Timo Aytaç era turco musulmán, conoció a Cristo en la Biblia, se bautizó y hoy es doctor en teología católica: “Si Jesús dona su vida por mí, ¿cómo puedo responder yo?”

“¡Me convertí al cristianismo por causa de Cristo! Lo que sigue fascinándome todavía es el amor de Jesús por los hombres. Él nos ha amado hasta el punto de donarse por nosotros en la cruz.  Y me ha parecido lógico corresponder a este amor siguiendo a Cristo y recibiendo el bautismo”

20 de septiembre de 2013.- (Sandro Magister/ Chiesa.Espresso.Repubblica / Camino Católico)   Cuatro años después de su primera serie de entrevistas recogidas en el volumen «Nuovi cristiani d´Europa. Dieci storie di conversione tra fede e ragione» (“Nuevos cristianos de Europa. Diez historias de conversión entre fe y razón”), Lorenzo Fazzini – periodista y dinámico director de la EMI, Editorial Misionera Italiana – vuelve a explorar otras ocho historias de grandes conversos. La última entrevista de esta nueva seria ha salido el domingo 1 de septiembre en el periódico de la conferencia episcopal italiana, «Avvenire».  Y es la de un converso del islam al cristianismo, nacido y crecido en Turquía y hoy residente en Alemania. Su nombre es Timo Aytaç Güzelmansur.

Timo nació en 1977 en Antakia, la antigua Antioquía, donde – según los Hechos de los Apóstoles – los seguidores de Jesús de Nazaret fueron llamados cristianos por primera vez.

Tras su conversión y el bautismo, del 2000 al 2005 estudió teología en Alemania, en Augusta y, después, en Roma, en la Pontificia Universidad Gregoriana. Ha conseguido un doctorado de investigación en la Hochschule Sankt Georgen de Frankfurt, la misma facultad de teología donde el entonces joven jesuita Jorge Mario Bergoglio tenía la intención de perfeccionar sus estudios. 

Su “mentor” ha sido otro jesuita, Christoph Tröll, gran experto del islam, muy apreciado por su competencia en este tema por la conferencia episcopal alemana y por el mismo Joseph Ratzinger el cual, en el año 2005, apenas elegido Papa, lo llamó para introducir en Castel Gandolfo la sesión anual de estudios de sus ex alumnos de teología.

Timo Aytaç Güzelmansur no niega la «peligrosidad» de una conversión en un país como Turquía y, por tanto, con mayor razón en otros países musulmanes aún más intolerantes. Pero resalta el hecho de que no faltan conversiones, también por un motivo análogo al suyo: el descubrimiento de que Jesús «nos ha amado hasta el punto de donarse por nosotros en la cruz».

– ¿Cómo ha ocurrido su conversión al catolicismo?

– Inicié a acercarme a la fe cristiana con 18 años, tras haber conocido en mi ciudad, Antakia, a un cristiano que luego se convirtió en mi amigo. Procedo de una familia musulmana no particularmente religiosa, pero a pesar de ello he recibido una instrucción basada en principios islámicos: mis padres pertenecen a la comunidad alauita.

Tras mi encuentro con algunos cristianos empecé a leer la Biblia y, en especial, el Nuevo Testamento. Inmediatamente me fascinó la persona de Jesús. Esta fascinación, que aún hoy en día me cautiva, y la sorpresa (a causa de la maravilla) de que Jesús me ama tanto que fue crucificado y dio su vida por mí, son los motivos por los que me he convertido al cristianismo.

– ¿Cómo han reaccionado las personas de su entorno ante la noticia de su conversión cristiana?

– Ha habido distintas reacciones. En mi familia surgió una especie de desconocimiento ante lo que significa el hecho de que un hijo veinteañero decida recibir el bautismo. Probablemente debido a un sentido de vergüenza, causado por mi decisión de no externar demasiado los motivos de mi elección religiosa, se verificó un cierto distanciamiento entre mi padre y yo, hasta el punto que durante un cierto tiempo tuve que abandonar la casa de mis padres y emigrar al este de Turquía. Para algunos amigos míos ya no era el de antes. Más bien al contrario, me trataron como a un renegado e interrumpieron todo contacto conmigo.

– ¿Por qué decidió en el momento del bautismo cambiar su nombre por el de Timoteo?

– Aproximadamente dos años después del inicio de mi interés por el cristianismo tomé la decisión de hacerme bautizar. Un sacerdote de los Pequeños Hermanos de Jesús me preparó para el bautismo. El 6 de enero de 1997 recibí el bautismo con el nombre de Timoteo en la que entonces era la catedral del vicariato apostólico de Anatolia, en la ciudad de Mersin. Mi bautismo fue celebrado por la tarde ante la presencia de pocas personas.

Este nombre lo elegí yo personalmente porque Timoteo era un seguidor de San Pablo. Timoteo era originario de Iconio, la actual ciudad turca de Konya. Cuando él, junto a Pablo, empezó a evangelizar en Anatolia era tan joven como yo cuando pedí el bautismo. En una carta Pablo escribió a Timoteo: “Que nadie menosprecie tu juventud. Procura, en cambio, ser para los creyentes modelo en la palabra, en el comportamiento, en la caridad, en la fe, en la pureza” (1 Tm 4, 12). 

– ¿Cuál ha sido el aspecto del cristianismo que le ha sorprendido más?

– ¡Me convertí al cristianismo por causa de Cristo! Como ya he dicho, lo que sigue fascinándome todavía es el amor de Jesús por los hombres. Él nos ha amado hasta el punto de donarse por nosotros en la cruz. Si Jesús dona su vida por mí, ¿cómo puedo responder yo? Para mí ésta es la pregunta fundamental. Y me ha parecido lógico corresponder a este amor siguiendo a Cristo y recibiendo el bautismo. 

