Tim Wilson era corresponsal en Nueva York, cínico, agnóstico, duro, pero entró en una misa y ya no dejó de ir: «Era campeón del lenguaje grosero, y el Señor me lo quitó»

* «Entonces todos se pusieron en fila y fueron a recibir el Cuerpo y la Sangre. Empecé a sentir algo. ¿Conocen el texto de Ezequiel, cuando habla de los huesos del valle, y los huesos vuelven a la vida? Sentí que algo volvía a la vida en mí… Mi vida es muy distinta, y la siento como vida abundante»

Camino Católico.-  Hacia 2009, Tim Wilson, periodista de la televisión pública neozelandesa, se consideraba un triunfador, un corresponsal exitoso en Nueva York, el centro del mundo, y hasta tenía una novela publicada, lo que siempre había sido su sueño. Era agnóstico y algo sarcástico. «Yo era ese periodista duro, rudo, y sí, muy cínico; sí, ‘cada uno va a lo suyo, es lo que hay'», recuerda.

Pero aunque pensaba que vivía una «gran vida», su interior era, y lo sentía, pequeño. «Había un salto entre quién yo creía ser y quién era en realidad».

Cristiano de niño, luego ateo y agnóstico

Tim Wilson, protagonista de una noticia por su novela

En su infancia y adolescencia había sido cristiano. De hecho, su padre adoptivo era un pastor presbiteriano. «Pero fui a la universidad, y la universidad es lo más corrosivo para la fe cristiana. Había sido un buen chico y, probablemente quería ser ahora un chico travieso. No era una fe fuerte, era una fe sólo emocional. Y, simplemente, se fue cayendo en jirones».

Al principio fue ateo un tiempo, pero lo encontró «agotador», porque implica dedicar mucho esfuerzo a luchar contra Dios. Prefirió pasar a ser agnóstico y «vagar por el campo», dice con ironía. Después llegó su trabajo en la TVNZ, la televisión pública de Nueva Zelanda, que lo llevó a Nueva York.

Entró en una misa: «algo me atraía»

Una noche volvía a su residencia después de haber grabado su crónica de las noticias desde Times Square. Pasó delante de la parroquia de Santa Cecilia. La había visto en otras ocasiones, con personas sin hogar alojadas bajo su entrada. «Algo me atraía en esa iglesia», recuerda. Pero no podía definirlo. Pensó en una amiga católica que tenía y que le parecía ser «un poco distinta».

«Los católicos parecían distintos. ¡Yo no iba a ser católico! Sólo iba a ver esa misa de vísperas. Nunca sería católico. ¿Un católico de esos locos? Son muy raros. Hablan con la Virgen. Yo soy presbiteriano, no hacemos esas cosas», bromeaba Tim.

Y entró.

«Y resulta que me gustó la liturgia. Ya saben ustedes, te levantas y te arrodillas, mueves un poco el cuerpo, dices cosas. El sacerdote era un tío magnífico, un misionero de Tanzania, con un acento tan denso, que no entendí la mitad del sermón. Como ex-presbiteriano, ya saben, uno lo que espera es un sermón, ¿no? Para escuchar algo«, explicaba en julio de 2019 en unas jornadas eucarísticas en Auckland que recogió el NZCatholic  y lo sintetiza y traduce P. J. Ginés en Religión en Libertad.

La comunión: ¡una experiencia transformadora!

Tim Wilson se fotografía con una sentada de manifestantes en protesta: donde fueres. haz lo que vieres…

«Entonces todos se pusieron en fila y fueron a recibir el Cuerpo y la Sangre. Empecé a sentir algo. ¿Conocen el texto de Ezequiel, cuando habla de los huesos del valle, y los huesos vuelven a la vida? Sentí que algo volvía a la vida en mí«, recuerda.

Después, acabada la misa, «dijeron, ¿quién celebra un aniversario de boda, un cumpleaños o está aquí por primera vez?, y como era el niño travieso de clase, levanté la mano». Aplaudieron a Tim Wilson, y como le gusta el mundo de la comunicación y llamar la atención, le pareció muy bien. «Oh, vaya, me aplauden en misa; ir a misa fue bueno, y no esperaba que fuera bueno».

Y a la semana siguiente volvió a misa. Y a la siguiente. «Tenía que volver. Y empecé a darme cuenta de que algunas cosas de mi vida no me ayudaban a ir a misa. Así que tuve que librarme de esas cosas. Por ejemplo, yo era un campeón del lenguaje grosero, y el Señor me quitó eso». Y así Tim Wilson pasó a la lista, no muy larga, de personas que se engancharon a la Iglesia por una misa normal de domingo o sábado noche.

Vida cristiana y familia

Allí mismo en Estados Unidos se apuntó al curso de iniciación cristiana para adultos y fue recibido en plena comunión con la Iglesia Católica. Como ya estaba bautizado por su infancia presbiteriana, lo que hizo fue recibir la Confirmación y la Primera Comunión.

De vuelta a Nueva Zelanda, quedó muy sorprendido con lo que Dios había preparado para él. Yendo a misa a la Catedral de San Patricio en Auckland conoció a una chica que hoy es su esposa. Tienen 3 niños de 4, 3 y 1 años.

Sigue trabajando en la televisión, pero muchas cosas han cambiado. «Mi vida es muy distinta, y la siento como vida abundante«, explicó al público. Finalizó su exposición animando a todos a siempre «caminar con el Señor».

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