Ana Martínez, católica, madre de 7 hijos e investigadora que busca la cura contra la ELA: «La ciencia me convence cada día de la existencia de Dios»

* «Siento que es un mandato que tengo; conocer la naturaleza, las enfermedades, la biología… Es la vocación que el Señor me ha dado y a la vez la forma de demostrarme que realmente existe. Cuanto más veo lo organizado que está todo, a medida que bajo a la pequeñez y analizo todo a vista de microscopio, me doy cuenta de que todo es perfecto, que es imposible que esté hecho por azar. Eso te confirma la existencia de un Creador… ’Señor, ayúdame’, suelo decir. Habitualmente ofrezco mi investigación de cada día para gloria de Dios»

Camino Católico.-  Ana Martínez es investigadora en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y lidera un equipo que busca la cura de enfermedades como la ELA. Su vida se basa en tres pilares: fe, familia y laboratorio. Es madre de familia numerosa, abuela y científica de renombre internacional. “Es la vocación que el Señor me ha dado”, explica a Israel Remuiñán en la Revista Misión

Ana Martínez maneja en este laboratorio una proteína revolucionaría que es capaz de frenar la ELA en modelos animales/ Foto: Dani García – Revista Misión

Entre tubos de ensayo, pipetas y disoluciones químicas; así transcurre la jornada laboral de la doctora Ana Martínez. Nos recibe con bata blanca en su laboratorio del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y tras presentarnos a cada uno de los integrantes de su equipo nos explica que la ELA es una enfermedad muy cruel, pero que existe esperanza. La ELA es una enfermedad mortal para la que no existe una cura, va paralizando poco a poco los músculos del cuerpo y la esperanza de vida va de tres a cinco años. “Es verdad que no hay una cura, pero nosotros investigamos una proteína que es capaz de frenar el desarrollo en modelos animales. Hay un fármaco pensado para otra enfermedad que hemos demostrado que funciona contra la ELA, sólo hay que probarlo en personas.”, explica Ana, quien en 2022 recibió el Premio Nacional de Investigación Juan de la Cierva por sus aportaciones en el campo del diseño y desarrollo de fármacos para enfermedades neurodegenerativas e infecciosas.

La búsqueda de un tratamiento que frene la ELA es uno de los grandes retos de la medicina actual, pero al ser una enfermedad que no afecta a tanta gente apenas existe financiación que permita seguir adelante con los proyectos. En España hay 4.000 casos,cada año mueren 1.000 personas y se diagnostica otro millar.

Ana nos invita a pasar a su laboratorio. Allí, hay dos cosas que llaman especialmente la atención: los iconos de Jesucristo y la Virgen María de estilo bizantino, y las fotografías de su familia numerosa. “¿Cómo lo ha hecho?”, le preguntamos. “Con paciencia, organización y el apoyo de mi marido”, responde Ana con una sonrisa.

Madre y científica

Pocos podrían esperar que detrás de la mujer que busca una cura contra la ELA en España se esconda una madre de familia numerosa. Y menos aún, una abuela de familia numerosa. Ana tiene siete hijos –cuatro casados, una religiosa y otros dos aún en casa– pero además tiene ocho nietos y dos más en camino. Es una superabuela científica.

Ana lleva 37 años casada, conoció al que sería su marido, José, muy joven, fue un noviazgo de algo más de seis años que sentó las bases sólidas de lo que hoy es su matrimonio. Es verdad que Ana recibió la semilla de la fe en su familia, pero fue ya estando con José cuando tuvo un encuentro mucho más personal y cercano con Dios.

La vida de Ana significa tres cosas: fe, familia y laboratorio. Ella ha conseguido conjugarlas a la perfección, ya que ha mantenido su fe y su familia a la vez que se convertía en uno de los grandes referentes mundiales en la lucha contra la ELA.

Esta investigadora asegura que la ciencia le ha ayudado a acercarse todavía más a Dios: “Siento que es un mandato que tengo; conocer la naturaleza, las enfermedades, la biología… Es la vocación que el Señor me ha dado y a la vez la forma de demostrarme que realmente existe. La ciencia me convence cada día de que Dios es verdad, porque cuanto más veo lo organizado que está todo, a medida que bajo a la pequeñez y analizo todo a vista de microscopio, me doy cuenta de que todo es perfecto, que es imposible que esté hecho por azar. Eso te confirma la existencia de un Creador”.

La lucha a favor de la vida

Además, la búsqueda de la cura contra una enfermedad tan cruel como es la ELA se ha convertido para ella en una forma de defensa de la vida. “Encontrar la solución para esta enfermedad o tratamientos eficaces para otras dolencias neurodegenerativas se ha convertido para mí en un objetivo vital”, confiesa.

Los datos que deja la ELA en España son muy crudos. Solo el 6% de las familias puede pagar los cuidados que requieren la enfermedad en la fase final. Apenas existen ayudas, y este coste, que puede ascender a más de 60.000 euros al año, lo asume el entorno del paciente. Por eso muchos rechazan someterse a la traqueotomía, que es la única opción para alargar su vida conectado a un respirador.

Algunos optan por la eutanasia, que se les ofrece como alternativa para no endeudar a su familia. Todo ello mientras España se sitúa a la cola de Europa en cuidados paliativos. En nuestro país mueren cada año 80.000 personas sin recibir los cuidados paliativos que necesitan. Ana investiga cada día para encontrar una cura, para ofrecerles una alternativa: “Lucho por la vida, sin duda”.

Para Ana es habitual repetir jaculatorias a lo largo del día, también lo hace en el laboratorio y entre disoluciones. “‘Señor, ayúdame’, suelo decir. Habitualmente ofrezco mi investigación de cada día para gloria de Dios”, relata esta investigadora.

Ana Martínez repite jaculatorias a lo largo del día, también lo hace en el laboratorio y entre disoluciones. “‘Señor, ayúdame’, suelo decir. Habitualmente ofrezco mi investigación de cada día para gloria de Dios”

Abuela de familia numerosa

La pasión con la que habla de su trabajo es sorprendente, parece complicado imaginarse que estuvo a punto de dejarlo en varias ocasiones. “Después de mi primera baja maternal estuve a punto de plantarme. Me parecía difícil asumir el ritmo de la investigación, pero fue precisamente mi marido quien me convenció de volver al laboratorio. Ahora le doy las gracias”, recuerda. Y eso que no ha sido fácil, muchas veces se ha sentido como “una malabarista de circo” intentando llegar a todo; pero el tándem con su esposo ha sido siempre fundamental. “Hemos sido un gran equipo”, cuenta.

La gente se sorprende cuando se entera de que es madre –y ahora abuela– de familia numerosa. Sobre todo, porque ni siquiera en las bajas maternales se desconectaba por completo: “Llamaba a los doctorandos para saber cómo iban, incluso algunos se venían a mi casa y yo les apoyaba”.

Asegura que su truco es aunar sus grandes pasiones: la familia, la ciencia, el voluntariado… “¿El voluntariado?”, le pregunto. “Sí –ríe–, hemos hecho pastoral familiar, en cursos de preparación para el matrimonio y actualmente participo en el Proyecto Raquel de acompañamiento a mujeres que han abortado”, responde. Repregunto cómo es posible que le dé tiempo. A lo que Ana contesta: “Todo es cuestión de organizarse. Si me sobra alguna hora, suelo ir a cantar en un coro”.


Síguenos en el canal de Camino Católico en WhatsApp para no perderte nada: https://whatsapp.com/channel/0029VaALj3W8KMqnAzY1r00O


Para entrar en el catálogo y en la tienda pincha en la imagen

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad