) Hechos 4,11

4. ¿Qué otro título de Jesús forman las letras de tus respuestas? ………………………………………………………………………………

5. Escribe lo que San Pablo dice en Filipenses 2,11:

6. Dios constituyó a Jesús……………y…………… Hechos 2,36

7. ¿Cuántos Señores tiene la Iglesia y el mundo? Efe.4,5:

8. ¿En qué consiste la glorificación de Jesús?

—Filipenses 2,9; Se le dio……………………….

—Mateo 28,18: Le dio todo ……………………..

—Hechos 2,33; Exaltado, ha recibido

9. Responde

— ¿Jesús es para ti sólo como una medalla que te cuelgas, es decir, algo exterior a ti, pero que en realidad en nada afecta tu vida?

— ¿Jesús es para ti como la reina de Inglaterra, es decir, forma parte de tu vida, pero en realidad el no gobierna, sino tu?

— ¿Jesús está realmente en el centro de tu vida y es Señor y Rey de toda tu persona y decisiones? 10. ¿Que se necesita para ser salvado?

LIBROS PARA LEER:

Si el Señor no construye el edificio. Ralph Martin. Jesús, el Señor. Rafael García Herreros.

MEMORIZAR:

— Dios ha constituido Señor y Mesías a ese Jesús a quien vosotros crucificasteis: Hech 2,36.

— Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucito de entre los muertos, Serás salvo: Rom 10,9.

— No solo el que diga «Señor, Señor» entrara en el Reino de los cielos sino el que haga la voluntad de mi Padre: Mt 7,21.

— Otros textos: Ex 20,3; Ez 20,39; Ef. 1,10.

Tema 6.- La promesa del Padre

Objetivo del tema: Presentar al Espíritu Santo, quien, al cambiarnos el corazón nos capacita para vivir la Nueva Vida.

A. —La Promesa

Antes de su muerte, Jesús dijo a sus discípulos unas palabras misteriosas:

En verdad les digo: les conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito; pero si me voy se lo enviare:Jn 16,7.

Al resucitar Jesús, se apareció a sus discípulos dándoles la orden de no apartarse de Jerusalén, sino que esperaran la Promesa del Padre de la que tanto ya les había hablado a lo largo de su ministerio.

Yo voy a enviar sobre ustedes la Promesa de mi Padre. Permanezcan en Jerusalén hasta que sean revestidos de la Fuerza de lo Alto: Lc 24,49.

Serán bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días: Hech 1,5.

Recibirán la Fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes y serán mis testigos en Jerusalén, Judea, Samaria, y hasta los confines de la tierra: Hech 1,8.

Cuando Jesús hablaba de la venida del Espíritu Santo la llamaba «La Promesa del Padre». Se trataba, por tanto, de un compromiso de Dios con los hombres a través de Jesús. Jesús había venido a traer una Nueva Vida, pero esta no se podía vivir sin un Espíritu Nuevo y un Corazón Nuevo, si Dios no cumplía antes la Promesa hecha a través de los profetas Ezequiel y Jeremías:

Yo les daré un solo corazón.

Y pondré en ellos un Espíritu nuevo.

Quitare de su cuerpo el corazón de piedra

Y les daré un corazón de carne

Para que caminen según mis preceptos,

Observen mis normas y las pongan en práctica;

Y así sean mi pueblo y yo sea su Dios: Ez 11,19-20.

Esta será la Alianza que Yo pacte

Con la casa de Israel, después de aquellos días,

—Oráculo de Yahveh—:

Pondré mi ley en su interior

Y sobre sus corazones la escribiré;

Yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo: Jer 31,33.

