Papa Francisco al Pontificio Consejo para la Familia: “La familia es el motor del mundo y de la historia”

“Las familias verdaderamente cristianas se reconocen por la fidelidad, la paciencia, la apertura a la vida, el respeto a los ancianos… el secreto de todo esto es la presencia de Jesús en la familia”

26 de octubre de 2013.- (Radio Vaticano / Camino Católico) “La familia es una comunidad de vida que tiene una consistencia autónoma…No es la suma de las personas que la constituyen, sino una comunidad de personas”, ha dicho Francisco -citando las palabras del beato Juan Pablo II en la encíclica“Familiaris consortio”- al recibir, ayer viernes 25 de octubre, a los participantes en la XXI asamblea plenaria del Pontificio Consejo para la Familia, en curso estos días en Roma.

El Pontífice ha dicho que“La familia es el lugar donde se aprende a amar; el centro natural de la vida humana.Está hecha de rostros, de personas que aman, dialogan, se sacrifican por los demás y defienden la vida, sobre todo la más frágil, más débil. Se podría decir, sin exagerar, que la familia es el motor del mundo y de la historia…Cada uno de nosotros construye su personalidad en la familia… allí se aprende el arte del diálogo y de la comunicación interpersonal”. Por eso“la comunidad-familia debe reconocerse como tal, todavía más en el día de hoy, cuando predomina la tutela de los derechos individuales”. 

“La familia se funda en el matrimonio. A través de un acto de amor libre y fiel, los esposos cristianos atestiguan que el matrimonio, en cuanto sacramento, es la base en la que se funda la familia y hace más sólida la unión de los cónyuges y su entrega recíproca…El amor conyugal y familiar también revela claramente la vocación de la persona de amar de forma única y para siempre y de que las pruebas, los sacrificios y las crisis de la pareja, como de la misma familia, representan pasajes para crecer en el bien en la verdad y la belleza…Es una experiencia de fe en Dios y de confianza recíproca, de libertad profunda, de santidad, porque la santidad presupone entregarse con fidelidad y sacrificio todos los días de la vida”. 

Asimismo, ha matizado que en el matrimonio«se da completamente sin cálculos ni reservas, compartiendo todo, dones y renuncias, confiando en la Providencia de Dios». Algo que, según el santo padre, los jóvenes pueden aprender de los padres y los abuelos.«Hay problemas en el matrimonio, siempre hay distintos puntos de vista, celos, se discute, pero hay que decirle a los jóvenes esposos que nunca terminen el día sin hacer las paces. El sacramento del matrimonio es renovado en este acto de paz después de una discusión, un malentendido, una envida escondida, también un pecado. Hacer la paz que da unidad a la familia», ha afirmado Francisco. Hay que decírselo a las parejas jóvenes, que no es un camino fácil pero que es bonito seguir este camino, dijo.

Francisco ha contado que cuando confiesa a un hombre o una mujer casada joven y en la confesión sale algún tema sobre el hijo o la hija, él pregunta:«¿cuántos hijos tiene?» y la segunda pregunta que les hace es,«¿usted juega con sus hijos?», «¿’pierde’ el tiempo con sus hijos?». Por esto, el Papa ha explicado que«también la gratuidad de papá y mamá con los hijos es muy importante, perder el tiempo con los hijos, jugar con los hijos». 

El Santo Padre ha subrayado, a continuación, dos fases de la vida familiar: la infancia y la vejez, recordando que“los niños y los ancianos son los dos polos de la vida y también los más vulnerables y, a menudo, los más olvidados. Una sociedad que abandona a los niños y margina a los ancianos arranca sus raíces y ensombrece su futuro. Cada vez que se abandona a un niño y se deja de lado a un anciano, no sólo se comete una injusticia, sino que se sanciona el fracaso de esa sociedad. Prestar atención a los pequeños y a los ancianos denota civilización”. 

En ese sentido el Papa ha reconocido que se alegra de que el Pontificio Consejo haya acuñado una imagen nueva de la familia que representa la escena de la Presentación de Jesús en el templo, con María y José que llevan al Niño, para cumplir la Ley, y los dos ancianos, Simeón y Ana que, movidos por el Espíritu Santo, lo acogen como el Salvador y cuyo lema es:“De generación en generación se extiende su misericordia”.

“La ‘buena nueva’ de la familia – ha concluido- es una parte muy importante de la evangelización, que los cristianos pueden comunicar a todos con el testimonio de sus vidas: ya lo hacen, es evidente en las sociedades secularizadas…Las familias verdaderamente cristianas se reconocen por la fidelidad, la paciencia, la apertura a la vida, el respeto a los ancianos… el secreto de todo esto es la presencia de Jesús en la familia… Propongamos por tanto a todos, con respeto y valentía, la belleza del matrimonio y de la familia iluminados por el Evangelio. Y por eso nos acercamos con atención y afecto a las familias que atraviesan por dificultades, a las que se ven obligadas a dejar su tierra, que están divididas, que no tienen casa ni trabajo, o que sufren por tantos motivos; a los cónyuges en crisis y a los que están separados. Queremos estar cerca de todos”.

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