Alonso Salcedo: «Hice dos años de Medicina, fui a una adoración y le dije ‘Señor, ¿quieres de mí que sea sacerdote?’ Una voz interior que me dijo que ‘Sí’ y voy a ser ordenado»

* «Jesús, en un momento de la adoración,  me hizo ver que estaba realmente presente en la eucaristía, que estaba pasando delante de mí. Y de repente, todo el miedo que tenía de que el Señor me iba a quitar algo desapareció. De primeras, a mis padres, cuando les dije que iba a dejar la carrera de Medicina para entrar en el Seminario, les costó más. Y al final, me dijeron: ‘si es lo que Dios quiere y estás feliz, a por ello’. Mi lema sacerdotal es ‘Cuando soy débil, entonces soy fuerte’. Si confío en Él, Él me sacará de todas. Cuando uno dice que sí a Dios, el Señor entra hasta el fondo no solo de la vida personal, sino de la vida de toda la familia»

A.L.M / Camino Católico.- Alonso Salcedo, 28 años, es diácono y ha sido ordenado sacerdote el 27 de abril de 2024 en la catedral de la Almudena de Madrid por el Cardenal José Cobo. Entrevistado por el portal de de la Archidiócesis de Madrid, empieza invocando al Espíritu “para que me ayude un poquillo”. “Inspírame siempre lo que debo decir […] para gloria de Dios, bien de las almas…”.

Este joven, el quinto de siete hermanos y todos varones, le ha dado todo su corazón Dios y “ahora, haz tú lo que quieras”. Por eso, vive su vida “intentando dejarme sorprender por el Señor”. Como cuando fue por primera vez a aquella adoración de los primeros viernes de mes que inauguró el arzobispo emérito de Madrid, cardenal Carlos Osoro, en la catedral de la Almudena para jóvenes. Entró con una vida y salió sabiendo que ya nada iba a ser igual.

«Poco antes de entrar en el Seminario, hablé con Anita, una señora que nos cuidaba a mí y a mis hermanos, para contarle y me dijo ‘anda, si ya sabía yo. Cuando tenías 8 ó 9 años te pregunté qué querías ser de mayor y me dijiste quiero ser sacerdote’ y yo me quedé muy impresionado, porque creía que la vocación había nacido en la adolescencia, pero no sabía que desde tan pronto el Señor me la había dejado en el corazón», explica Alonso en el programa ‘La linterna de la Iglesia de Cope.

Alonso Salcedo en sus primeros años de seminarista en Madrid

Aún así, llegó a comenzar la carrera de Medicina. «Hice dos añitos de Medicina. La empecé con una gran duda en el corazón. Sobre todo, a partir de 2º de Bachillerato. Durante la adolescencia fue un ir rumiando. Yo ya pensaba ‘o sacerdocio o casado’. Pero en 2º de Bachillerato fue un gran momento para decir ‘qué quiero hacer con mi vida’. Y siguiendo el ejemplo de mi padre, que es médico, pensé ‘yo quiero ayudar a los demás’ y empecé la carrera», explica el seminarista, que recuerda que «empecé la carrera con el testimonio de una amiga mía que entró en Iesu Communio. Y claro, ver monjas jóvenes, que eran felices con su vida consagrada a mí me chocó mucho y fue un toque muy grande a mi corazón».

Pero el corazón le hizo ‘click’ el 6 de febrero de 2015. «Fui a la catedral de la Almudena, a una adoración de jóvenes. Hablé con mis amigos para ver quién se quería venir conmigo y no se vino nadie excepto mi mejor amigo, por pena, y mi primo, que es agnóstico y no tenía otra cosa que hacer. Así que yo tranquilamente fui a rezar y a estar con Jesús.Y en un momento de la adoración, Él me hizo ver que estaba realmente presente en la eucaristía, que estaba pasando delante de mí. Y me tiré a la piscina y le dije ‘Señor, ¿quieres de mí que sea sacerdote?’ y, de repente, todo el miedo que tenía de que el Señor me iba a quitar algo desapareció y noté una voz interior que me dijo que fuese por ese camino», afirma Alonso Salcedo.

Alonso Salcedo en su ordenación diaconal

«De primeras, a mis padres, cuando les dije que iba a dejar la carrera de Medicina para entrar en el Seminario, les costó más. Porque era el único de la familia que estaba haciendo Medicina, con mi padre médico… pero como me dijo un sacerdote: ‘Mira, Alonso, tú esto lo llevas muchos años discerniendo. Ahora deja que tus padres lo vivan y que lo vayan aceptando poco a poco’. Y al final, me dijeron: ‘si es lo que Dios quiere y estás feliz, a por ello'», señala el seminarista.