El corazón del hombre solo puede ser cambiado por Dios. Se necesita, pues, la renovación interior del hombre por el Espíritu de Dios que lo transforme. La novedad del Evangelio no es Jesús dando una nueva ley, sino dándonos su Espíritu para que la viva en nosotros: Gal 2,20; Flp. 1,21. Nos da su Espíritu no solo para que le conozcamos, sino para que podamos vivir su Vida, siguiendo una conducta no según la carne, sino según el Espíritu. Dios prometió su Espíritu no solo para que se testificara con poder que Jesús había resucitado y estaba en la gloria del Padre, sino para activar su presencia salvífica en el seno de la Iglesia, y en el corazón de los creyentes, haciendo vivir, amar, servir y orar a Cristo a través de cada uno.

La novedad del Evangelio no es una ley nueva, sino un Espíritu Nuevo que Jesús glorificado envía a los suyos para que puedan vivir la Vida de hijos de Dios. Jesús no solo nos dio el derecho de podernos llamar hijos de Dios, sino que nos capacita con su Espíritu, Espíritu de filiación divina, para que viviéramos como tales: Rom 8,15; Gal 4,6.

La obra de salvación no consiste nada más en ser perdonados de nuestros pecados, sino en la transformación de nuestro corazón pecador en un corazón como el de Jesús.

Toda letra, es decir, todo precepto exterior al hombre, incluso los preceptos del Nuevo Testamento, dice Santo Tomas de Aquino, es letra que mata. Pero la ley del Espíritu da vida, porque donde está el Espíritu, esta alii la libertad.

La Nueva ley, ley del Espíritu, no es del Espíritu en cuanto que sea promulgada por El. Es del Espíritu porque el mismo Espíritu Santo es quien la lleva a cabo en nosotros. El es quien nos capacita para vivir la vida de fe, amor y servicio de acuerdo a la voluntad divina. Es decir, la única ley del creyente es la actividad del Espíritu Santo en él.

Para el que vive en el Espíritu la única ley es la ley de la fe que da la Vida. El no evita las cosas malas porque están prohibidas por una ley, sino porque son malas en sí. No obra obligado o presionado por una ley exterior sino ante todo por un Principio de vida nueva que lo lleva a evitar el mal porque es mal y hacer el bien porque es bien.

El Espíritu viene a transformar el corazón del hombre. Así, el que actúa animado por el Espíritu lo hace en virtud de la propia exigencia del amor que habita en él y no por la fuerza de una imposición exterior. Es decir, el Espíritu le ha cambiado su coraz6n de piedra, endurecido por los apetitos de la carne, para que sepa discernir el bien y el mal, y tener un dinamismo que lo capacite a realizar lo primero y evitar lo segundo.

La acción del Espíritu en el hombre le hace cambiar todos sus apetitos, criterios y valores. Ya no sigue los deseos de la carne. El hombre espiritual, habitado por el Espíritu, transformado por el Espíritu, desea, quiere y hace las obras del Espíritu. Si vivimos según el Espíritu no daremos satisfacción a las obras de la carne.

Pues la carne tiene apetencias contrarias al Espíritu, y el Espíritu contrarias a la carne, como que son contrarias entre si… Pero si son conducidos por el Espíritu no están bajo la ley. Gal 5,17-18.

La diferencia entre uno que vive según la carne y otro que vive según el Espíritu es que el primero es esclavo de las obras de la carne y manifiesta frutos de fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia’ celos, iras, rencillas, divisiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes. En cambio, el que es guiado por el Espíritu manifiesta los frutos del Espíritu: amor, alegría, paz, saber sufrir, comprensión, bondad, fidelidad, mansedumbre equilibrio y libertad: Gal 5,19-23. El que vive animado por el Espíritu de Cristo no vive bajo la ley, porque ha crucificado todas las apetencias de la carne. Tiene los mismos sentimientos, criterios y valores de Cristo porque tiene el mismo Espíritu de Cristo: El Espíritu Santo. En este sentido, podemos decir que la novedad del Evangelio es el mismo Espíritu Santo que suscita en nosotros el querer y el obrar de acuerdo al pensamiento de Cristo: Flp. 2,13. Algunos se imaginan al Espíritu Santo como si el hombre fuera una lámpara y el Espíritu la corriente eléctrica que hace que se ilumine. Nada más falso que eso. El Espíritu Santo es una Fuerza interior al hombre que lo cambia y transforma radicalmente. Es tan profundo al hombre mismo que llega a confundirse con el espíritu del hombre. Hay por ejemplo, muchos textos de las cartas de San Pablo en los que no es posible distinguir si está hablando del Espíritu o del espíritu. Así tan interior y radical es la presencia y la acción del Espíritu Santo en nosotros. El Espíritu de Cristo viene a ser nuestro espíritu. Es una renovación tan profunda y total de la persona, que San Pablo no encontró otra forma de expresar esta bellísima realidad sino diciendo que somos «nuevas criaturas»: Gal 6,15.