– ¿Hay aspectos del islam que Ud. considera positivos?

– El islam no es una religión homogénea. Dentro de ella encontramos numerosas corrientes religiosas, así como diversos rasgos culturales, y todos son presentados como islámicos.

Encuentro, por ejemplo, grandioso el hecho de que el islam no haga diferencias entre razas o discriminación por motivo del color de la piel: todos los hombres son tratados como hermanos. En la comunidad islámica de mis padres, los alauitas, se resalta el amor del creyente hacia Dios y hacia los hombres.

Sin embargo, hay distintos aspectos del islam que no puedo aceptar, como por ejemplo, la relación entre hombre y mujer, la relación no clara con la fuerza o el concepto a menudo citado de “guerra santa”.

– ¿Es posible una cohabitación pacífica entre cristianos y musulmanes?

– Sí, pienso que es posible si bien tengo la impresión de que tanto en Europa como en Turquía cada uno conoce poco del otro. A menudo vivimos cercanos los unos de los otros, pero no con el otro. Debemos mostrar más interés en la vida de los otros, intercambiando nuestras experiencias religiosas. Como personas en busca del deseo de Dios tenemos muchos desafíos globales que sólo podremos superar juntos.

Me parece que el peso de la historia está afectándonos aún sobre nosotros y sobre nuestra posibilidad de conocernos recíprocamente. Y sin embargo es el momento, como ha dicho el Concilio Vaticano II en el documento «Nostra aetate» sobre las religiones, de dejar de lado el pasado para intentar entendernos sincera y recíprocamente y, juntos, sostener la promoción y la tutela de los derechos sociales, que son bienes morales; no últimos, entre estos, la paz y la libertad para los hombres. Tenemos que tener el coraje de acercarnos recíprocamente.

– Desde su observatorio alemán, ¿están aumentado las conversiones del islam al cristianismo?

– Anualmente, en la Iglesia católica en Alemania reciben el bautismo unas doscientas personas de procedencia musulmana. No se sabe cuántos son los nuevos cristianos de ambiente protestante que proceden del islam porque no existen estadísticas.

Las personas que dejan el islam tienen diversos motivos en el momento en que deciden dar este paso, que es peligroso. Algunos dicen: Mahoma fue un hombre de Estado y religioso demasiado violento, y esta violencia se ha transmitido también en el Corán. Otros, en cambio, perciben las comunidades árabes donde el islam es mayoría como muy retrasadas. Otros han dejado el islam porque han venido a vivir en Occidente y quieren integrarse totalmente aquí: según ellos, un paso fundamental es aceptar el credo de la mayoría, es decir, el cristianismo.

Pero, sobre todo, hay personas musulmanas de una profunda religiosidad que están buscando a Dios y que por esto encuentran en el cristianismo un Dios que los ama, los acoge y les ofrece paz. Gracias al encuentro con Dios descubren una imagen de Dios que obviamente no pueden encontrar en el islam. 

– En Italia la condición del cristianismo de hoy en Turquía es conocida sobre todo a causa de dos hechos graves, el doble homicidio del sacerdote Andrea Santoro y del obispo Luigi Padovese. ¿Cómo viven los cristianos en su país de origen, Turquía?

– Sí, desgraciadamente en el pasado reciente de Turquía ha habido oleadas de violencia no contrastadas hacia los cristianos. Personalmente no he conocido a don Santoro, pero viví entre 1998 y 1999 en la iglesia de Santa María en Trabzon donde fue bárbaramente asesinado en 2006. 

Además, fui personalmente referente del obispo Luigi Padovese en la ciudad de Iskenderun. Sigo aún hoy sorprendido por su asesinato, a manos de su chofer. A esta serie de homicidios hay que añadir el asesinato de los tres cristianos protestantes y el del periodista armenio Hrant Zaehlen.

Después de estos hechos, los cristianos en Turquía se encuentran siempre más incómodos. El humor social del país ofrece una gran variedad de situaciones: se va desde comportamientos de vecindad amigables hasta violaciones hostiles. Según donde uno viva en Turquía se pueden vivir todas estas situaciones. En la ciudad de Malatya, donde fueron asesinados en 2007 tres cristianos protestantes, aún hoy ningún turco se reconoce como cristiano. En cambio, en Antakia, incluso los exponentes del Estado exaltan las buenas relaciones entre musulmanes, cristianos y hebreos.

– Respecto al pasado, ¿existe en el islam de hoy una mayor atención a la democracia, los derechos humanos y la libertad religiosa?

– Cuando estallaron las sublevaciones conocidas como revoluciones árabes, nadie podía prever qué dinámicas habrían desencadenado. Muchas personas en Egipto, Túnez, Bahréin y otros lugares bajaron a la calle porqué eran conscientes de que no podían seguir dejándose explotar por el poder estatal. Hombres, mujeres y jóvenes se insurreccionaron por sus derechos y por tener más libertad.

También en este contexto las distintas tradiciones culturales han condicionado la vida política y social de cada país individualmente. No veo la democracia en las antípodas respecto al islam. Aunque en este periodo no están llegando buenas noticias de Turquía, debemos recordar que allí hay una democracia que funciona en una población de mayoría islámica. No creo que la mayoría de la población turca aceptaría como sistema estatal la sharia. Lo que se necesita es una mayor formación y educación. Sirven voces islámicas valientes en oposición al fundamentalismo para crear una libertad del individuo que se inspire en los cánones islámicos.

(Entrevista recogida por Lorenzo Fazzini. Ha colaborado Antonio Ripamonti)

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