Verónica Stoberg se curó de un coma irreversible y el milagro hace santo al padre Faustino Miguez: «Dios está siempre ahí, existe y nos ama»

* «Mi esposo le dijo al P. Faustino: ‘Ayuda a mi esposa, ella es catequista en el colegio. Dale una mano, que no se vaya’. La Madre Patricia lloró con ellos y ella le dijo que iban a rezar la novena al P. Faustino. Entonces mi marido regresó al hospital para despedirse de mí, pero justo en ese momento los resultados de mis análisis habían mejorado lo suficiente para que me pudieran operar… No hay explicación de mi curación porque los médicos no hicieron nada por que mi coagulación cambiara. Los médicos se dieron cuenta de que había habido algo extraordinario porque ya no iba a morir, pero seguí grave tres meses más»

18 de octubre de 2017.- (13 TV  / Camino católico)  El beato español Faustino Miguez (1831 -1925) fue canonizado este domingo 15 de octubre de 2017 en El Vaticano. El milagro que ha aprobado la junta médica de la Congregación para la Causa de los santos, es la curación inexplicable de la chilena Verónica Stoberg Tejo, a quien con 36 semanas de embarazo se le diagnosticó muerte cerebral. Una preeclampsia y Síndrome de HELLP (alteración de la encima hepática con encefalopatía hipertensiva y hemorragia abdominal masiva con alta posibilidad de mortalidad) y estado de coma grado 3 en la escala de Glasgow, fue el diagnóstico que entre el 10 y 13 de septiembre de 2003, recibió la familia de Verónica Stoberg.

Al saber la gravedad del hecho, se comunicó con su esposo y familiares para contarles que clínicamente ya no había nada más que hacer, que su vida terminaría en unos días. Paralelamente, la comunidad del colegio Divina Pastora de La Florida, donde Verónica era catequista y apoderada de dos de sus cuatro hijos, inició una cadena de oración. Se trataba de una Novena al Padre Faustino Miguez, por entonces beato en proceso de espera de un milagro para ser canonizado). La madre superiora, hermana Patricia Olivares, llevó también una reliquia hasta la sala de Verónica.

Con el paso de las horas y los días, sin explicación médica, la situación cambió. La hemorragia cesó y los parámetros analíticos se normalizaron, la gravedad empezó a disminuir y -lo que fue aún más asombro para la comunidad médica- el daño cerebral desapareció por completo. En el video se visualiza y escucha el testimonio de la curación milagrosa que Verónica Stoberg ha contado en el programa “Periferias” de 13 TV del sábado 14 de octubre. Además, en el espacio participa la hermana M. Sacramento Calderón, Superiora General de las Hijas de la Divina Pastora, fundadas por el padre Faustino.

Hace 14 años Verónica estuvo al borde de la muerte, los médicos avisaron a su marido para que pudiera despedirse de ella, ya que estaban seguros de que iba a morir; sin embargo pidieron con fe al P. Faustino Míguez, quien intercedió ante Dios por su curación e hizo de esta madre la beneficiaria del milagro que permitirá la canonización de este sacerdote español este domingo 15 de octubre en el Vaticano.

“En mi vida Dios se presentó de una forma maravillosa. Cuando los médicos me habían dado por muerta Él dijo: ‘No va a morir, ella va a vivir y estará con su familia y sus hijos’. Para mí es una gran responsabilidad mostrar a la vida que Dios es capaz de todo lo que nosotros le podamos pedir con fe”,asegura Verónica.

Según cuenta Verónica, todo comenzó cuando estaba en el octavo mes de embarazo de su cuarto hijo. “Era un miércoles, había ido con unas compañeras y de regreso a casa comencé a sentir un dolor muy fuerte en el abdomen. El dolor aumentaba y casi no podía soportarlo. Mi hija mayor llamó a una vecina que es paramédico y ella vio que me había subido muchísimo la presión sanguínea, me llevaron de urgencia al hospital. En cuanto llegué allí me desmayé, caí en coma y me desperté tres meses después”.