Hace dos mil años, Corinto era la ciudad más prospera del sur de Grecia, favorecida doblemente, este Puerto privilegiado era sede de los juegos olímpicos y la capital comercial de la Acaya. Sin embargo, su fama no le venía principalmente por ser «luz de toda Grecia», como la llamo Cicerón, sino porque en este puerto cosmopolita se daban cita todas las depravaciones y degradaciones que el hombre pudiera concebir. De una manera especial destacaba la prostitución sagrada en su templo, dedicado a la diosa Afrodita en la cumbre de la acrópolis, que ciertamente tenia mil sucursales extendidas a lo largo de toda la ciudad. Hasta en el vocabulario corriente de esa época existía el verbo «corintear», que significaba caer en las peores perversiones de todos los órdenes. Esta era la triste fama de Corinto: corintear. Además, como nos cuenta San Pablo en 1 Cor 6,9-11, había multitud de impuros, idolatras, adúlteros, homosexuales, ladrones, avaros, borrachos, ultrajadores y rapaces. Y San Pablo les dice a los cristianos: Tales fueron algunos de entre ustedes. Pero han sido lavados, santificados y justificados En el Nombre del Señor Jesús en el Espíritu de nuestro Dios: 1 Cor 6,11.

Por eso, cuando los corintios aceptaron el Evangelio y experimentaron la Nueva Vida, San Pablo les dijo: Todo lo viejo ha pasado. Todo es nuevo. Ustedes son una nueva creación en Cristo: 2 Cor 5,17.

Esta es la obra central del Espíritu Santo: hacemos criaturas totalmente nuevas. El Espíritu Santo viene a cambiar al hombre, haciéndolo a imagen y semejanza del mismo Cristo. Por tanto, su acci6n no es accidental u opcional. Es absolutamente necesaria. Sin el Espíritu de Cristo no le podemos pertenecer. El que no tiene el Espíritu de Cristo no le pertenece:Rom 8, 9b.

El Espíritu Santo, antes de capacitarnos para cumplir un mandato, interioriza su ley, la escribe en nuestro corazón; es decir, nos hace querer y desear cumplir el bien que este precepto ordena. ¡Esta es la obra maravillosa del Espíritu Santo!

B. —El cumplimiento de la Promesa

No muchos días después de su resurrección, Jesús lleno de Espíritu Santo, cumplió su promesa: envió desde el cielo el torrente de su Espíritu sobre sus discípulos que estaban en oraci6n con su madre María.

Cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles que llegado el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como de una ráfaga de viento impetuoso que lleno toda la casa donde se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego, que, dividiéndose, se posaron sobre cada uno de elfos. Quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas según el Espíritu les concedía expresarse: Hech 2,1-4.

Jesús siempre cumple lo que promete. Pasará el cielo y la tierra pero el no deja jamás de cumplir una de sus palabras. Como lo había prometido tantas veces a sus discípulos, envió desde el cielo al Espíritu Santo.

Pentecostés no fue otra cosa que Cristo glorificado, lleno de Espíritu Santo, que abrió su corazón para derramar su Espíritu sobre los suyos y así transformarlos en nuevas criaturas.

