Johana Ramírez: «Mi madre fue víctima de una violación, rechazó abortar, nací yo y aunque no soy producto de un amor humano, sí orgullosamente hija del amor de Dios»

* «Me siento orgullosa de mi madre y no me canso de darle las gracias por enseñarme el valor de la vida, el respeto, amor, perdón y el temor de Dios. Cabe señalar que mi mamá no guarda rencor en su precioso corazón, con amor de parte y parte hemos sanado. Más que madre e hija somos amigas, cómplices, confidentes, apoyo la una de la otra. Nos amamos cantidades inimaginables y soy su única hija. Si bien la violación deja huellas imborrables en una persona, del aborto ni hablemos… Es sumarle una huella más. El aborto nunca es una opción, no es la solución»

Johana Ramírez y su madre

Johana Ramírez / Camino Católico.-  Johana Ramírez es colombiana, estudiante de belleza integral, trabaja en una empresa  como asistente administrativo, es misionera de lazos de Amor Mariano, como católica muy comprometida con la nueva evangelización. Además, es muy activa en la defensa de la vida por su propia experiencia personal, pues es fruto de la violación que sufrió su madre cuando tenía 25 años, quien nunca pensó en abortarla y afirma que no puede imaginar la vida sin su hija. Johana, tiene claro que es una “afortunada” por el hecho de estar viva. Ella misma relata su testimonio en primera persona en Salvar el 1:

Aunque no soy producto de un amor humano, sí soy hija del amor de Dios

Aprovechando el alboroto de estos días con «La culpa no era mía, ni dónde estaba, ni como vestía», brevemente les contaré mi historia.

Me llamo Johana Ramírez y soy de Colombia. Mi madre fue víctima de una violación a los 25 años. Tras ese gran trauma, ella le pedía a Dios un motivo para seguir viviendo y entonces supo que estaba embarazada de mí… Nunca pensó que pudiera ver a su violador en mí y ella me dice que soy su mayor regalo.  Es una mujer temerosa de Dios y fue eso entre otras cosas lo que le ayudo a superar ese horror. En aquel entonces ella vivía con mis abuelitos. El miedo de mi madre era tan inmenso… Se tenía que enfrentar a muchos gigantes, uno de ellos era mi abuelito.

Un día, platicando con mamá, ella me contaba la historia y miles de cosas que pasaban por su mente y, ¿cómo no?… Llevaba la terrible huella de una violación y en su vientre un bebé que venía en camino producto de ésta.

Pero ella, valientemente, dijo: «Mi bebé no tiene la culpa» y dio su Sí a la vida que hizo posible que yo esté hoy aquí.  Me siento afortunada porque, aunque no soy producto de un amor humano, sí soy producto de un amor sublime, orgullosamente hija del amor de Dios.

Con seguridad puedo decir que mi valiente madre no se arrepiente de la decisión tomada. No les miento que al principio fue un poco doloroso para mí saber esto, pero siempre he visto por parte de mi madre mucho amor, atención, todo su tiempo y lo más bonito de ella siempre ha sido para mí. Les cuento que hoy no me siento hija producto de una violación porque ella me dice que no se imagina una vida sin mí y, más que decirlo día a día, me lo demuestra con sus actos.

Son muchas las personas que se acercan a decirme lo orgullosa que se siente ella de mí. Y les cuento que yo me siento orgullosa de ella y no me canso de darle las gracias por enseñarme el valor de la vida, el respeto, amor, perdón y el temor de Dios.

Cabe señalar que mi mamá no guarda rencor en su precioso corazón, con amor de parte y parte hemos sanado. Más que madre e hija somos amigas, cómplices, confidentes, apoyo la una de la otra. Nos amamos cantidades inimaginables y soy su única hija.

Si bien la violación deja huellas imborrables en una persona, del aborto ni hablemos… Es sumarle una huella más. El aborto nunca es una opción, no es la solución.

Explicaré que mi abuelito, uno de esos gigantes a los que temía mi mamá, me ama muchísimo.

Johana Ramírez

Publicado originalmente en Camino Católico en enero de 2020


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Comentarios 1

  1. ¡Qué historia tan conmovedora! Mis respetos para ambas, mujeres de primera, que saben sacar del mal cosas buenas, siendo dóciles a la gracia De Dios. No es fácil perdonar eso y levantarse del dolor y la impotencia. Un abrazo desde México.

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