Al llegar al hospital le hicieron una cesárea de urgencia para salvar al bebé, pero los médicos también descubrieron que el hígado había estallado por el aumento de la presión, sufría una hemorragia grave y los niveles de coagulación eran mínimos, lo que imposibilitaba la recuperación o la operación. Los primeros días en el hospital fueron los más difíciles por el grave estado que presentaba Verónica.

Ella ingresó un miércoles. y el jueves, en el Colegio Divina Pastora, la Madre Patricia pidió oraciones a todos los cursos por la vida de Verónica, una cadena de oración que se extendió entre los conocidos del colegio.

“Un sobrino de Verónica vino al colegio a avisar que estaba grave, nos contó que estaba más muerta que viva, desde ahí comenzó la cadena de oración porque se involucró a toda la gente conocida, a todos nuestros colegios”,asegura la Madre Patricia.

Pero la salud de Verónica no mejoraba. Por eso el sábado los médicos comunicaron a su marido que no había nada que hacer: Verónica iba a morir.

“Ese sábado por la mañana me habían hecho unos análisis de sangre y el nivel de coagulación era bajísimo y esto impedía que se me pudiera operar. Por eso los médicos le dijeron a mi marido que me iban a desconectar, no había esperanza para mí. Mi esposo buscó una iglesia para rezar, para pedir a Dios, pero las parroquias estaban cerradas, por eso acudieron a la capilla del colegio Divina Pastora al que iban mis hijas”,cuenta Verónica.

En la capilla del colegio se arrodillaron el esposo de Verónica, sus tres hijos y la Madre Patricia, directora del colegio. Allí rezaron por su curación, y su esposo pidió al P. Faustino que ella no muriera.

“Mi esposo le dijo al P. Faustino: ‘Ayuda a mi esposa, ella es catequista en el colegio. Dale una mano, que no se vaya’. La Madre Patricia lloró con ellos y ella le dijo que iban a rezar la novena al P. Faustino. Entonces mi marido regresó al hospital para despedirse de mí, pero justo en ese momento los resultados de mis análisis habían mejorado lo suficiente para que me pudieran operar”.

Cuando su esposo llegó al hospital, después de ese cambio drástico en la salud de Verónica, un médico le preguntó: “¿A qué santo te has encomendado?”.

“No hay explicación de mi curación porque los médicos no hicieron nada por que mi coagulación cambiara. Los médicos se dieron cuenta de que había habido algo extraordinario porque ya no iba a morir, pero seguí grave tres meses más”,asegura.

Durante los tres meses siguientes que estuvo en coma, Verónica asegura que sentía la presencia de su marido que le animaba a seguir luchando por su vida y también notaba la oración de la Madre Patricia, que era de las pocas personas autorizadas a entrar en la habitación del hospital.

Verónica asegura que el tiempo que estuvo en coma fue de “luchas de dolor físico, pero también de miedo e inquietud, también de desesperanza. Quería partir hacia el otro lado que era algo blando, de una quietud enorme, pero escuchaba a mi marido que decía ‘sigue luchando, sigue luchando’ y yo sabía que no era mi momento. Trataba de rezar pero no recordaba las oraciones, pero pedía a Dios y a la Virgen que me ayudaran”.

“También sentía en el pecho algo que era como una energía que me quemaba, pero no me dolía”,recuerda Verónica. Cuando despertó descubrió que “eso redondo que sentía en el pecho era la reliquia del P. Faustino”, asegura.

“Él intercedió ante Dios para que yo pudiera estar viva y presente aquí. Para mí el P. Faustino es un amigo muy cercano, muy querido, es un ejemplo a seguir”, declara.

Ahora, 14 años después Verónica participará en la canonización del P. Faustino Mínguez en el Vaticano. Por eso asegura que vive estos momentos “con mucha alegría, pero también con mucha responsabilidad porque siento que si el Señor me dio la posibilidad de seguir viva no es para guardármelo para mí, sino para compartirlo con quien no tiene esperanza, con quienes hacen a un lado a Dios. Para mostrar que Dios está siempre ahí, existe y nos ama”.

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