Pero, tan abundante y generosa fue la donación del Espíritu que el mismo Jesús le había llamado «Bautismo en el Espíritu Santo».

Bautizar (baptizein) significa sumergirse, estar totalmente inundado, lleno. El Bautismo en el Espíritu Santo en Pentecostés fue la plenitud del Espíritu Santo que inundó a los Apóstoles de tal forma que los lleno completamente. La efusión del Espíritu Santo que recibieron los Apóstoles fue total.

A raíz de su Bautismo en el Espíritu Santo cambiaron totalmente las cosas para ellos:

a. —En verdad conocieron la persona y la misión de Jesús

El Espíritu Santo les testificó quien era Jesús, y les descubrió la verdadera dimensión salvífica para la que el Padre lo había enviado. Les enseñó el hondo significado de las palabras del Maestro. Los llevó hasta la verdad completa: al conocimiento perfecto de la Verdad, de Cristo Jesús que es la Verdad y la Vida. Jn 15,26; 16,13.

b. —Transformo su corazón

La efusión del Espíritu cambió su corazón de piedra por un corazón de carne: les dio el mismo corazón de Jesús: Hech 4,32. Los discípulos comenzaron a tener los mismos sentimientos, intereses y criterios de Cristo. Ya Cristo vivía en ellos por medio de su Espíritu.

C. —Jesús, centro de su vida

Ya no buscaban ser servidos, sino servir; ser amados, sino amar; ser comprendidos, sino comprender. De esta manera experimentaron la verdad de aquella palabra de Jesús que había dicho: Hay mayor alegría en dar que en recibir: Hech 20,35.

d. —Comenzaron a testificar con palabras poderosas

Esa misma mañana, Pedro tom6 la palabra en nombre de toda la comunidad, y con un discurso de tres minutos convirtió a tres mil almas. Era la obra del Espíritu que había transformado a aquellos hombres.

Comenzaron a experimentar una fuerza nueva, fuerza de lo Alto, que les hacia hablar en otras lenguas, curar enfermos, resucitar muertos y toda clase de signos, prodigios y milagros que manifestaban palpablemente la presencia de Cristo Salvador en medio de ellos: Hech 4,30-31.

c.—El nacimiento de la Iglesia

Fruto también del Bautismo en el Espíritu Santo fue el nacimiento de la Iglesia, de la comunidad de creyentes en Jesús. El Espíritu Santo no es solo el alma y el motor de la Iglesia. Él es su creador. Sólo los que tienen el Espíritu de Cristo le pueden pertenecer. La Iglesia de Jesús está animada por un solo y único Espíritu, el Espíritu de Jesús que es el Espíritu Santo.

La vida de comunión, armonía, paz y amor que reinaba entre los Apóstoles, era de tal manera nueva y atractiva que invitaba a todos a vivirla también. «Mirad como se aman», decían los paganos cuando veían a los cristianos llenos del amor del Espíritu Santo.

No había entre ellos ningún necesitado, porque nadie llamaba suyos a los bienes materiales, sino que los ponía al servicio de los hermanos. Los bienes de este mundo se compartían y distribuían de una manera cristiana, es decir, sirviendo a los más necesitados: Hech 2, 44.

La venida del Espíritu Santo inauguró una nueva era en la vida de la humanidad. La era del poder de Dios en medio de los hombres, la era de la Gracia y la era do los adoradores en Espíritu y en Verdad.

f.—Glorificaban a Dios

Desde ese momento comenzaron a dar gracias a Dios siempre y por todo. Si los metían a la cárcel cantaban salmos. Si los azotaban y perseguían daban gracias a Dios. Si pasaban hambres, alababan al Señor. Siempre estaban llenos del gozo del Espíritu Santo, aun en medio de enfermedades y tribulaciones. La gracia del Señor les bastaba. Todo lo consideraban basura en comparación del conocimiento y el amor del Señor Jesús.