Nervioso pero confiado

Ya en tercer curso del Seminario, durante unos ejercicios espirituales, Alonso tuvo una “llamada fuerte a ser consuelo de Cristo en mis hermanos”. 

Estas semanas previas a la ordenación “le pedía mucho a la Virgen María y a San José que me preparasen el corazón para decir, igual que ellos, mi ‘hágase’ para siempre para ser sacerdote del Señor y de su Iglesia”.

Un “para siempre” que tan poco se lleva en la sociedad actual y ante el que Alonso se sitúa ya desde el mismo momento en que se viste de clerygman. “Implica el hecho de ser una figura pública, que todo el mundo te mire como sacerdote y todo lo que representas”. Este para siempre es un “signo para toda la sociedad, en un tiempo que se necesita mucho más el compromiso y testimonio de fidelidad”, que no es “mío; si no estoy sostenido por el Señor, es imposible”. De hecho, su lema sacerdotal es ‘Cuando soy débil, entonces soy fuerte’. “Si confío en Él, Él me sacará de todas”, y ríe abiertamente. Un sacerdote ya mayor le dijo el otro día: ‘Alonso, no te mires mucho a ti mismo, mira a Jesucristo’. “Pues es verdad”, resume el joven.

Alonso Salcedo será ordenado sacerdote después de un camino de conversión en el que escuchó la voiz del Señor que le llamaba a serlo

Los días previos a la ordenación los vive Alonso con nervios, “quién no estaría nervioso”, pero por otro lado sueña con dos momentos concretos: el primero, la postración en las letanías de los santos, “para decir ‘aquí me tienes, Señor’”. El segundo, “cuando me impongan la casulla”, que será un sacerdote de su colegio que le dará el relevo.

También en este tiempo Alonso palpa la alegría de su gente. “Cuando uno dice que sí a Dios, el Señor entra hasta el fondo no solo de la vida personal, sino de la vida de toda la familia”. Pero no solo en su familia —”mi madre, que está preparando la comida del día siguiente y el ir con ella a comprar la casulla; mi padre, recordándome que es muy importante dar gracias a Dios”—. También entre los feligreses de su parroquia, Nuestra Señora del Buen Suceso. “Noto mucho la oración de la gente”.

En este sentido, y al hilo de la carta de Pascua publicada por el arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo, en la que destaca la vocación laical, Alonso reconoce que su parroquia “no se mantendría si no fuese por los laicos”. Es una “barca muy grande” en la que los sacerdotes animan lo que el Espíritu Santo ya está suscitando, subraya. “La misión es de todos, y eso nos viene por el Bautismo”.

Acompañar a adolescentes, el fútbol y las cervezas con amigos

Sobre su futuro sacerdocio, “el Señor hará lo que quiera”, pero a Alonso le encanta estar con los adolescentes, aunque abierto a lo que disponga Dios a través de su obispo. En esto el joven seminarista tiene claro que en la ordenación “prometo obediencia al obispo y así lo quiero”, y aunque “habrá momentos nada fáciles, espero que con la oración y con la confianza en mi obispo decir siempre que sí por ver la voluntad de Dios detrás”. Además, “el que me llamó me dará la fuerza para obedecer”.

A Alonso Salcedo le gusta acompañar a adolescentes pero en su sacerdocio está abierto a lo que disponga Dios a través de su obispo

A esto, reconoce, les ha ido “entrenado el seminario”, pero también en otros asuntos. «El Seminario es muy intenso. Llegas con unas espectativas y te las cambia, pero para bien. Poco a poco el Señor te va profundizando más. Es un camino para ir ahondando poco a poco en ese misterio tan grande que es el amor de Dios», asegura Alonso. ”Me ha ayudado mucho a un crecimiento humano; soy consciente de que tengo mis virtudes y mis debilidades, y saben perfectamente a quién ordenan, y esto me da mucha paz”. Sobre sus formadores, seminaristas, directores espirituales, expresa un elocuente “bendito sea Dios que me han acercado a Jesucristo”. “Estoy muy orgulloso de mi seminario”. No se olvida Alonso de sus “buenos amigos curas” con los que comparte vida: “El jugar al fútbol y después tomarnos una cerveza juntos tranquilamente a mí me da la vida”.

Concluimos con Alonso preguntándole de quién se acuerda estos días especialmente. “De mis abuelas, la Paca y Tata. Mucho tienen que ver con mi vocación, rezaban para tener en su familia un sacerdote y lo han conseguido”. En concreto, su abuela Tata “sé que va a estar muy cerquita de la Almudena” ese día, porque cuando, ya enferma y con dificultades de memoria, él le llevaba la comunión, cantaba el “salve, Señora, de tez morena…”.


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