Video completo de las Vísperas de Santa María Madre de Dios presididas por el Papa Francisco, Te Deum de acción de gracias por el año 2016 y oración en el pesebre

.“Hemos creado una cultura que, por un lado, idolatra la juventud queriéndola hacer eterna pero, paradójicamente, hemos condenado a nuestros jóvenes a no tener un espacio de real inserción, ya que lentamente los hemos ido marginando de la vida pública obligándolos a emigrar o a mendigar por empleos que no existen o no les permiten proyectarse en un mañana. Hemos privilegiado la especulación en lugar de trabajos dignos y genuinos que les permitan ser protagonistas activos en la vida de nuestra sociedad. Esperamos y les exigimos que sean fermento de futuro, pero los discriminamos y ‘condenamos’ a golpear puertas que en su gran mayoría están cerradas”

31 de diciembre de 2016.- (Radio Vaticano Camino Católico) En la homilía de las Vísperas de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios, y del “Te Deum” de agradecimiento por el año que finaliza, el Papa Francisco reclamó una mayor presencia de los jóvenes en nuestra sociedad y dejar de marginarlos, pues “no se puede hablar de futuro sin contemplar estos rostros jóvenes –de María y José ante el misterio del nacimiento del Mesías– y asumir la responsabilidad que tenemos para con nuestros jóvenes”.

Las viperas y el Te Deum, con los que se cierra este año 2016, tuvo lugar en la nave principal de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.

“Más que responsabilidad, la palabra justa es deuda”,indicó el Santo Padre.“Sí, la deuda que tenemos con ellos. Hablar de un año que termina es sentirnos invitados a pensar cómo estamos encarando el lugar que los jóvenes tienen en nuestra sociedad”.

El Obispo de Roma lamentó las contradicciones de la sociedad en la que vivimos. Contradicciones que, principalmente, afectan a una juventud a la que muchas veces se le ha despojado de valores y referentes, y a la que de forma sistemática se le margina y se le impide abrirse camino.

“Hemos creado una cultura que, por un lado, idolatra la juventud queriéndola hacer eterna pero, paradójicamente, hemos condenado a nuestros jóvenes a no tener un espacio de real inserción, ya que lentamente los hemos ido marginando de la vida pública obligándolos a emigrar o a mendigar por empleos que no existen o no les permiten proyectarse en un mañana. Hemos privilegiado la especulación en lugar de trabajos dignos y genuinos que les permitan ser protagonistas activos en la vida de nuestra sociedad. Esperamos y les exigimos que sean fermento de futuro, pero los discriminamos y ‘condenamos’ a golpear puertas que en su gran mayoría están cerradas”.

Ante esta actitud, el Papa hizo un llamado muy claro en favor de los jóvenes y lo mucho que tienen que aportar en el mundo de hoy. “No nos privemos de la fuerza de sus manos, de sus mentes, de su capacidad de profetizar los sueños de sus mayores. Si queremos apuntar a un futuro que sea digno para ellos, podremos lograrlo sólo apostando por una verdadera inclusión: esa que da el trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario”, afirmó.

Para ello, Francisco invitó a mirar al pesebre, porque “mirar el pesebre nos desafía a ayudar a nuestros jóvenes para que no se dejen desilusionar frente a nuestras inmadureces y estimularlos a que sean capaces de soñar y de luchar por sus sueños. Capaces de crecer y volverse padres de nuestro pueblo”.

Terminada la celebración de las Primeras Vísperas de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios y “Te Deum” de acción de gracias por el año 2016 que finaliza, y tras la adoración Eucarística, el Papa Francisco acudió a rezar ante el Pesebre situado en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.

Mientras el Coro de la Capilla Sixtina entonaba en el interior de la Basílica el villancico “Adeste Fideles”, el Santo Padre salió al exterior de la Plaza y se acercó hasta el obelisco egipcio situado en el centro, donde se alza el árbol de Navidad y se encuentra el Pesebre. El Pontífice saludó durante varios minutos a los fieles allí congregados, a pesar de las bajas temperaturas registradas en Roma.

Ya ante el Pesebre, el Pontífice adoró al Niño y rezó brevemente en silencio, y dio gracias por todos los signos de generosidad divina.

Tras la oración, se acercó a los restos de la cruz de una de las iglesias de Amatrice destruida durante el terremoto del 24 de agosto que afectó a diversas localidades del centro de Italia, y que fueron depositados junto al Pesebre. También se aproximó a la barca situada en memoria de los migrantes y refugiados que han dejado su vida en las aguas del Mar Mediterráneo en su intento de alcanzar las costas europeas.

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