Pentecostés, cumplimiento de la promesa por Dios a los hombres, no es otra cosa que Jesús glorificado, lleno de Espíritu Santo, que da su Espíritu a los que creen en él.

REFLECCION POR GRUPOS

1 ¿Para qué prometió Dios un Espíritu Nuevo?

2. ¿Qué significa que el Espíritu Santo es la Promesa?

CUESTIONARIO

1. Une las dos columnas de acuerdo a la correspondencia de las citas con los diferentes nombres que recibe el Espíritu Santo.

—Hechos 8,20 Espíritu de Santidad

—Juan 16,13 La Promesa del Padre

—Hechos 1,4 Espíritu de la Verdad

—Romanos 1,4 Don de Dios.

2. ¿Cual es la función del Espíritu Santo de acuerdo a los siguientes textos?

—Juan 15,26: ……………………………………………………………

—Juan 16,13: ……………………………………………………………

—Juan 14,26:…………………………………………………………….

—1 Corintios 12,3:………………………………………………………

—Gálatas 4,6:……………………………………………………………

3. Numera del uno al cinco, según el orden de importancia las funciones del Espíritu Santo:

…Nos hace hablar en lenguas. …Nos hace criaturas nuevas.

…Es principio de resurrección en Cristo y en nosotros.

…Nos capacita para amar.

…Gambia nuestro corazón.

4. San Pablo dice en romanos 8,5 que

los que viven según el Espíritu desean…………………………..

los que viven según la carne…………………………………..

5. ¿Qué le pasa al que no tiene el Espíritu de Cristo?

…………………………………………………. Rom 8,9b.

6. ¿Cuáles son las dos cosas que Dios nos prometi6 a través del profeta Ezequiel 36,26-27?………………

7. ¿D6nde está el Espíritu Santo? (Une las dos columnas) —En nuestro cuerpo 1 Corintios 6,19

—En la comunidad Hechos 9,31

—En Cristo Lucas 4,18

8. San Pablo en 2 Corintios 3,17 dice que donde está el Espíritu de Cristo alii esta…………………………………………….

9. ¿Cuándo San Pablo habla en Gálatas 3,14 y 22 de la Promesa de Dios hecha en el Antiguo Testamento se refiere a Cristo o al Espíritu Santo?……………………………….

10. ¿Qu6 manifestaciones de la donaci6n del Espíritu hay en la Profecía de Joel, 3,1-5?

LIBRO PARA LEER:

Pentecostales Católicos. K. &’D. Ranhagan.

MEMORIZAR:

— Yo les daré un nuevo corazón

e infundiré en ustedes un Espíritu nuevo: Ez 36,36.

— Ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días: Hech 1,5.

— El que no tiene el Espíritu de Cristo no le pertenece: Rom 8,9.

— Otros textos: Hech 1,8; Lc 24,49; Jn 16,7; Rom 8,5.

Tema 7.- La promesa es para ti

Objetivo del tema:Convencer que la experiencia de Pentecostés es ofrecida también a cada uno de nosotros, hoy.

El Bautismo en el Espíritu Santo que recibieron los Apóstoles fue tan abundante y definitivo que cambió su vida de tal manera, que quienes los habían conocido antes, se pudieron dar cuenta que siendo las mismas personas, se habían transformado radicalmente. Su rostro estaba lleno de alegría, mientras que su mirada reflejaba la esperanza y la paz de los hijos de Dios. Su fe era capaz de mover montañas, mientras el amor mutuo se palpaba sin dudarlo. En fin, toda su vida transparentaba el poder del Espíritu de Jesús que había sido derramado sobre ellos y los hacía vivir como hijos de Dios.

Los habitantes de Jerusalén deseaban compartir la misma experiencia. Por eso, les preguntaron: ¿Podemos también nosotros tener la experiencia de la fuerza de lo Alto? ¿Qué debemos hacer para vivir como ustedes viven? ¿Cómo podemos nosotros vivir la vida de Jesús que se refleja en ustedes?: Hech 2,37.

La respuesta de Pedro fue muy sencilla y Clara:

Conviértanse, y que cada uno de ustedes se haga bautizar en el Nombre de Jesús para el perdón de los pecados; y recibirán el Don del Espíritu Santo, pues la Promesa es para ustedes, sus hijos y todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro: Hech 2, 38-39.

La Promesa, el Espíritu Santo, es para todos y cada uno de nosotros. El Espíritu Santo lo prometió Jesús para cada uno de nosotros. De muchas y variadas maneras Jesús había hablado del Espíritu Santo que habrían de recibir los que creyeran en él. De una forma muy especial quiso simbolizar al Espíritu con el agua, porque ambos son principio de vida. Así como sin agua no hay vida en la tierra, sin Espíritu tampoco hay Vida Nueva. Por eso, Jesús dijo: Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí. Como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de Agua Viva. Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él, porque todavía no había Espíritu, pues aun Jesús no había sido glorificado: Jn 7,37-39.

El que beba del agua que yo le daré no tendrá sed. Sino que el agua que yo le daré se convertirá en el en fuente frotante de Vida eterna: Jn 4,14.

El envío del Espíritu Santo que hace Cristo glorificado, es la cumbre de su Obra salvadora. Para beber el Agua Viva s6lo existe una condición: tener sed de ella. Sólo el que tenga sed, puede ir a Jesús para pedirle que derrame el Rio de Agua Viva que brota de su costado abierto. La única condición que se nos pide es que reconozcamos que tenemos necesidad del Espíritu Santo, que confiemos en que Jesús nos dará el Agua de Vida eterna que calmara nuestra sed.

¿Qué es lo primero que se necesita para prender una vela? Lo primero que se necesita es que este apagada. De igual manera, para recibir el Don de Dios, hay que necesitarlo. Para recibir la Luz de Dios es necesario reconocer que estamos en tinieblas; para recibir la fuerza de lo Alto es necesario reconocer que somos débiles. El no viene a los que se creen justos o buenos, sino a los necesitados y pecadores. Entre más le necesitamos más le recibiremos. El más pecador experimenta más amor, más perdón y misericordia, porque donde abunda el pecado sobreabunda el amor de Dios. Aquel que más necesite, se le dará más. Lo primero que se necesita para llenar un vaso con algún liquido es que este vacío. Lo que necesitamos para que el Espíritu Santo nos llene, es estar vacíos de nosotros mismos y de todo pecado. Pero eso no es todo. También hay vasos pequeños, medianos, grandes e inmensos… dependiendo de tu apertura, y tu capacidad de recibir, así se te llenara de Espíritu Santo. Dios te dará todo el Espíritu Santo que tu corazón necesita. A los más necesitados les dará más. Cada uno recibirá de acuerdo a su posibilidad y capacidad de recepción. Cuanto más abierto y necesitado se este, más se recibirá. ¿Cuánto necesitas tú, hoy? Jesús mismo es quien prometió enviar una nueva efusión de su Espíritu de parte de su Padre celestial: Yo les digo: pidan y recibirán, busquen y encontraran, llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide recibe; y el que busca halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre ustedes que, si su hijo pide pan, le da una piedra; o, si un pescado; en vez de pescado le da una culebra o, si pide un huevo le da un escorpión? ¡Si pues, ustedes, siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, cuánto mas el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!: Lc 11,9-13.

Jesús ha prometido una nueva efusión de Espíritu en tu vida, él es fiel, y él lo hará: 1 Tes 5,24.

Es tan abundante y generosa esta efusi6n de Espíritu Santo que Jesús da, que en muchos lugares del mundo se le conoce con el nombre de «Bautismo en el Espíritu Santo». Ciertamente este Bautismo en el Espíritu Santo no es ningún nuevo sacramento. Simplemente es una nueva efusión del Espíritu Santo que renueva en ti el Don que recibiste en el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. Lo importante es que se trata de una experiencia del poder de Dios que cambia tu vida. Es Jesús, siempre lleno de Espíritu Santo, que continuamente lo está derramando sobre quienes se lo piden. Sólo tienes que pedírselo a Jesús, el cual está deseoso de dártelo. Jesús nos lo prometió, y nosotros le vamos a pedir que cumpla su promesa porque tenemos especial necesidad de su Santo Espíritu. Jesús quiere dar una nueva «efusión de su Espíritu Santo» para transformar tu vida. El ya ganó con los méritos de su muerte y resurrección este Don que te quiere regalar. Ciertamente no te obliga a que lo recibas. Solo si tú quieres y se lo pides.

Tú no mereces el Espíritu Santo, pero Jesús, el Hijo de Dios, lo mereció por ti y para ti. Sólo te pregunta: ¿lo quieres? ¿Tienes sed de Agua Viva? Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre. Y lo que hizo en Pentecostés hace dos mil años lo pude hacer ahora otra vez. Lo que hizo en el Cenáculo lo puede hacer aquí. Lo que hizo en Pedro y los demás discípulos lo puede hacer en ti, si se lo pides. … si reconoces que lo necesitas. … si tienes sed del Agua Viva. Así como una vela encendida puede encender miles y millones de velas, y su luz no por eso disminuye ni se acaba, así es Jesús dando su Espíritu Santo: nunca se le acaba. ¿Cuánto nos cuesta el Don del Espíritu Santo? Nada. ¡Es completamente gratis! El que tenga sed que se acerque, y el que quiera, que reciba gratuitamente el Agua de Vida: Ap. 22,17b.

A nosotros no nos cuesta nada el Don del Espíritu porque a Jesús ya le costó su vida ganarlo para nosotros. Por eso se le llama «Don», porque es completamente gratuito. Jesús ya pagó su precio con su muerte y resurrecci6n. Lo único que tenemos que hacer es acercarnos a Jesús glorificado que está lleno de Espíritu Santo y pedirle que El mismo abra nuestro corazón de acuerdo a nuestras necesidades para que lo llene de su Santo Espíritu. Jesús, en su glorificación, fue llenado con plenitud divina de Espíritu Santo: Hech 2,33, siendo constituido Mesías o Cristo, que significa: ungido con Espíritu de Dios. Pero, fue tanta esta efusión que Jesús recibió que la derramó sobre sus Apóstoles en Pentecostés y lo sigue haciendo hasta el día de hoy. Jesús Mesías es quien da Espíritu Santo. En el libro de los Hechos de los Apóstoles encontramos varios acontecimientos como el de Pentecostés:

— 2, 1-41: Primer Pentecostés

— 4, 23-31: Pentecostés familiar.

— 8, 14-17: Pentecostés samaritano.

— 9, 17: Pentecostés de Pablo.

— 10,44-48: Pentecostés de los gentiles.

— 19, 1-7: Pentecostés de Éfeso.

A partir del glorioso día de Pentecostés el Espíritu Santo se sigue derramando sobre personas y comunidades, hombres y mujeres, ricos y pobres. Cada uno de nosotros estamos llamados a vivir nuestro «Pentecostés personal». Hoy es día en que Dios te está ofreciendo el don de su Espíritu. La donación del Espíritu cambia nuestro ser de tal manera que desde fuera los demás se dan cuenta que algo ha pasado en nuestra vida. Cuando en la primitiva comunidad hubo necesidad de buscar a siete diáconos, los Apóstoles pidieron a la asamblea que escocieran a siete varones llenos de fe y de Espíritu Santo. Inmediatamente trajeron delante de ellos a Esteban, Felipe, Prócono, Nicanor, Parmenas, Timón y Nicolás. La comunidad percibía claramente quienes estaban llenos de Espíritu Santo. Si alguno tiene el Espíritu de Cristo vive como Cristo, ama y sirve como Cristo, en fin, es un destello del mismo Cristo Jesús: En una ocasión dos señoras se acercaron abruptamente a su párroco y le insistían vehementemente:

— Padre, ¿no quiere que oremos para que reciba el Espíritu Santo?

El sacerdote, un tanto molesto, respondió bruscamente:

— El Espíritu Santo ya lo tengo yo: lo recibí el día de mi bautismo, lo recibí el día de mi confirmación y lo recibí el día de mi ordenación sacerdotal…

La otra señora que se había quedado callada respondió con sencillez:

— ¿Entonces no quiere que oremos para que se le note?

Sin duda que nosotros ya tenemos el Espíritu Santo. Pero, hoy, Dios quiere darte una nueva efusión, tan grande, tan abundante y generosa que hasta se te va a notar. No solo tú, sino todos los que te rodean se darán cuenta que algo nuevo ha pasado en tu vida.

Seguramente que ya tenemos el Espíritu Santo pero es muy diferente a que esté presente en nosotros a que le dejemos estar active Ciertamente lo tenemos como huésped de nuestra alma pero tiene que llegar a estar como centro de todas nuestras motivaciones y motor de toda nuestra actividad.

Jesús, una vez más, te ofrece el Don de su Espíritu el día de hoy. Quiere darte más de lo que ya te ha dado. No le puedes decir que no a esta prueba de su amor.

REFLEXION POR GRUPOS

1. ¿Quieres realmente recibir la Promesa del Espíritu Santo en tu vida?

2. ¿Que necesitas para recibir el Espíritu Santo?

3. ¿Para qué es el Espíritu Santo en tu vida?

CUESTIONARIO

1. ¿A quién ofrece Dios la Promesa del Espíritu Santo? Si No —A los Doce Apóstoles

—A nosotros

—A todos

—Al que tenga sed

2. ¿A Quien envía el Espíritu Santo?

—El Padre: Juan 14,26

—Jesús: Juan 16,7

3. ¿Que se necesita para recibir el Agua Viva del Espíritu? (Une las dos columnas de acuerdo a la cita bíblica) —Pedirlo a Dios Juan 7,37-38

—Tener sed Lucas 11,13

—Creer en Jesús Hechos 2,38

—Convertirse Juan 7, 39

4. De acuerdo a Apocalipsis 22,17 ¿cuánto cuesta el Agua de Vida del Espíritu Santo? ………………………………………..

5. ¿Quién pagó el precio y lo mereció para ti?……………………

6. Si Cristo derramó el Espíritu del día de Pentecostés

Si No — ¿crees que lo pueda hacer otra vez?

— ¿crees que lo puede hacer ahora? — ¿crees que lo puede hacer aquí? — ¿crees que lo puede hacer en ti? ….

7. La recepción del Espíritu es el culmen de la obra de Jesús. Señala los pasos de este proceso que San Pablo describe en Efesios 1,13: ………………………………

7. En la Epístola a los Colosenses 1,6;

¿Cuáles son los pasos de este proceso?

9. Según Hechos 1,8 ¿para que se nos da el Espíritu Santo?

LIBROS PARA LEER:

El Bautismo en el Espíritu Santo.

Salvador Carrillo. Espíritu Santo. Rafael García Herreros.

MEMORIZAR:

— La Promesa es para ustedes y para sus hijos y para todos los que están lejos; para cuantos llame el Señor Dios nuestro: Hech 2,39.

— El que tenga sed, que se acerque; y el que quiere, que reciba gratuitamente el Agua de Vida: Ap. 22,17.

— El Agua que yo le daré se convertirá en el en una fuente frotante de vida eterna: Jn 4,14.

— Otros textos: Jn 7,37-39; Lc 11,13; Ez 37-14; Gal 3,14.

José H. Prado Flores

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